PLANETA

Hace frío entre las estrellas. La mayor parte del espacio está desierta, seca y vacía.

Pero hay, aquí y allá, pequeñas cuentas que brillan cerca de soles firmes y amables. Aunque esas cuentas nacen con fuego y nadan envueltas en muerte, también resplandecen con esperanza, con vida.

De vez en cuando, como si esos frágiles milagros no bastaran, uno de los pequeños globos giratorios incluso despierta.

SOY —declara, cantando en la oscuridad—. ¡SOY, SOY, SOY!

La oscuridad tiene una respuesta que encaja en cualquier contingencia.

—¿Y QUÉ? GRAN COSA, GRAN COSA, GRAN COSA… ¿Y QUÉ?

El último mundo-mente reflexiona sobre esta respuesta, la considera, y finalmente concluye:

—ENTONCES, ¿INCLUSO ESTO ES UN PRINCIPIO?

ERES LISTO —dice la única respuesta posible—. ADIVÍNALO TÚ.

Gaia sigue girando, meditando en silencio sobre lo que significa nacer en un universo sarcástico.

YA VEREMOS —murmura para sí, y ronronea como un gatito a rayas—. YA VEREMOS.