El planeta había orbitado en torno a su estrella únicamente mil millones de veces antes de adquirir varias tendencias inusitadas, muy alejadas del equilibrio.
Para empezar, ninguno de sus mundos hermanos poseía oxígeno libre. Este planeta, de algún modo, había adquirido una capa rica en este gas. Eso demostraba que algo extraño estaba pasando, pues sin un reaprovisionamiento constante, el oxígeno debe arder rápidamente.
Y la temperatura del planeta era inusitadamente estable. De vez en cuando se extendían placas de hielo, y luego se retiraban bajo el centellante Sol. Pero con cada cambio algo hacía que el calor aumentara o se filtrara de nuevo en compensación, dejando intactos los mares.
Esos mares… agua líquida que cubría dos tercios del globo… ningún otro mundo alrededor del Sol compartía tan peculiar atributo. Y también estaba el pH del planeta, apartado dramáticamente de la acidez normal hacia un poco frecuente estado alcalino.
La lista continuaba. Tan alejada del equilibrio de tantas formas, y ala vez tan estable, tan constante. Eran propiedades extrañas e improbables.
También había rasgos de fisiología.
Para todos los granjeros que rascáis la tierra seca, intentando plantar vuestro sorgo antes de que el suelo salga volando, aquí tenéis unos cuantos chistes del pasado. Después de todo, si no puedes reírte de tus problemas, sólo estás dejando que digan la última palabra.
«Ayer se me cayó mi mejor cadena por una de las grietas del patio. Esta mañana fui a ver si podía pescarla, pero diablos, ¡todavía se la oía caer!».
Lo encontré en un libro sobre los chistes que contaban los campesinos aquí, en el Medio Oeste, hace cien años, durante la primera Sequía del Polvo (sí, hubo una primera vez. Tuvo que haberla, ¿no?). Esas joyas fueron recopiladas por el Proyecto Federal de Escritores allá en 1930, su versión de la Memoria Red, supongo. He aquí algunos más de la misma colección:
«Tuve una lluvia de tres centímetros la semana pasada… una gota por cada tres centímetros».
«Waco County estaba tan seco que vi a dos árboles peleándose por un perro».
«Mis partes están tan secas que los baptistas las rocían con conversos, y los metodistas las frotan con un trapo húmedo».
Mientras estoy sentado aquí en el estudio, dándole al dial, veo que algunos os habéis llevado los holos al campo. ¡Intentaré hablar más alto para que podáis encontrar vuestro aparato más tarde bajo al polvo!
Bueno, vale, éste no era tan bueno. Aquí hay dos más sacados del libro, me temo que serán aún peores.
«Mi cosecha de heno es tan mala que tengo que comprar una bala sólo para enganchar el rastrillo».
«Este año tengo pensado tirar un cerdo en el cubo y darle de comer directamente. Calculo que no tendré que cambiar de cerdo hasta mediodía».
¿Alguien comprende estos dos últimos? Tengo entradas gratis para el concierto de los Skywriters en Chitown para los diez primeros que respondan con buenas explicaciones. Mientras tanto, vamos a oír algo de los propios Skywriters. Aquí tenemos «Atado a una nube de lluvia».