Finis
—Y así termina nuestro relato por hoy —dijo Lillith Cuño. Había mantenido embelesada a su audiencia mientras narraba la historia de sucesos trascendentales que habían tenido lugar en el invierno de 351 D. C. Había hablado sobre la muerte de los dos caballeros, Brian Donner y Aran Tallbow, en un tono sosegado y quedo, y recordó a sus oyentes que podían contemplar el monumento erigido en su memoria en la Sala de los Caballeros, en la isla de Sancrist. Los Estetas que se habían quedado para escuchar el relato intercambiaron una mirada afligida. Lillith no se había casado y todos sabían que había enterrado su corazón junto a Brian Donner, en la tumba del caballero.
Sin embargo, la gente se mostraba reacia a marcharse y muchos querían saber qué había pasado a continuación.
—Os contaré algo más —accedió Lillith con una sonrisa.
»Tras salir de la cámara donde los dos caballeros habían muerto, los Héroes de la Lanza (Laurana, Sturm, Flint, Tasslehoff, Gilthanas y Elistan) se reunieron con sir Derek Crownguard y combatieron al lado de los guerreros del pueblo del hielo para derrotar a las fuerzas de Feal-Thas y expulsarlas del castillo del Muro de Hielo. Cumplida su misión, se marcharon del glaciar llevando consigo el Orbe de los Dragones, así como otro artefacto que hallaron en el castillo, un artefacto que resultó ser muchísimo más valioso. También se llevaron los cadáveres de Aran Tallbow y de Brian Donner para que se los enterrara como héroes en su tierra natal. Lo que les ocurrió allí a los Héroes quedó reseñado en el libro La tumba de Huma.
»Han pasado muchos años desde aquel día fatídico, y el canto de sus aventuras en el Muro de Hielo lo sigue entonando Raggart el Joven en las largas noches de invierno. Una de las posesiones más preciadas de la tribu es el Quebrantador de Hielo de Laurana. La elfa se lo entregó a Harald antes de marcharse por miedo a que se derritiera si lo sacaba del glaciar.
»Tras la marcha de los Compañeros, Harald prosiguió la guerra contra los ejércitos de los dragones. Unió al resto de las tribus del glaciar y atacaron a Sleet con tal ferocidad que expulsaron a la dragona blanca de su cubil. Los Bárbaros de Hielo ocuparon el castillo y lo conservaron bajo su control. La tarea de Harald fue en cierto modo más sencilla debido al hecho de que Ariakas no logró encontrar a nadie que quisiera reemplazar a Feal-Thas. El emperador decidió que, de todos modos, tampoco le interesaba mucho aquella región de Ansalon tan improductiva, así que, tras un intento desganado de recuperar el castillo del Muro de Hielo que acabó en desastre, Ariakas sacó a sus fuerzas del glaciar, dejándoselo a los osos blancos, a los nómadas y a los lobos.
»En cuanto a Kitiara, sus aventuras también quedaron reflejadas en La tumba de Huma. Baste decir ahora que hubo un reencuentro entre Tanis y ella. Su relación tendría consecuencias imprevisibles para ambos, para sus compañeros y para la victoria final en la Guerra de la Lanza.
Acabado el relato de ese día, Lillith se puso de pie.
—Gracias, amigos, por acudir hoy para conocer una parte de la historia de Ansalon. En la próxima sesión retomaremos la historia del medio hermano de Kitiara, Raistlin Majere, que tomó una decisión trascendental aquí mismo, en la Gran Biblioteca. Ése relato se titula La Torre de Wayreth. Los Estetas de Gilean esperamos que regreséis para compartir esa historia con nosotros.