8. No solo de correr vive el runner

A medida que vayas cogiendo más fondo, tendrás la necesidad imperiosa de querer aguantar más kilómetros y también querrás correr más rápido. Aquí llega el momento frustrante por el que pasa la mayoría de las runners: nos estancamos. ¿Cómo salir del atolladero? Entre otras cosas, haciéndote más fuerte.

Existe una leyenda urbana que muchas mujeres creen a pies juntillas: «Las pesas te ponen enorme». ¡Ojalá muscular fuese así de fácil! De hecho, nunca llegarás a verte como el Increíble Hulk por hacer ejercicios con un par de mancuernas. A no ser que tomes anabolizantes, es físicamente imposible, porque las chicas tenemos un nivel muy bajo de testosterona (la hormona responsable del crecimiento de los músculos), hasta diez veces menos que los hombres. Por eso ellos tienen más masa muscular y menos grasa que nosotras (¡suertudos!).

Sin embargo, las mujeres necesitamos músculo. Como veíamos antes, este es más denso que la grasa y ocupa menos volumen. Cuanto mayor sea nuestra masa muscular, menos posibilidades existen de almacenar grasa. ¿Otra ventaja? Ayuda a quemar grasa incluso cuando estamos en reposo. Con las rutinas de fuerza aumentas tu metabolismo basal, es decir, quemas más calorías incluso sin moverte. No hay mejor quemagrasas que el ejercicio cardiovascular, pero para definir la silueta hay que optar por la potenciación muscular. Si quieres ser una runner eficiente, vas a tener que darles con brío a las mancuernas y a las gomas, entre otros ejercicios. Además, recuerda que a medida que envejecemos, y a partir de los treinta años, perdemos un 1 por ciento de masa muscular al año.

Como explica Domingo Sánchez en su libro Mujer en forma, el reto, «las investigaciones han demostrado que aumentando un 1,5 kg de tejido muscular se incrementa el metabolismo en un 7 por ciento y los requerimientos calóricos en un 15 por ciento. Tener más masa muscular nos permite quemar más grasa y poder comer más. Ganando uno o dos kilos de masa muscular conseguirás perder el doble de tejido graso».

Como muchas chicas, cuando empecé a runnear no incluí rutinas de fuerza en mi entrenamiento (¡bastante tenía con correr!) hasta que empezaron a dolerme las rodillas. Sí, el famoso tendón rotuliano me tuvo parada un par de meses por sobrecarga. ¿La solución? Descanso y ejercicios de fuerza como los que vamos a ver a continuación, porque al fortalecer los isquiotibiales y los cuádriceps, darás un respiro a tus tendones mientras ayudas a prevenir lesiones, como la de las rodillas, tan común en los corredores. Un plus: tus huesos también se volverán más fuertes.

Aunque cardiovascularmente somos eficientes y, en la mayoría de los casos, enseguida somos capaces de aguantar más tiempo corriendo, nuestra musculatura está poco preparada para el esfuerzo que supone correr y es ahí cuando pueden aparecer las temidas lesiones. Recuerda que correr te hace fuerte, pero a la vez provoca desequilibrios musculares al trabajar unas zonas más que otras. Por eso es tan importante hacer ejercicios de fuerza y resistencia con una tabla eficaz para coger tono. No queda otra que ponerse las mallas y empezar a sudar la camiseta dentro de casa para trabajar otros músculos y evitar desequilibrios.

El día que el preparador físico Ángel Merchán, de Home Wellness Madrid, me dijo que tenía el glúteo inhibido se me quedó cara de póquer, como a Lady Gaga. «¿Y eso qué significa?, ¿tiene remedio?», le pregunté. Respuesta: «Muchas mujeres sufren de una deficiente activación de alguno de los músculos del glúteo, que va a propiciar que muchos movimientos cotidianos y ejercicios más integrales o funcionales, como correr, saltar, etc., sean potencialmente dañinos para nuestro cuerpo, puesto que van a provocar la sobreactivación de otros músculos y un movimiento potencialmente lesivo para nuestras articulaciones». Conclusión: me iba a hartar de hacer sentadillas diabólicas.

Por un lado, hay que hacer hincapié en el trabajo de glúteos, cuádriceps e isquiotibiales. También es vital reforzar los abdominales y los lumbares, unos músculos que, aunque no inciden en la zancada, sirven para sujetar el cuerpo y proporcionan estabilidad. Por último, toca reforzar la famosa zona del core (¡qué de deberes!), nuestro segmento somático central.

Como explica el preparador físico Luis Javier González, de Easy Running: «Nuestro núcleo corporal es algo más que abdominales. Está compuesto por más de una decena de músculos, entre los que se encuentran los propios abdominales, lumbares y coxales. Todos, y en su conjunto, estabilizan la columna vertebral para mantener el cuerpo erguido. Estos músculos nos permiten flexionar el torso hacia delante, atrás, lateralmente y girar. Por lo tanto, tener un segmento somático central fuerte será de vital importancia para correr». Y añade el experto: «Hay que fortalecer los músculos lumbares, que nos ayudarán a proporcionar una adecuada basculación pélvica durante el ciclo de zancada al correr. Una pelvis mal alineada nos impedirá poseer una técnica de carrera adecuada y, como consecuencia, un gran derroche de energía».

El entrenamiento de resistencia es también muy importante en el caso de las mujeres para la prevención de la osteoporosis. Como explica Claire Kowalchik en The Complete Book of Running for Women, «a partir de los treinta y cinco años empezamos a perder tejido óseo, aproximadamente un 1 por ciento al año, hasta que llega la menopausia, cuando se dispara entre un 3 y un 5 por ciento. Idealmente, las mujeres deberían empezar a hacer ejercicios de resistencia cuando cumplen veinte años y continuar toda su vida para mantener esa pérdida al mínimo. Pero, además, levantar peso puede ayudar también a reconstruir el hueso que se deteriora por una mala nutrición y prevenir que se pierda en el futuro».

Sé fuerte

Muchas mujeres entran en auténtico bucle cuando pisan la sala del gimnasio y no se acercan a las pesas o las máquinas de musculación por miedo a ensanchar y engordar. Como explica Domingo Sánchez en su libro Mujer en forma, el reto, «El aumento de peso en las primeras semanas es completamente normal y no es debido a un aumento de la masa muscular. Es imposible que el tejido muscular (más en una mujer) aumente de tamaño de una forma tan rápida. Al comenzar un programa de ejercicios, el músculo se activa, se hidrata. Se llena de glucógeno, se incrementa su tono y densidad. El resultado final es un aumento del peso corporal total relativamente rápido en las primeras semanas».

Recuerda…

El músculo quema siete veces más calorías que la grasa. Al tener más masa muscular aumenta tu índice metabólico basal y, gracias a ello, quemas más calorías, incluso cuando descansas, y así tu cuerpo tiene más tono. Por otra parte, el trabajo de resistencia ayuda a reducir la tensión sanguínea y el colesterol y también mejora la sensibilidad a la insulina. Además, mantiene los huesos fuertes y las articulaciones sanas, ya que, al fortalecerse proporcionan mayor apoyo a los músculos. En resumen, el objetivo es aumentar la cantidad de masa muscular y también la resistencia y la fortaleza de tus músculos.

Para hacer un entrenamiento de resistencia necesitas usar unas mancuernas más ligeras o aplicar una resistencia más pequeña y hacer más repeticiones que si pretendes trabajar la fuerza. Puedes usar peso libre (mancuernas), gomas (cuanto más gruesas más difíciles serán de extender y más resistencia ofrecerán), tu propio peso corporal (como en el TRX o entrenamiento en suspensión) o una fitball (pelota). Para hacer un entrenamiento de fuerza debes usar más peso o una resistencia mayor y hacer menos repeticiones.

Como explica Domingo Sánchez, «la grasa se elimina de forma general. No hay ejercicios específicos para eliminar la grasa localizada en determinadas zonas. La región glúteo femoral es el último punto de donde desaparece, porque es donde hay más cantidad. El único ejercicio que consigue eliminar tu grasa es el que consiga mayor consumo calórico». Por eso, hay que combinar el entrenamiento cardiovascular con una rutina de fuerza.

Ejercicios de fortalecimiento del core (musculatura de la parte central del cuerpo, abdominales, lumbares, mulífidos…).

Lumbares y oblicuos

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  1. Descripción: Ata una goma por un extremo a la pata de la cama, o cualquier otro mueble, y coge con una mano el otro extremo. Colócate perpendicular a la goma y adopta la posición de plancha lateral de manera que tengas apoyo sobre las rodillas y sobre un antebrazo (para mayor intensidad, apóyate sobre los pies en lugar de las rodillas). Una vez alcanzada la posición, el ejercicio consiste en tirar de la goma por encima del cuerpo y por debajo de forma que la columna tenga que girar para realizar el movimiento.
  2. Beneficios: Realiza un trabajo muy completo y avanzado de estabilidad. Se ejercitan muchísimos músculos: glúteo medio y menor de la pierna de apoyo, oblicuos, lumbares, serrato, deltoides posterior, pectoral mayor, bíceps, tríceps, entre otros. Es muy buen ejercicio para practicar el swing en golf (¡todo son ventajas!).
  3. Repeticiones: De 10 a 15. Una repetición es el ciclo completo de pasar la mano por debajo y por encima del cuerpo en cada lado.

Plancha lateral

Seguimos con las planchas laterales. Reconozco que a mí me cuestan infinito, mucho más que los fondos, y es uno de los ejercicios que debo trabajar, porque dos de mis puntos débiles son la rotación de la cadera y los glúteos (Nobody is perfect!). Como explica Luis Javier González, estos ejercicios ayudan a estabilizar nuestra columna vertebral e inciden de manera muy intensa en los músculos oblicuos del abdomen. Esta variante, como en la horizontal, es un ejercicio isométrico o estático, es decir, no hay movimiento articular. Por eso es mejor realizarlo a continuación de los que sí conllevan un movimiento articular, como el crunch, abdominal inverso y torsiones.

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  1. Descripción: Túmbate de lado con las rodillas extendidas, los pies juntos y la cadera apoyada en el suelo. Sitúa el codo debajo del hombro e inspira. Suelta el aire y eleva el tren superior apoyándote en el codo y el antebrazo. Mantén las caderas elevadas formando una línea recta desde los tobillos hasta los hombros, y alinea la cabeza con el cuerpo. Coloca el otro brazo a lo largo del cuerpo. Tensa el núcleo corporal (abdomen) contrayendo los abdominales y conserva la posición durante 30 segundos. Descansa y recupera para volver a trabajar el otro costado.
  2. Beneficios: Los principales músculos que se trabajan son los oblicuos externo e interno, serratos, recto y transverso del abdomen, pero también, en menor medida, pectoral, cuádriceps, glúteos y lumbares.
  3. Repeticiones: 4 series de 30 segundos en cada lado (para avanzadas), 3 series de 20 segundos a cada lado (iniciación).

Core / cuadrado lumbar

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  1. Descripción: Colócate en posición de push up (plancha o fondo), separa las manos y apóyalas a mayor anchura que los hombros. Separa los pies y apóyalos a la anchura de las caderas. Realiza un push up y gira el cuerpo hasta colocarte en posición de plancha lateral, apoyándote sobre una mano y los dos pies. Vuelve a los cuatro apoyos para realizar otro fondo, seguido de una plancha lateral hacia el otro lado.
  2. Beneficios: Trabajo muy completo y avanzado de estabilidad. Pectoral, flexores de cadera, abdominal, oblicuos, serratos, trapecio, deltoides, tríceps, entre otros.
  3. Repeticiones: De 10 a 15. Una repetición es el ciclo completo de plancha izquierda, push up y plancha derecha.

Extensión de columna

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  1. Descripción: Colócate apoyando el vientre y la barbilla sobre la pelota y dejando los brazos en reposo, como si la estuvieras abrazando. Apoya los pies en el suelo separándolos a mayor anchura que las caderas. Extiende la columna y levanta los brazos hasta alinear todo el cuerpo.
  2. Beneficios: Trabaja la musculatura extensora de la columna.
  3. Repeticiones: Entre 12 y 15, aunque, al ser un ejercicio de Pilates, recuerda que cuenta la calidad, no la cantidad.

Swimming

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  1. Descripción: Este es un ejercicio clásico de Pilates. Tumbada boca abajo, extiende la columna ligeramente a la vez que elevas un brazo y la pierna contraria. Ve alternando brazo y pierna. Es importante mantener las cervicales en prolongación de la columna y no subir en exceso. Antes de cada subida contrae el transverso abdominal y el suelo pélvico. La respiración puede hacerse de dos maneras: soltando el aire al subir para controlar mejor la caja torácica, o al revés, inspirando al subir, lo que facilita la extensión.
  2. Beneficios: Trabajo de la musculatura extensora de la columna (lumbar y erectores espinales). Además, mejora el patrón de movimiento de extensión de la columna vertebral.
  3. Repeticiones: Entre 12 y 15, aunque, de nuevo, importa más la calidad que la cantidad.

Plancha con rotación de columna

¿Conoces los famosos discos de gliding? Dan un extra de inestabilidad al ejercicio y suponen un mayor trabajo muscular. Aquí los hemos sustituido por un par de bayetas (las de microfibra son perfectas porque resbalan) para que lo puedas hacer en casa.

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  1. Descripción: Coloca las manos en el suelo (justo debajo de los hombros) y cada punta del pie en el centro de una bayeta, en posición de plancha frontal (columna en posición neutra, cuidado con no hundir la zona lumbar). Desliza el pie derecho, llevando la rodilla hacia el codo izquierdo rotando ligeramente la columna, y vuelve a la posición inicial. Repite el ejercicio de forma alterna con la otra pierna.
  2. Beneficios: Buen trabajo de la musculatura del core (recto y oblicuos del abdomen, psoas) y serratos.
  3. Repeticiones: Entre 8 y 15 con cada pierna.

Burpees más plancha con brazo adelante

Este ejercicio es un dos en uno muy interesante, porque combina los dichosos burpees (¡bienvenida al ejército, soldado!) y una plancha avanzada (porque hay que desplazar hacia adelante un brazo, lo que genera un extra de dificultad en el ejercicio).

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  1. Descripción: Coloca las manos en el suelo (justo debajo de los hombros) sobre dos bayetas, y las puntas de cada pie sobre el centro de otras dos bayetas, en posición de plancha frontal (columna en posición neutra, cuidado de nuevo con no hundir la zona lumbar). Sin despegar pies y manos, impúlsate para acercar los pies a las manos hasta quedarte en cuclillas. Desde aquí, impúlsate de nuevo hacia atrás para volver a la posición de plancha. Desde la plancha, sin mover ni la columna ni las piernas, desliza una mano hacia delante, vuelve a posición inicial y a continuación repite con el otro brazo. Después, repite la ejecución de todo el ejercicio.
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  2. Beneficios: Trabajo intenso de la musculatura del core (recto y oblicuos del abdomen, psoas) y serratos. También haces cardio porque es un ejercicio de alta intensidad.
  3. Repeticiones: De 8 a 12.

Trabajo de glúteos, cuádriceps e isquiotibiales

Glúteo

¿Te suena la capoeira? Es un famoso arte marcial brasileño, mitad baile, mitad deporte, al ritmo de la música. Este ejercicio es similar a una de sus rutinas.

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  1. Descripción: Comienza en posición de squat (sentadilla). Realiza un split (también llamado zancada o lounge) hacia atrás, a la vez que giras la columna hacia la pierna que dejas adelantada, acompañando el movimiento con el brazo para equilibrarte. Desde aquí, vuelve a la posición squat sin extenderte (debes permanecer en todo momento con las rodillas y las caderas flexionadas) y repite el movimiento con la otra pierna. Verás cómo quema.
  2. Beneficios: Trabajo muy intenso del tren inferior, con especial importancia de los glúteos en la zancada atrás con el giro.
  3. Repeticiones: De 10 a 15. Una repetición es el ciclo completo de zancada, sentadilla, zancada.

Abducción de cadera

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  1. Descripción: Tumbada sobre un costado, con las dos piernas completamente extendidas, sujeta una pesa sobre el lateral de la pierna. Eleva la pierna contra resistencia de la pesa hasta un máximo de 45 grados, para 3 segundos y baja. Es importante no subir más de 45 grados, puesto que, normalmente, es complicado seguir realizando abducción de cadera a partir de esos grados (salvo casos de gran flexibilidad). Si subes más la pierna, lo haces gracias a una flexión lateral de la columna, y eso no interesa, puesto que el glúteo menor, medio y tensor de la fascia lata pierden carga.
  2. Beneficios: Activas el glúteo menor, medio y tensor de la fascia lata.
  3. Repeticiones: Hasta notar que el músculo se fatiga.

Plancha lateral con abducción de cadera

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  1. Descripción: Sitúate en decúbito lateral, es decir, de costado, apoyada sobre el antebrazo y la rodilla y manteniendo el alineamiento de la columna vertebral de forma neutral. Eleva la pierna libre y bájala. Debes evitar perder la posición inicial de la plancha, a pesar del movimiento de la pierna libre. Trabajas tanto la cadera de la rodilla de apoyo como la cadera de la pierna libre. En la primera, en isométrico (contracción muscular sin movimiento), y en la segunda, en concéntrico (contracción del músculo en movimiento).
  2. Beneficios: Activas el glúteo medio y menor, oblicuos, lumbar y serratos.
  3. Repeticiones: Hasta notar que el músculo se fatiga.

Squat con gomas o las «sentadillas infernales», by Ángel Merchán

Estas sentadillas me cuestan la vida y, cuando Ángel me pone el aro de Pilates alrededor de las piernas, quiero morir. ¡Te arde el glúteo! Te dejan tal resquemor en las patucas que deben ser buenísimas para poner el culete a tono. A por ellas, my ladies.

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  1. Descripción: Colócate de pie con una banda elástica a la altura de las rodillas (puedes hacerlo también con un aro de Pilates) y separa los pies a una anchura ligeramente mayor a la de las caderas para que la goma genere bastante tensión. Realiza el squat (sentadilla) respetando la técnica (columna neutra, peso en los talones, alineamiento tobillo-rodilla-cadera, la rodilla no sobrepasa la punta de los pies) y bajando todo lo que puedas. A medida que vayas bajando, haz fuerza con los glúteos contra resistencia de la goma para mantener las rodillas en su sitio.
  2. Beneficios: Mejorarás la activación de la musculatura de los glúteos en el ejercicio del squat (sentadilla).
  3. Repeticiones: Hasta notar que el músculo se fatiga.

One leg hip thrust

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  1. Descripción: Tumbada boca arriba apoyando un solo pie en el suelo y manteniendo la otra pierna en alto, eleva los glúteos lo más alto que te sea posible, mantén la posición arriba unos 3 segundos. Baja sin apoyar del todo el glúteo para luego volver a subir. Es importante mantener la curva lumbar neutra durante todo el recorrido, además de mantener las dos caderas a la misma altura, evitando que caiga más un glúteo que el otro. Si elevas los brazos durante el ejercicio aumentarás su complejidad e intensidad.
  2. Beneficios: Se trabajo el glúteo mayor en concéntrico y los rotadores de cadera en isométrico.
  3. Repeticiones: Hasta notar que el músculo se fatiga.

Abducción más rotación externa de cadera

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  1. Descripción: Tumbada de costado con rodillas y caderas flexionadas en unos 45 grados, coloca una goma atada a la altura de las rodillas. Mantén los dos pies juntos en todo momento y eleva las rodillas contra resistencia de la goma. Aguanta 3 segundos en el punto más alto para luego volver a bajar hasta un punto en el que la goma tenga todavía tensión. Es importante mantener la curva lumbar neutra y una cadera justo encima de la otra, evitando llevar la cadera más alta hacia atrás a medida que subes la rodilla.
  2. Beneficios: Buen trabajo del glúteo medio.
  3. Repeticiones: Hasta notar que el músculo se fatiga.

La Bailarina

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  1. Descripción: De pie. Adelanta uno de los pies y apoya la punta sobre la bayeta. Dibuja un semicírculo, deslizando el pie con la bayeta a la vez que realizas un lounge (flexión) con la otra pierna. Los brazos se desplazan hacia el lado contrario de la pierna en movimiento, para así controlar el equilibrio. Vuelve a la posición inicial dibujando, nuevamente, un semicírculo. Es importante que la pierna que no se mueve se mantenga en un correcto alineamiento tobillo-rodilla-cadera para así implicar correctamente la musculatura de los glúteos y evitar lesiones de rodilla. Cambia y realiza el ejercicio con la otra pierna.
  2. Beneficios: Trabajas glúteo, cuádriceps, femoral y equilibrio.
  3. Repeticiones: De 8 a 15 con cada pierna.

Isquiotibiales (la cara B de los muslos)

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  1. Descripción: Tumbada boca arriba sobre el suelo, apoya los talones en el centro de las bayetas y dobla las rodillas. Desde esta posición, mantén el glúteo elevado respetando la curva lumbar. Desliza los pies hacia delante y atrás sucesivamente, manteniendo el glúteo elevado y la columna neutra.
  2. Beneficios: Trabajo de isquiotibiales y femoral.
  3. Repeticiones: De 8 a 15 con cada pierna.

¿Cómo realizar estas tablas de ejercicios?

Lo ideal es que crees tu propio circuito por tiempo. Por ejemplo, puedes hacer durante 30 o 40 segundos cada ejercicio, dando tres vueltas al circuito con recuperaciones de 2 minutos entre cada vuelta.

Puedes organizar los ejercicios alternando uno de core con uno en el que se trabaje el tren inferior. Recuerda que es importante variar tu rutina de entrenamiento porque, si siempre realizas el mismo ejercicio, tu cuerpo se adapta a él y ya no supone ningún desafío y, por tanto, no mejorarás. Haz que cada sesión de entrenamiento sea un pequeño reto.

Salpimienta tu entrenamiento

Decía Albert Einstein que «si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo», por eso, además de hacer ejercicios de fuerza, hay que «salpimentar» tu entrenamiento. No hay ejercicio más repetitivo y monótono que el running, así que hay que variarlo un poco para no aburrirse y estancarse. Si siempre corres la misma distancia y al mismo ritmo, es imposible que mejores. Para correr más rápido hay que darle un twist a tu rutina de entrenamiento. Sí, llegan las series, los fartlek y las cuestas.

La regla de oro en la que todos los expertos coinciden es que la distancia, duración e intensidad no deben incrementarse más de un 10 por ciento a la semana. ¡Que no te puedan las prisas!

Dale ritmo

Como explican en La guía del corredor de Runner’s World, «primero debes aumentar el número de días que sales a correr para luego incrementar los kilómetros. Poco a poco, ir añadiendo lo que se conoce como una sesión de calidad, por ejemplo, un entrenamiento interválico, fartlek, tirada larga, o cuestas».

¿Qué son las sesiones de calidad? Para progresar en nuestra preparación, independientemente de la distancia que vayamos a preparar, «necesitaremos introducir sesiones de entrenamiento en las que trabajaremos de una manera específica diferentes aspectos y cualidades de nuestro organismo, como la técnica de carrera, la fuerza, el VO2 max (consumo máximo de oxígeno), el umbral anaeróbico, la potencia y capacidad aeróbica, entre otras», señala el preparador físico Luis Javier González.

Métodos de entrenamiento

Método continuo o carrera continua

Aquí se trabaja la capacidad aeróbica. Como explica Luis Javier González, «es el entrenamiento más básico de todos, consiste en correr de forma constante e ininterrumpida durante un tiempo o distancia determinada».

Los objetivos y efectos de la carrera continua son:

Como explica Luis Javier, «para los iniciados bastará con 10-20 minutos y los más avanzados podrán rodar hasta 2 horas. Siempre dependiendo del nivel de cada corredor y la carrera elegida para competir. Se puede poner en práctica desde el inicio de los entrenamientos y, generalmente, de dos a cinco días».

Método fraccionado

«El objetivo es que el corredor pueda aplicar más cantidad de trabajo a intensidades más altas de las que podría soportar con el método de carrera continua. Para eso, fraccionaremos las distancias e introduciremos pausas o recuperaciones para poder reiniciar el entrenamiento a una intensidad similar al esfuerzo anterior; son las también llamadas series», añade Luis Javier.

¿Cómo? Un ejemplo sería correr 3 veces la distancia de 2000 metros con una recuperación de 3 minutos a un ritmo superior al que se correrían 6 kilómetros de forma continua.

Los objetivos y efectos de este método de entrenamiento son, según el experto:

Para la recuperación, en el caso de los iniciados, hay que llegar a un pulso inferior a 120 pulsaciones por minuto antes de comenzar la siguiente serie.

«Se puede poner en práctica cuando llevemos un cierto volumen de entrenamiento de carrera continua, más o menos a las cuatro o cinco semanas de entrenamiento. Al principio, basta con una vez a la semana. Más adelante podríamos introducir una sesión más, por ejemplo, un día fraccionado largo y otro fraccionado corto», añade.

Fartlek o cambios de ritmo

Fartlek es una palabra de origen sueco que significa «juego de velocidad». Se trata de una sesión de entrenamiento de carrera en la que corremos a diferentes velocidades, a lo largo de distintas distancias y con intervalos de recuperación trotando suave. Se trata de combinar de esta manera, dentro de una misma sesión de entrenamiento, series largas, trabajo de velocidad y cuestas.

Por ejemplo, quienes se inician pueden correr 2 kilómetros fuertes, trotar 1 kilómetro y hacer de nuevo 1 kilómetro fuerte, para luego recuperar 500 metros y acabar con 500 metros más fuertes. Los iniciados pueden empezar a realizar el fartlek a partir de las tres o cuatro semanas de entrenamiento, de manera suave y progresiva. Se recomienda realizarlo una vez a la semana.

Los objetivos de este método de entrenamiento son:

Cuesta arriba, cuesta abajo

Las cuestas ayudan, y mucho, en la activación muscular, sobre todo de zonas como glúteos, muslos y gemelos. Además, incrementan el esfuerzo cardiovascular. Ojo, que bajarlas también es un reto, porque suponen un ejercicio intenso para los cuádriceps y las rodillas.

Las cuestas forman parte del entrenamiento fraccionado, porque pueden ser varias subidas, desde 20 hasta 500 metros, dependiendo de la prueba que estés preparando. La recuperación se hace bajando al trote suave. Lo ideal es elegir un terreno con cierta inclinación. Hay que subir impulsando bien con la parte delantera del pie, sin apoyar los talones. Bracea al subir y apóyate en los brazos acortando la zancada. Para bajar las cuestas, no eches el cuerpo hacia atrás, aprovecha la fuerza de la gravedad e inclínate ligeramente hacia delante, da zancadas más cortas y rápidas y encuentra el equilibrio apoyándote en los brazos.

El objetivo de este método de entrenamiento es:

«Para hacer el trabajo de cuestas necesitamos al menos un par de meses de preparación; antes haremos tiradas largas, fartlek, gimnasio, entrenamiento fraccionado. Alguien que empieza podría introducir el trabajo de cuestas en su programación una vez a la semana», recomienda Luis Javier.

Dónde está el límite

Los maratonianos hablan del famoso muro que suele aparecer allá por el kilómetro 30. Vamos, la pájara de toda la vida. En la popular carrera Behobia-San Sebastián yo también me topé con el dichoso muro, pero el psicológico.

Behobia es una prueba espectacular y dura a partes iguales. Son 20 kilómetros de un trazado plagado de subidas y bajadas, con un público entregado que se tira a las calles para arropar a los miles de valientes que corren contra viento, agua y frío. Sí, porque en Behobia casi siempre hace malo, muy malo. Se celebra en noviembre y lo habitual es que el cielo inevitablemente se abra.

Normalmente, disfruto mucho en las carreras, aunque vaya sola o el perfil sea duro. Sí, correr y sufrir haciéndolo siempre me compensa. Hasta que llegué a Behobia.

No tuve buenas sensaciones en ningún momento de la carrera, ni tan siquiera bajo el arco de salida, ni tampoco al llegar a la meta. El fin de semana había sido muy divertido. Muchos amigos habían venido a correr la prueba; me pude escapar hasta San Juan de Luz y darme un superpaseo y también disfruté de la ciudad de San Sebastián. Pero en mi cabeza estaba siempre el mismo runrún: «¿Pero cómo vamos a correr con esta lluvia y este viento?».

Yo estaba atacada (¡y aterrada!) y el resto del mundo parecía estar encantado. «¿En cuánto la quieres hacer?», me preguntaban constantemente. «¿Tiempo? Lo que quiero es ser capaz de acabar». Yo solo pensaba en que me diese una gastroenteritis, fiebre o una buena vomitona para no tener que correr el domingo, porque creía que no iba a ser capaz de lograrlo. Estaba claro que visualizarme feliz y contenta en la meta era misión imposible.

Las cosas tampoco mejoraron el día D. Había que coger un tren y un autobús para llegar a la salida y debíamos ir, literalmente, con lo puesto porque el guardarropa cerraba casi dos horas antes de la salida de mi grupo. «Llévate una camiseta o un jersey viejo», me aconsejaban. Y yo sin saber qué contestar porque no tengo ropa vieja. Siempre regalo la ropa que no uso; el síndrome de Diógenes no va conmigo. Para colmo de males, decidimos bajarnos en otra parada de tren porque creíamos que en la siguiente estación habría menos barullo para coger el autobús lanzadera hasta la salida de la prueba. Al final, terminamos caminando los 3,5 kilómetros que nos separaban de Behobia con nuestros ponchos de plástico al viento, e intentando no pasar frío. Llegamos a la salida sin tiempo para calentar: preparados, listos, ya, ¡corred!

«Tengo las piernas agarrotadas. ¿Pero qué hago yo aquí?

¿Quién me manda? Creo que no voy a poder.

Menos mal que no me puse las mallas largas. Vaya calorazo.

Me sobran hasta los manguitos.

Porque son nuevos, que si no, los tiraba. ¡Uff, qué agobio! ¿Me los quito? Y ¿dónde los meto? Bueno, los bajo hasta las muñecas y a ver qué tal.

Vaya, cómo oprimen. ¡Por algo dicen que hay que probar todo antes de la prueba! ¡Eso lo enseñan en primero de running!

Bueno, pues me los quito.

No, mejor me los dejo que si luego empieza a llover me puedo secar los brazos. Qué mal me he puesto las horquillas, me viene todo el pelo para la cara.

¡Vaya cuestaca! ¿No empezaban en el kilómetro 6?

Madre mía, ¿quién me manda?

Anda, si ya estamos en el kilómetro 5.

Coño, si estamos corriendo por una autovía.

De pulso voy bien, pero no puedo más.

Me paro. Doy la vuelta.

¿Qué necesidad?

Me invento algo. Ya se me ocurrirá una excusa.

Pero luego, ¿cómo vuelvo a San Sebastián? No tengo dinero, ni móvil. ¿Dónde voy?

Mitre, no te queda otra que apretar el culo y correr».

Y así durante 20 kilómetros.

El lunes cuando llegué a ELLE, como todas las mañanas, me tomé el café con Amaya.

—¿Qué?, ¿cómo te ha ido, Mitrus?

—Pues un infierno, Ama. Sufrí mucho.

—¿Pero terminaste?

—Sí, claro.

Amaya no lograba entender qué fue lo que me impulsó a seguir. Si no quería correr, cómo logré hacerlo durante 20 kilómetros. Y la respuesta era muy sencilla: terminé porque no había más opción. Si no me encontraba mal físicamente, si mi pulso y mis piernas iban bien, retirarme no podía entrar en mis planes.

Me cuesta mucho esfuerzo encontrar los huecos para entrenar. Además, ponerse un reto es muy sacrificado, porque en lugar de llegar a casa y tirarte en el sofá, hay que calzarse las zapas y salir a correr, y hay veces que no apetece (¡nada!). Dicen que sarna con gusto no pica… Pues sí que pica, pero la satisfacción que produce compensa lo desagradable del picor.

Para llegar hasta la salida de una prueba he tenido que tirar de disciplina y fuerza de voluntad y lograr que mi afición fuera compatible con mi trabajo y mi familia. Así que en Behobia no estaba dispuesta a tirar la toalla solo porque mi cabeza se hacía la remolona. Durante 20 kilómetros le eché un pulso a mi mente para ver quién era más fuerte, si ella o yo. Al final, gané.

Correr y descansar con cabeza

Las mujeres solemos ser más prudentes y disciplinadas que los chicos, pero también muy dadas a flagelarnos con la esclavitud del «debería». Por ello, es muy fácil que con el enganche al running llegue un punto en el que perdamos un poco la perspectiva —¡Échale la culpa a las endorfinas!

En nuestro afán por superarnos nos pasa que queremos cumplir el plan de entrenamiento a rajatabla, como si nos fuese la vida en ello, y ahí es cuando aparecen las lesiones y las sobrecargas. No pierdas la perspectiva y recuerda que, además de correr, hacemos millares de cosas en nuestro día a día que consumen mucha energía.

Un error clásico en este deporte es no descansar lo suficiente, especialmente cuando intentamos mejorar y rascarle unos segundos al crono. El problema es que, si no respetas el descanso y te hinchas a hacer kilómetros, no serás mejor runner, lo más probable es que termines siendo una corredora lesionada. Lo sé, es complicado. También para mí no salir a correr, por la razón que sea, se convierte en un drama, pero, como dicen los expertos, el descanso es muchas veces el mejor entrenamiento.

Aquí va otro gran clásico: escucha a tu cuerpo. A mí me ha costado asumirlo (de hecho, el peaje han sido un par de lesiones), pero ahora ya he aprendido la lección y, si veo que ese día no estoy para mucha marcha, bajo el pistón, voy más suave e incluso no entreno. Es importante que tu cuerpo se adapte al esfuerzo y, además, tus músculos necesitan tiempo para repararse. No lo dudes: el descanso te hará más fuerte.

Debemos recordar que no somos atletas, sino mujeres que corren, que disfrutamos de este deporte, pero tenemos que hacerlo compatible con un estilo de vida en el que la lista de «tareas pendientes» no para de crecer. Por eso puede ocurrirte que te pases de rosca. ¿Cómo sé si estoy sobrentrenada? Algunos de los síntomas son la apatía y pérdida de motivación y también trastornos del sueño. Para evitar esa sensación de fatiga, tu plan de entrenamiento debe incluir algún día de descanso. ¡No te lo saltes!

Este año, siguiendo las indicaciones del preparador físico Ángel Merchán, estoy llevando un diario de mi pulso en reposo. Todas las mañanas, cuando suena el despertador, me quedo unos minutos más en la cama y me tomo el pulso. Así puedo ir comprobando si hay muchas variaciones. Salir por la noche de copas, dormir mal, estar incubando un virus y hacer un entrenamiento muy intenso por la tarde pueden alterar tu frecuencia cardiaca en reposo. Si el pulso fluctúa en exceso durante dos o tres días seguidos (por encima de 5/8 pulsaciones de la frecuencia de reposo media), puede deberse a que estoy sobrentrenada y no estoy asimilando las cargas. Cuando eso ocurre, es la hora de bajar el pistón y descansar más.