[1] A. MAESTRO, «Franco tiene la culpa», en Razón Española, núm. 114, Madrid, julio-agosto, 2002. <<
[2] J. SALAS, Guerra…, II, cit., p. 271. <<
[3] Aunque tuvo importancia muy considerable, habiéndose perdido ente ambos contendientes, dos acorazados, un crucero, un destructor, siete submarinos y once buques de guerra menores. Los populistas, con una flota de guerra más numerosa y en parte más moderna (con enorme diferencia, al comienzo), y con el 85 por ciento de los mercantes, colocaron ante un arduo problema al mando franquista. Pero éste adoptó en el mar una actitud ofensiva, mientras los populistas apenas lograron salir de una defensiva protección de convoyes y similares, pese a que su verdadera capacidad quedó de relieve en una victoria de auténtica magnitud, el hundimiento del crucero Baleares la unidad más potente y moderna de los nacionales, junto con el Canarias. Los comunistas achacaban la pasividad de la escuadra al influjo derrotista de Prieto, dominante en ella. Poco antes de terminar la guerra, la flota desertó a la base francesa de Bizerta, en Túnez. La mayoría de los marineros eligió volver a España.
Las acciones de bloqueo y contra el comercio populista, incluyendo mercantes armados en corso que llegaron a operar hasta Noruega, y con intervención temporal de submarinos italianos en el Mediterráneo, causaron serios perjuicios a los revolucionarios. En particular el hundimiento del Komsomol soviético por el Canarias, en diciembre de 1936, llevó a una verdadera crisis al tráfico soviético en el Mediterráneo, obligando a la URSS a arbitrar la línea del Báltico y Murmansk a los puertos franceses del Atlántico. La nota que el almirante nacional Moreno entregó a Franco resumiendo estas acciones, concluía: «Nuestros buques efectuaron un gran número de presas, siendo un orgullo para mí el poder dar cuenta a V. E. que el enemigo no apresó durante toda la campaña ni un solo vapor nacional» (J. VELARDE FUERTES, «El capítulo marítimo en la economía de la guerra de España», Razón española, mayo junio 2002. <<
[4] Las críticas a la capacidad militar de Franco han sido ampliamente rebatidas por especialistas como M. Alonso Baquer o R. Casas de la Vega, por J. Semprún, y otros. <<
[5] En la producción económica ocurrió el mismo fenómeno, aun más acentuado, lo cual no debe achacarse en exclusiva al precario bloqueo mantenido por la flota nacional en el Cantábrico, pues en Cataluña y el resto de la zona populista pasó otro tanto. <<
[6] R. SALAS, Pérdidas de la guerra, Planeta, Madrid, 1977, p. 401-402. <<
[7] De la articulación del estado se ocupó Ramón Serrano Súñer, que le daría un tono fascistoide, no muy profundo. <<
[8] Incluso en el siglo XIX la primera guerra carlista resultó comparativamente más sangrienta. En la guerra civil norteamericana murieron 600.000 combatientes, si bien una gran parte, quizá la mayoría, por enfermedades derivadas de las pésimas condiciones higiénicas de los ejércitos, o en los espeluznantes campos de prisioneros. <<
[9] R. SALAS, Los datos exactos de la guerra civil, Drácena, Madrid, 1980, p. 310. <<
[10] El caso de los campos norteamericanos y franceses es poco conocido, pero en ellos perecieron cientos de miles de prisioneros alemanes, según el documentado libro de James Bacque, Other losses, no traducido en España. Patton llegó a acusar a Eisenhower de emplear «prácticamente los métodos de la Gestapo». <<
[11] Boletín oficial eclesiástico de la diócesis de Ávila, núm. 6, 29 de abril de 1939. <<
[12] Sainz Rodríguez resalta su crueldad al pintarlo tomando chocolate con picatostes mientras revisaba los expedientes de condenados a muerte y señalaba los que debían cumplirse. Otros añaden que apuntaba al margen: «garrote y prensa», es decir, publicidad. Nunca se han aportado los expedientes anotados, que debieran ser muchos, y la anécdota, de veracidad nebulosa, no indica crueldad, sino frialdad. Para Franco, los sentenciados eran culpables de muy graves delitos, y difícilmente le conmovería su destino. No se sabe, por ejemplo, que quienes ordenaron el bombardeo de Dresde mostraran compasión, pese a no poder ser acusadas las víctimas de ningún crimen. <<