[1] Muchos autores las juzgan chapuceras, pero había de todo, como muestra Martínez Bande, cuya obra La marcha sobre Madrid, magníficamente documentada, sigo aquí de preferencia. <<
[2] Milicia Popular, Diario del Quinto Regimiento, 18 de octubre de 1936. <<
[3] Mundo Obrero, 9 de octubre de 1936. <<
[4] Un aspecto insignificante del embrollo al que se ha dado relevancia indebida fue la confusión en las instrucciones, que para Miaja venían a nombre de Pozas, y viceversa. <<
[5] Los tanques rusos, T-26, dotados de cañón y ametralladora, podían destruir fácilmente las tanquetas alemanas (Panzer I) e italianas (Fiat-Ansaldo), dotadas sólo de ametralladoras. Esa ventaja la mantendrían durante toda la guerra, y en los aviones durante bastantes meses. Se trataba de los bombarderos SB-2, «Katiuska», más rápidos que cualquier caza enemigo, y de los cazas I-15 («chatos») e I-16 («moscas»). La artillería quedó bajo el mando de Vóronof, uno de los grandes especialistas, luego distinguido en la II Guerra Mundial. <<
[6] Sobre el número de tropas en liza ha habido discrepancias entre, por ejemplo, R. Salas y Martínez Bande. Las cifras de éste para los nacionales parecen bajas, pero se basan, como las de los contrarios, en los estadillos y órdenes del momento. Para finales de octubre todo el ejército de África, en torno a los 25.000 soldados, había sido ya transportado a la península, pero no todas sus unidades se aplicaban a Madrid. Las columnas de Varela integraban también a mal armados voluntarios, marineros, etc. La fuerza de vanguardia constaba de 15.000 hombres, en tres columnas por la izquierda (Asensio Cabanillas, Delgado Serrano y Castejón), bajo el mando de Yagüe, y otras tres por la derecha (Barrón, Tella y Monasterio).
El día 7 ya disponía Miaja de las columnas de Barceló, Escobar, Carrasco, Líster, Álvarez y Bueno, más la brigada mixta de Galán y la Internacional de Kléber. <<
[7] Mundo Obrero, 4 de octubre; El Socialista, 7 de octubre. <<
[8] El Socialista, 10 y 8 de noviembre. <<
[9] Milicia Popular, 7 de noviembre; Mundo Obrero, 9 de noviembre de 1936. <<
[10] M. Nelken permaneció en Madrid los primeros días de la lucha y, según Zugazagoitia, prácticamente se adueñó del mando en el Ministerio de la Guerra, «donde permanecía horas y horas, ordenando y disponiendo». Rojo lo niega: «Es falso (…) aunque la propia señora Nelken creyera que mandaba; pero no sólo era ella quien así lo creía y lo hacía público entre sus contertulios y partidarios, persuadiéndoles de que si algo salía bien era por obra de sus consejos». Ida pronto a Valencia, abandonó el PSOE y entró en el PCE. Según García Oliver, había sido animadora y organizadora muy principal del terror en los meses anteriores (ZUGAZAGOITIA (Tusquets), p. 196, V. Rojo, Así fue la defensa de Madrid, Comunidad de Madrid, Madrid, 1987, p. 33; J. GARCíA OLIVER, El eco…, cit., pp. 306, 311.). <<
[11] El Socialista, 9 de noviembre; Claridad, 9 de noviembre. <<
[12] CNT, 12 de noviembre. <<
[13] J. M. MARTÍNEZ BANDE, La marcha sobre Madrid, San Martín, Madrid, 1982, p.293-294. <<
[14] El cónsul de Noruega, Félix Schlayer, que denunció los hechos y salvó a gran número de perseguidos, implica a Muñoz. I. Gibson hace esta sorprendente observación: «Muñoz (…) era hombre de digno historial militar, conocido por su valor y hombría de bien y, cabe pensarlo, incapaz de acción tan baja» (I. GIBSON, Paracuellos: cómo fue, Plaza y Janés, Barcelona,1987, p. 116). Pero se trataba, entre otras cosas, del organizador de la checa de Bellas Artes, luego de Fomento, una de las más siniestras de la ciudad, y había permitido –por lo menos– la matanza de la cárcel Modelo. Muñoz, masón del grado más elevado, pertenecía al partido de Azaña. <<
[15] En sus Recuerdos, Largo dice de la junta: «Se constituyó en franca oposición al Gobierno (…). No estaba a las órdenes de Miaja, sino éste a las órdenes de ella (…). En vez de pedir aclaraciones (…) censuraban al Ministro. Algunos consejeros injuriaban al Gobierno (…) Tenían en cuenta al Gobierno sólo para hacerle reclamaciones y peticiones de dinero» (F. LARGO CABALLERO, Correspondencia…, cit., p. 238). <<
[16] 11 J. M. MARTÍNEZ BANDE, La marcha…. cit., p. 314. Ayeres, revista del Ateneo de Madrid, octubre de 1990. <<
[17] Si los soviéticos mandaron a España a muchos de sus mejores especialistas, los alemanes les imitaron. En octubre, Hitler había ofrecido un grupo aéreo, a condición de que fuera responsable única y directamente ante Franco y gozase de amplia autonomía, y de que el mando nacional imprimiera a la guerra un ritmo «más racional y activo», procurando la captura y neutralización de los puertos de arribada del material ruso, pretensión algo extraña. Franco aceptó, por el importante apoyo que le suponía en una situación ardua, y por las nuevas ideas de empleo táctico del arma aérea traídas por los germanos. La unidad dispondría de un centenar de aviones (caza y bombardeo), más servicios y un grupo de artillería antiaérea; no de carros –contra lo frecuentemente afirmado–, aunque llegaron instructores de esta arma. La Legión Cóndor despertó grandes esperanzas en los nacionales, pero de momento se vieron defraudadas: su material resultó netamente inferior al soviético, al cual no pudo arrebatar el espacio aéreo, para gran alegría de franceses y checos, preocupados por el creciente poderío alemán. Alegría prematura, pues los aviones alemanes irían mejorando, hasta equipararse a los soviéticos a lo largo de 1937, y empezar a superarlos en el otoño de ese año. <<
[18] Rojo hace esta extraña reflexión: «En verdad, Madrid se convertía durante aquellas jornadas en una ciudad mártir, olvidada del mundo que se titulaba democrático y cristiano». ¡Nada menos olvidado que Madrid en aquellos días! Y cita a diversos corresponsales y comentaristas: «Madrid es la primera ciudad civilizada del mundo que está sometida al ataque de la barbarie fascista». «Oh, vieja Europa, siempre tan ocupada en tus pequeños juegos y tus graves intrigas. Dios quiera que toda esta sangre no te ahogue». Otro habla del cielo «oscuro a causa de los aviones» o de ataques «con cientos de bombarderos» (V. Rojo, Así fue…, cit., pp. 87-88). En realidad, los aparatos soviéticos impidieron a los adversarios dominar el cielo de Madrid. <<
[19] Y aún más falsa la versión propagandística siguiente: «Por primera vez en la historia, la población entera de una ciudad de un millón de habitantes entró en acción. Se mezcló con las fuerzas contendientes como si fuera la cosa más natural, ofreciendo sus servicios y refuerzos, construyendo barricadas y colocándose totalmente a las órdenes del alto mando (…). Todo aquel que podía cargar un fusil o sabía manejar un arma marchaba por su propia voluntad al frente, mientras que los demás se ocupaban de los servicios auxiliares» (C. BLANCO ESCOLÁ, La incompetencia…, cit., p. 301). Esta leyenda la cita Blanco Escolá del Journal Militaire Suisse como la verdad indiscutible. Baste recordar que casi la mitad de la población de Madrid había votado a las derechas, y que, a pesar de la intensísima propaganda de aquellas jornadas, no hubo nada o casi nada de lo arriba descrito, que tampoco era necesario, dada la abundancia de fuerzas disponible. Como ha observado R. Salas, pocos madrileños se movilizaron, pues las tropas empleadas fueron sobre todo las que refluían desde el Tajo, en buena parte manchegas y extremeñas, más los catalanes de Durruti, los internacionalistas, etc. En teoría, Madrid ofrecía una reserva enorme de combatientes, pero en la práctica salieron pocos, fuera por falta de entusiasmo o por innecesarios. Y aquí dejamos ya al crédulo Blanco porque, la verdad, todo su análisis militar es por el estilo. <<
[20] V. Rojo, Así fue…, cit., pp. 88 y 90-91. <<
[21] Fischer, periodista y agente de Stalin, con actividad no bien aclarada en España, sería luego el organizador de la propaganda de Negrín en el exterior. Contreras (Vittorio Vidali) organizó, con E. Castro Delgado, el Quinto Regimiento, fábrica de especialistas militares comunistas. Górief parece haber sido el instructor soviético que en 1923, bajo el nombre de Skoblefski, preparó un grupo terrorista dentro del Partido Comunista alemán, e intentó asesinar, entre otros, al general Von Seekt, y a Hugo Stinnes «entonces el hombre más rico de Alemania». Detenido y condenado a muerte, sería canjeado por once presos alemanes de la GPU, en 1926. Así lo indica Jan Valtin en La noche quedó atrás: «En 1937 fui interrogado con respecto al general Skoblefski por el director de la División Extranjera de la Gestapo (…). Supe entonces que Skoblefski, bajo el nombre de Górief, había llegado a ser consejero militar del Soviet en los ejércitos leales de España». <<
[22] V. Rojo, Así fue…, cit., p. 221. <<