Notas al capítulo 18

[1] Y no del oro traído de América en tiempos antiguos, como han creído algunos estudiosos. <<

[2] Una de las víctimas de la requisa fue el ex presidente de la república, Alcalá-Zamora, que lo cuenta con indignación en sus Memorias. Él cree que el objetivo, en su caso, fue robarle sus memorias, escritas durante su presidencia. «La inutilidad de las primeras pesquisas y de la violenta apertura de mi caja de caudales (…) excitó la curiosidad y el encono de su busca. Por fin, el 13 de febrero de 1937, los sabuesos de Galarza encontraban las Memorias al dar con las cajas alquiladas por mi mujer en el Crédit Lyonnais. Para llevarse todo cuanto allí se contenía (…) como en daño de los demás despojados, no vacilaron (…) en dar a la persecución contra mi mujer el carácter de procedimiento criminal ¡Y tanto como lo fue! Por ello, con las Memorias desaparecieron antigüedades, ropas, objetos de arte, incluso una mantilla que, ante el criterio proletario más extremista, sólo podía ser de la señora que la había bordado con sus propias manos» (N. ALCALÁ-ZAMORA, Memorias, cit., p. 15).

El historiador anarquista Francisco Olaya señala que en 1937 el gobierno centralizó en Valencia los productos de las requisas. «Para tener idea somera de este tráfico, baste tener en cuenta que solamente desde Madrid se enviaron 88 camiones o furgonetas, con bultos o cajas de joyas, monedas antiguas y objetos diversos de plata y oro sin especificar». En un lote de 26 bultos, «aparte de dos de ellos conteniendo “ropas de iglesia”, y otro con acciones, títulos, valores y resguardos, todos ellos contenían joyas, monedas y lingotes, en su mayor parte coronas, relicarios, custodias, copones y diversos objetos de culto, de oro y plata, entre ellos muchas obras de arte». Cita asimismo el testimonio de Celestino Álvarez agente de Negrín: «En los primeros meses de la sublevación fascista (…) en Barcelona, todo el mundo requisaba: la Generalidad, los sindicatos, y hasta los simples particulares. Había una cosa, sin embargo, con la que nadie se había metido, ni se metía: las cajas de alquiler de los Bancos». Hasta que empezó a hacerse cargo de ellas el Sindicato de Banca y Bolsa de Barcelona, de la UGT, pero dominado por los comunistas. El argumento empleado para el saqueo fue el de adelantarse a los anarquistas, que, «si se daban cuenta de que existía aquello en los Bancos, irían sin escrúpulo a por ello». Lo mismo ocurrió en el resto del país. Numerosas alhajas y otros objetos de plata y oro fueron fundidos, siendo ya imposible identificarlos para sus dueños. Esta política causó una amplia y reconocida corrupción (E. OLAYA, El oro de Negrín, Nossa y Jara, Madrid, 1998, pp. 451 y 442). <<

[3] FPI (Fundación Pablo Iglesias),AFLC XXIII, pp. 467 ss.;AFLC XXV, p. 1.119. <<

[4] Según A. Viñas, muy favorable a las tesis soviéticas, el valor numismático es una «construcción teórica ulterior», ajena a los documentos de la época. Pero se trata de algo tan evidente como el valor de una joya antigua, superior al de su mero contenido en metal. <<

[5] FPI, AFLC SSIII, pp. 467 y ss.; I. PRIETO, Convulsiones de España, II, Oasis, México, 1968, p. 130. <<

[6] Aunque la carta va firmada por Pascua, es obvio que un mero embajador no podía instruir al gobierno sobre los particulares del caso, sino que debería ser él quien recibiera las instrucciones del gobierno, o transmitiese las indicaciones de Stalin. <<

[7] FPI, AFLC XXIII, p. 477. <<

[8] Ibid., XXV, p.1420; J. ZUGAZAGOITIA, Guerra y…, cit., p. 316; D. ABAD DE SANTILLÁN, Por qué perdimos la guerra, Plaza y Janés, Barcelona, 1977, pp. 328-331. <<

[9] Véase la consideración del profesor Cuenca Toribio: «Los siguientes y contrapuestos testimonios nos servirán de excelente piedra de toque para comprobar una vez más la desazonante discrepancia con que aun los datos y materias más neutros y mensurables de la guerra se ven enfocados: “El desorden monetario, financiero y económico de la España republicana fue muy grande y contribuyó a que los republicanos perdieran la guerra” (H. París Eguilaz, Cincuenta años de economía española, 1930-1980, Madrid, 1981, p. 55). “El profesor de fisiología Negrín iba a dirigir la Hacienda de guerra española con una competencia innegable. La mejor prueba es que la guerra acabó al cabo de tres años, no por falta de disponibilidades económicas, sino por reveses militares imputables a otras causas” (M. Ansó, Yo fui ministro de Negrín, Barcelona, 1976, p. 152)». J. M. CUENCA TORIBIO, La guerra civil…, cit., p. 146. <<

[10] I. PRIETO, Convulsiones… II, cit., p. 121-122. <<

[11] FPI, AFLC XXIII, pp. 602 y 694. <<

[12] El título introducía un segundo equívoco, pues la expresión «el oro de Moscú» solía aplicarse más bien al dinero entregado por la URSS, como ayuda y dogal, a los partidos comunistas de muchos países, incluido el de España. La existencia del «oro de Moscú» fue largamente negada, pero los documentos soviéticos hoy conocidos han confirmado de lleno su realidad. Véase, por ejemplo, A. Maestro, «El oro de Moscú», en Razón Española, núm. 113. <<

[13] M. ANSÓ, Yo fui ministro de Negrín, Planeta, Barcelona, 1976, p. 230. <<

[14] A. VIÑAS, El oro de Moscú. Alfa y omega de un mito franquista, Grijalbo, Barcelona, 1979, p. 436. <<

[15] Como ha terminado por reconocer Viñas, la URSS nunca justificó cuentas, y sólo recientemente se ha abierto alguna ligera luz sobre la actuación de los bancos soviéticos Narodny Bank, que manejaba los activos españoles desde Londres, y, sobre todo, La Banque Commerciale por l'Europe du Nord, que hacía lo mismo desde París. <<

[16] E OLAYA, El oro…, cit., p. 431. <<

[17] P. M. ACEÑA, El oro de Moscú y el oro de Berlín, Taurus, Madrid, 2001, p. 151. <<

[18] Ibid., pp. 47 ss. <<