Notas al Epílogo I

[1] Citado por J. M. CARRASCAL en diario La Razón, Madrid, 6 de agosto de 2000. <<

[2] En suplemento El Cultural, de El Mundo, 31 de octubre de 2001. <<

[3] Al-Andalus no se limitaba a Andalucía, pues incluía toda la península sometida al islam. <<

[4] Rusia tomó forma en lucha con los tártaros, pero no llegó a estar islamizada. Creo, por otra parte, que no deben desconcertar ciertas leyendas sobre la «tolerancia» en la Edad Media, o las fantasías de Américo Castro. Hubo una larga coexistencia entre cristianos, musulmanes y judíos, pero no convivencia entre iguales. Unas regiones eran cristianas, y otras musulmanas, con pleno dominio político y cultural de unos o de otros. En ambas alternaron períodos de tolerancia y de dura opresión hacia los sometidos, pero, desde luego, los tolerados hubieran preferido ser ellos quienes tuvieran el poder, y ejercerlo con más o menos tolerancia, según les conviniera. <<

[5] Cuando los turcos amenazaban Hungría, Lutero censuraba la resistencia, por contraria al designio divino: con la invasión turca, Dios castigaba los pecados de los cristianos. Aunque cambiaría de postura y algunos protestantes ayudaron, más tarde, a la defensa de Viena. <<

[6] Aparte de la acción combinada franco-protestante-otomana, España sufría las continuas incursiones piráticas y de caza de cautivos desde el Magreb, en las cuales participaban activamente los protestantes. Francia convirtió su puerto de Tolón en base otomana, centro de un activo tráfico de esclavos europeos y de una piratería sistemática. La victoria cristiana en Lepanto, fue recibida con suma consternación en Francia y en los países protestantes, los cuales animaron a los turcos a no cejar en la lucha «contra los idólatras españoles», en frase del embajador inglés en Constantinopla. Por paradoja, fueron un alivio para Madrid las cruentas guerras de religión francesas, al distraer de aventuras exteriores a los reyes del país vecino. <<

[7] Algunos autores han pintado un cuadro muy distinto, como una población pacífica y ajena a la política internacional y al recuerdo de Al-Andalus. Pintura muy difícil de creer. <<

[8] La memoria de los tiempos de gloria, «el Siglo de Oro», y de la lucha contra tantos enemigos, hizo probablemente que en España fuese recibida la Ilustración con fuerte desconfianza, máxime cuando ésta tomó, a partir de Francia, un tono abiertamente antiespañol. Véase en Azaña otra interpretación de la época, muy compartida en las izquierdas revolucionarias y jacobinas: «España es víctima de una doctrina elaborada hace cuatro siglos en defensa y propaganda de la Monarquía católica imperialista, sobrepuesta con el rigor de las armas al impulso espontáneo del pueblo». Se sobreentendía que el pueblo así oprimido debía de ser indiferente en religión, espontáneamente preazañista, cosa improbable. <<

[9] Los prejuicios siguen muy vivos. Salvador de Madariaga cuenta sobre su famoso libro España: «No ha habido edición francesa. Sin proponerme analizar las razones para tal curiosa omisión, me limitaré a decir que cuando todo estaba dispuesto para publicar una edición en París, cambió la escena súbitamente terminando esta aventura con la publicación de una Historia de España y Portugal fuertemente antiespañola por una editorial protestante. Formidable vitalidad de la sombra de Felipe II». Las campañas y agitaciones europeas relacionadas con España, como la defensa del terrorista pedagogo Ferrer Guardia, retomaban los viejos tópicos: «La España negra», «la intolerancia y la crueldad», «la España de la Inquisición», etc. (Si bien la Inquisición española no parece haber sido más cruel que las inquisiciones protestantes. Vale la pena recordar que la primera ocasionó unas mil ejecuciones, probablemente menos, en sus tres siglos de existencia, mientras que sólo el rey Enrique VIII hizo ejecutar triple número de católicos en Inglaterra, por entonces bastante menos poblada que España). <<

[10] La proximidad en el tiempo suele crear espejismos, ha observado el estudioso J. M. Carrascal. <<