[1] Dolores IBÁRRURI et al., Guerra y revolución en España, 1936-39, 1, Progreso, Moscú, 1967, p. 117. <<
[2] D. MARTÍNEZ BARRIO, Memorias, cit., pp. 356-357. <<
[3] El Sol, 19 de julio de 1936. <<
[4] J. ZUGAZAGOITIA, Guerra…, cit., Tusquets, Barcelona, 2001, p. 68; D. MARTÍNEZ BARRIO, Memorias, cit., pp. 358-359. <<
[5] Ibid., p. 360-361. <<
[6] Ibid.., p. 366; L. ROMERO, Tres días de julio, Planeta, Barcelona, 1987, p. 32.
De manera algo incongruente, Martínez Barrio escribe en sus Memorias sobre el momento en que aceptó el gobierno: «Era muy otro el espectáculo de aquel septiembre de 1923, donde bastó que el general Primo de Rivera hiciera sonar sus espuelas para que los españoles se refugiasen bajo las mesas. Sería difícil, pero se podría gobernar. Prefiero ver y soportar a un pueblo enfurecido a tenerlo a los pies, acobardado como un lebrel sin alientos» (V. M. TUÑÓN DE LARA, La España del siglo XX, Laia, Barcelona, 1974, p. 536; L. ROMERO en «1936-1939. La guerra de España,» edit. por El País, 1986, p. 45; H. THOMAS, La guerra civil española, edit. por Diario 16, p. 227). Pero la población izquierdista resultó demasiado enfurecida para la capacidad de aguante de Martínez, como para la de Casares. En cuanto al golpe de Primo, pocos españoles se metieron bajo las mesas, pues, según todos los testimonios, fue acogido con aplauso por una población harta del desastre político y de la violencia. Y en 1936 resulta abusivo identificar al pueblo con uno de los bandos, cuando la mitad de él estaba con los rebeldes. <<
[7] D. MARTÍNEZ BARRIO, Memorias, cit., p. 366. <<
[8] El gobierno Giral seguía siendo «republicano», es decir, constituido por miembros de los partidos jacobinos Izquierda Republicana, de Azaña, Unión Republicana, de Martínez Barrio, y Esquerra catalana, con el general Pozas en Gobernación. <<
[9] M. AZAÑA, Memorias, II, cit., pp. 291, 281. <<