Notas al capítulo 14

[1] V. CÁRCEL ORTÍ, La gran persecución. España, 1931-1939, Planeta, Barcelona, 2000, p. 211. <<

[2] J. L. ALFAYA, Como un río de fuego, Madrid, 1998, p. 112. <<

[3] Pero puede haberse producido, en este y otros casos, el clásico retorcimiento imaginativo de testigos reales o supuestos. La clásica Historia de la persecución religiosa en España, de Antonio Montero, señala que el dictamen forense sobre el cadáver, hecho, de todos modos, cuatro años más tarde, cuando quedaría poco de sus partes blandas, no recoge dicha amputación (V. A. MONTERO, Historia de la persecución religiosa en España, BAC, Madrid, 1998, p. 385). En otros muchos casos, las torturas están bien documentadas. <<

[4] Sólo en Cataluña, fueron destruidos decenas de miles de volúmenes (cien mil, se ha dicho) de la biblioteca franciscana de Sarriá, del seminario y del convento de los Capuchinos de Barcelona, en Igualada (cincuenta mil), etc. Joyas del gótico, del románico, del barroco y del mudéjar fueron entregadas al fuego o voladas. En Madrid, la catedral de San Isidro, un verdadero museo de arte por sus pinturas italianas y españolas, esculturas, etc., fue incendiada totalmente (V. CÁRCEL ORTÍ, La gran…, cit., pp 49-50). <<

[5] V. CÁRCEL ORTÍ, La gran…, cit., pp 55, 57. <<

[6] A. MONTERO, Historia…, cit., pp. 627 ss.; J. ALFAYA, Como un…, cit., pp.261 ss. <<

[7] Vidal, dice Azaña, mostró notable transigencia con las medidas anticatólicas tomadas por el gobierno azañista: su catalanisnio «llega a extremos muy chistosos», pues «no ve con malos ojos la disolución de los jesuitas; pero estima que ha podido hacerse una excepción con Cataluña, que son de otra manera y, por supuesto, mejores» ( AZAÑA, Memorias I, cit., pp. 202, 235). <<

[8] J. S. VIDARTE, Todos…, cit., p. 503. <<

[9] V. CÁRCEL ORTÍ, La gran…, cit.,p. 55. <<

[10] M. AZAÑA, Memorias II, pp 253.255. <<

[11] De ahí diversas medidas para ocultar o minimizar los hechos. Una directriz de la Comintern, el 19 de septiembre, ordenaba lanzar una campaña internacional «contra los cuentos de persecución religiosa». El PNV, en particular su ministro Irujo, hizo cuanto pudo por disimular ante el exterior la magnitud y los efectos de la matanza» (En A. ELORZA y M. BIZGARRONDO, Queridos camaradas, Planeta, Barcelona, 1999, p. 323. En P. MOA, El derrumbe…, cit., p. 453. <<

[12] C. RIVAS CHERIE, Retrato…, cit., pp. 191-192. <<

[13] S. DE MADARIAGA, España, Espasa, Madrid, 1979, p. 419. <<

[14] Ibid., p. 420. <<

[15] Tal hecho, con las excepciones que seguramente habría, es uno de los aspectos de más difícil aceptación para sus contrarios. Incluso Francisco Ayala, escritor por lo común inteligente y ponderado, afirma: «Les decían, por ejemplo: si quieres salvarte tienes que cagarte en Dios y blasfemar. Y los pobrecitos lo hacían y entonces los mataban para que fuesen al infierno» (E. ANTOLÍN, Ayala sin olvidos, Espasa, Madrid, 1993, p. 135). Al parecer, los asesinos creían en el infierno. Por lo demás, ¿qué casos cita Ayala? Ninguno, desde luego, pese a lo cual emplea el pasado imperfecto, dando a entender que era lo común. En el bando franquista se leían a veces jactancias de que muchos de los izquierdistas fusilados se habían convertido en el último momento, lo que no es de extrañar, porque la mayoría habían tenido, al menos en la infancia, formación católica, y en la angustia de la muerte inmediata podían volver a sus creencias. Aparte de quienes lo hicieran con intención de ganar el indulto, como probablemente fue el caso de uno de los más brutales chequistas, García Atadell. Pero la conversión no se esgrimía como medio de evitar la ejecución, sino sólo para permitir al reo morir «en gracia», según la antigua tradición. <<

[16] S. MADARIAGA, España, cit., p. 419. <<

[17] Ibid., p. 420. <<

[18] F. Borkenau, en El reñidero español, cuenta: «Un grupo de milicianos conversa con varias mujeres, divirtiéndose a expensas de la Iglesia y del clero (…). Sólo dos temas fundamentales pueden provocar esa especie de risa en que se mezclan el odio y el desprecio. Uno es la avaricia del clero: la Iglesia de los pobres, la Iglesia cuyo reino no es de este mundo, ha mostrado ser muy lista al asegurar para sí lo mejor de los placeres de este mundo. El segundo, proferido naturalmente entre más carcajadas, es la supuesta conducta objetable de los sacerdotes que, si se les creyera, se les consideraría profesionales de la castidad. La conversación no es original ni, creo, reveladora de los más profundos motivos de la quema de iglesias. Pero es interesante ver cómo, en sus ataques contra la Iglesia, el anarquismo español ha reivindicado y adaptado a sus propios fines todos los argumentos utilizados contra la Iglesia católica por los autores protestantes de libelos durante el siglo XVI» (F. BORKENAU, El reñidero español, Ruedo Ibérico, París, 1971, p. 65. <<

[19] R. DE LA CIERVA, Historia esencial de la Guerra civil española, Fénix, Madrid, 1996, pp. 639 ss. <<

[20] V. GARCÍA CÁRCEL, La gran…, cit., pp. 139 ss. <<

[21] El franquismo impidió a los dos la vuelta al país, aunque lo permitió a Múgica en los últimos años de su vida. El nacionalismo de Vidal, y el no haber hecho ninguna declaración pública –aunque sí muchas privadas– de apoyo a la causa franquista, provocó el veto a su retorno. <<

[22] Gomá señala cómo «ha llamado poderosamente la atención el hecho de que los sacerdotes militantes del catalanismo hayan salido todos indemnes (…) mientras sucumbían a centenares sus hermanos [en Cataluña]. Persona de responsabilidad absoluta me asegura que fueron cuidadosamente buscados y puestos en salvo por uno de los ministros del Gobierno de la Generalidad». Ya en Roma dichos sacerdotes, el obispo de Vic expresaba al papa su preocupación «porque estaban aquí sin poder hacer nada y esto es peligroso para ellos mismos y convendría se ocuparan de algo en España» (en la zona rebelde). Pero los clérigos consultaron con «un sacerdote de Vich» también en Roma y éste les dijo que «de ninguna manera debían ir y que deberían quedarse todos en Roma indefinidamente. Es decir, que obedecen a un particular cualquiera y no obedecen a su Prelado. ¡Qué espíritu sacerdotal (…)! Con razón ha caído sobre nuestra atribulada patria la hecatombe que estamos pasando. Estas situaciones no se forman por generación espontánea», informaba a Gomá otro catalán llamado Carmelo Blay, en noviembre de 1936.

Gomá había tenido frecuentes roces con Vidal i Barraquer, que, presentándose como «cardenal más antiguo», y con una táctica de «pequeñas insidias», intentaba encabezar a los demás obispos y socavar la autoridad de Gomá como cardenal primado de España. El nuncio Tedeschini apoyaba a Vidal, contra las instrucciones precisas del Vaticano de mantener los derechos del primado, que «nunca creyó hallar tales dificultades». El nuncio habría tratado a éste de manera «algo más que inconveniente» (J. ANDRÉS-GALLEGO y A. M. PAZOS, Archivo Gomá. Documentos de la Guerra civil, 1, CSIC, Madrid, 2001, pp. 249, 313 y 43-44). <<