EMAIL. RECIBIDO HOY A LAS 16.47 H
Hola, Valeria:
No, no me he olvidado de ti, pero ya sabes cómo es esto. Estoy hasta arriba. Hasta he preguntado en la editorial si puedo contratarte como ayudante, pero lo siento, parece que tengo que contentarme con un recién licenciado con una beca a media jornada. Y pobre de él, no de mí.
El caso es que he estado revisando todas las posibilidades que tengo por ahí y he echado mano de un par de contactos para ver si les interesa que colabores como freelance en sus publicaciones. Eso también iría muy bien para tus libros. Estoy en ello.
Por otra parte, no es por meterte prisa, pero… ¿y la segunda entrega de tu novela? En parte te lo pregunta el Jose profesional y en parte el Jose cotilla, que quiere saber cómo ha avanzado la cosa.
Llámame un día de estos y hablamos.
Un abrazo,
Jose
—¿Tienes material para escribir una segunda parte? —preguntó Lola mientras masticaba una zanahoria que acababa de robar de mi nevera.
Me quedé mirándola con resquemor. ¿Que si tenía material? Bueno, pues empezando por ella, ¿se le olvidaba todo lo que había pasado con Sergio desde que decidió que sería buena idea tenerlo a mano para echar un polvete cuando le apeteciera?
Carmen había pasado de un noviazgo normal a estar prometida y a esto había que sumarle el infierno de tener una suegra a la que daban ganas de quemar en la plaza del pueblo por bruja. ¿Y Nerea? ¡Hasta Nerea, que era de lo más previsible, había dado que hablar! Se había quedado embarazada, había abortado y se había terminado por dar cuenta de que Daniel pintaba en su vida lo mismo que el disco de las Spice Girls que su padre le regaló a los quince.
Y yo… divorciada formalmente, con Adrián de verdad fuera de mi vida, manteniendo un rollo posmoderno con el hombre que había provocado mi separación definitiva…
Rebufé, me levanté de delante del ordenador y le di una palmadita en la espalda a Lola, que masticaba mirándome.
—Habrá material hasta para una tercera.
—Y ¿después?
—Después… ¿quién sabe?