2. Run, Cris, run

Después de sobrevivir a ese primer día, empecé a correr con el grupo de chicas todos los martes y los jueves de siete a ocho de la tarde. Luego, se suponía que había que «hacer una tirada» los domingos.

Para motivarme me compré unas zapatillas y unas mallas. ¿Qué mejor forma de coger el hábito que yéndome de shopping? Ya tenía excusa. Para acertar con la compra no me leí la revista Runner’s, ni ningún libro, y ni mucho menos me preocupé de saber cómo era mi pisada. Le pregunté a mi prima Laura con qué corría ella y me compré las mismas zapatillas. Y ojalá en aquel momento alguien me hubiese explicado que no es lo mismo pronar que supinar, porque me hubiese ahorrado un par de disgustos con mis uñas y varias punciones secas en los gemelos. Para empezar, cometí el clásico error de novata: las compré pequeñas. Esas primeras «alas» eran un 39, hoy calzo un 40,5. Y no, no me ha crecido el pie un número y medio en cuatro años. Mi error fue comprar unas zapatillas como si se tratase de un par de zapatos. Así que para ahorrarte unos cuantos dolores, lee con detenimiento estos consejos.

«Que sean monas y estén bien»

Esta frase me la han dicho varias amigas cuando me piden que les recomiende unas deportivas, incluso hay quien se las compra con control de pronación cuando su pisada es neutra solo porque le gustan los «colorinos». Craso error. Cuando quieras comprarte unas zapatillas de correr, ponte en manos expertas y déjate asesorar. Las tiendas especializadas son tu mejor baza, porque el personal está muy cualificado (la mayoría son corredores) y sabrán recomendarte las que mejor se adecuen a tus necesidades teniendo en cuenta factores como por dónde corres (asfalto, caminos, etc.), cuántos días a la semana entrenas, tu peso y tu pisada.

Y tú de qué tribu eres

Seguro que has oído hablar de pronadores y supinadores, pero ¿quién es quién y por qué es tan importante saber cómo pisas? Buena parte de las lesiones que sufren los corredores (sobre todo los que se inician) vienen provocadas por no llevar las zapatillas adecuadas. Por eso, es importante saber cómo se comporta tu cuerpo al correr. La pronación no es otra cosa que la rotación natural que realizan los pies hacia el interior al correr o caminar para así amortiguar el impacto. Recuerda que cuando corres, tus articulaciones soportan tu peso corporal multiplicado por tres, así que debes asegurarte de llevar la amortiguación adecuada y unas zapatillas que ayuden a tus pies a apoyar bien. ¿Pronas o supinas?

Tienes hiperpronación (también conocida como sobrepronación o simplemente pronación) si al pisar el pie parece hundirse hacia dentro porque tu tobillo gira ligeramente hacia el interior del pie. Echa un ojo a tus zapatos y verás cómo tienes el talón y la cara interior de la puntera, sobre todo la zona del dedo gordo, más desgastados. Supinar es todo lo contrario: el pie se hunde hacia fuera, es decir, el tobillo esta vez gira hacia el exterior. Por eso, desgastas más los zapatos por la zona exterior del talón. Por último, están las corredoras neutras, rara avis, que ni lo uno ni lo otro: no hay ningún tipo de hundimiento (no es muy común). La mayoría de las mujeres tendemos a pronar por cómo están alineadas nuestras caderas respecto a nuestras rodillas. Es importante tener en cuenta cómo es el apoyo, porque necesitarás unas zapatillas que lo corrijan si no es adecuado para evitar lesiones y sobrecargas.

En mi caso, estaba corriendo con una zapatilla neutra cuando necesitaba urgentemente «control de pronación». Así que, después de varias sobrecargas en los soleos y gemelos, me hice un estudio de la pisada y unas plantillas para que corrigiesen esa pronación. Por eso ahora siempre elijo zapatillas neutras porque a este tipo de modelos puedes incorporarles las plantillas que corrigen la pisada, en mi caso mi excesiva pronación. Si corres con plantillas y te toca renovar «alas», pruébatelas con ellas antes, porque hay veces que el ajuste no es perfecto. De todas formas, la mayoría de firmas tienen deportivas con control de pronación para que no tengas que usar plantillas si no quieres. En muchas tiendas, te harán un sencillo test para comprobar cómo pisas y recomendarte las más adecuadas. Además, muchas firmas deportivas tienen sus propios test de pisada (que pueden incluir correr en una cinta mientras graban el movimiento de tus pies) y así es posible averiguar cuál de sus modelos es el más adecuado para ti.

Larga vida a tus zapas

Hace tiempo conseguí (¡por fin!) convencer a mi madre de que las zapatillas de correr no se meten en la lavadora para que queden «limpinas». Para quitarles el polvo, el barro e incluso la sangre (el día que se te clave una estúpida uña lo comprobarás), nada como las toallitas de bebé o desmaquillantes. Obran milagros. Si pueden con el maquillaje waterproof, eliminarán hasta el barro más incrustado. Si no, siempre puedes usar una bayeta húmeda (las de microfibra son estupendas). Suelo correr por caminos, así que es habitual que en invierno mis zapas queden bien untaditas en una arcilla pastosa. Cuando el barro se seca, las sacudo y las «abrillanto» con toallitas o un paño húmedo.

Si se han mojado, nunca las pongas debajo del radiador o directamente al sol, mete papel de periódico en el interior, o un trapo, y espera a que se sequen. Recuerda que las zapatillas de correr no son un fondo de armario o «una inversión para toda la vida» como un Chanel 2.55. Aproximadamente, a los 1000 kilómetros hay que decirles adiós, porque habrán perdido toda su capacidad de amortiguación. No está de más apuntar en tu agenda el día que las estrenaste para ir calculando. Además, dependiendo de tu peso y por dónde corras, las zapatillas pueden gastarse mucho más. No es mala idea que de vez en cuando le eches un vistazo a la suela. Si el dibujo está desgastado, está claro que toca plan Renove.

Yo me fío de los expertos, así que, como los atletas Paula Radcliffe y Chema Martínez, siempre corro con dos modelos de distintas marcas y voy alternando. Así mis pies y todos los músculos trabajarán de forma ligeramente distinta dependiendo de la zapatilla que lleve y no se volverán vagos. Pero para empezar, con un par tienes suficiente y, si las cuidas bien, tienes cientos de kilómetros de disfrute por delante.

He visto a muchas mujeres que empiezan a correr con zapatillas que vivieron su momento de gloria allá por los noventa y, más de una vez, me quedo con ganas de decirles algo. Es la primera inversión que debes hacer si quieres que esto de correr te dure. Tómate tu tiempo, busca y compara hasta encontrar la que mejor se adecua a tus características runners y a tu presupuesto. Ahora, la variedad (tanto en precio como en modelos) es infinita y las marcas (afortunadamente) ya apuestan por los colorinos. Y si quieres que te duren, desátalas para quitártelas, porque las taloneras, responsables de sujetar el pie, se destrozan si te las quitas atadas.

Un último consejo: Elige siempre los modelos específicos para chicas, porque están pensados y diseñados teniendo en cuenta nuestras características. Como me explican los expertos de Asics, las mujeres tienen un talón más estrecho en relación con la parte delantera de su pie. Por eso, si usan las de chico, el talón resbala, produce inestabilidad y las temidas (y sufridas) rozaduras. Pero, además, los modelos de esta firma en concreto también tienen en cuenta nuestro ciclo de ovulación. ¿Por qué? Como los estrógenos relajan los músculos (afortunadamente para nosotras, porque si no a ver quién paría), nuestro pie va cambiando a lo largo del ciclo menstrual (por ejemplo, la altura del arco del pie se reduce).

Chuleta para comprar zapatillas de correr

  1. Pruébalas con los calcetines que corres habitualmente. Ni medias, ni ejecutivos, para que tengas «sensaciones» desde el principio.
  2. Como Dios, que aprieta pero no ahoga. Así deberías sentirlas. Ajustadas, pero no que te corten la circulación.
  3. Entre el dedo más largo del pie y la punta de la zapatilla debe haber una separación equivalente a la uña de tu dedo pulgar.
  4. Pruébate los dos pies porque solemos tener uno más largo que otro.
  5. ¿Cuándo ir a la caza y captura de la zapa? Por la tarde, a última hora, porque tus pies estarán ligeramente más hinchados, igual que cuando corres.
  6. Las zapatillas ni menguan ni dan de sí, así que es importante llevarte la talla adecuada. Siempre que no se salga el talón, es mejor que queden un poquito holgadas para que los dedos no choquen contra la puntera y evitar así las temidas uñas negras.
  7. No siempre llevas el mismo número. Esto se aplica tanto a distintos modelos de una misma marca como a firmas distintas.

Tabla de equivalencias

Como puede que compréis zapatillas por Internet o en el extranjero, aquí os dejo un cuadro muy útil sobre qué número corresponde a cada marca.

ASICS

BROOKS

MIZUNO

SAUCONY

NIKE

ADIDAS

EUR

USA / CM

USA / CM

USA / CM

USA / CM

USA / CM

EUR / UK / USA / CM

35,5

5 / 22,5

5 / 21,5

5 / 21,5

5,5 / 22,5

36

5,5 /

5,5 / 22

5,5 / 22

6 / 23

36 / 3,5 / 5 / 22

36,5

6 / 22,5

6,5 / 23

36,7 / 4 / 5,5 / 22,5

37

6 / 23

7 / 23,5

6 / 22,5

37,3 / 4,5 / 6 / 23

37,5

6,5 / 23,5

6,5 / 23

6,5 / 23

6,5 / 23,5

38

7 / 24

7 / 23,5

7,5 / 24

7 / 23,5

7 / 4

38 / 5 / 6,5 23,5

38,5

7,5 / 24

8 / 24,5

7,5 / 24

7,5 / 24,5

38,7 / 5,5 / 7 / 24

39

7,5 / 24,5

8 / 24,5

8,5 / 25

8 / 24,5

8 / 24,5

39,3 / 6 / 7,5 / 24,5

39,5

8 / 25

40

8,5 / 25,5

8,5 / 25,5

9 / 25,5

8,5 / 25

8,5 / 25,5

40 / 6,5 / 8 / 25

40,5

9 /

9 / 25,5

9,5 / 26

9 / 25,5

9 / 226

40,7 / 7 / 8,5 / 25,5

41

9,5 / 26

10 / 26,5

9,5 / 26

9,5 / 26,5

41,3 / 7,5 / 9 / 26

41,5

9,5 / 26

42

10 / 26,5

10 / 26,5

10,5 / 27

10 / 26,5

10 / 27

42 / 8 / 9,5 /26,5

42,5

10,5 / 27

11 / 27,5

10,5 / 27

10,5 / 27,5

42,7 / 8,5 / 10 / 27

43

11 / 27,5

11,5 / 28

11 / 27,5

11 / 28

43,3 / 9 / 10,5 / 27,5

43,5

9,5 / 27,5

43,3 / 9 / 9,5 / 27,5

44

11,5 / 28

12 / 28,5

11,5 /

11,5 / 28,5

44 / 9,5 / 11 / 28

Fuente: Sportzapatillas.com

¿Qué me pongo para correr?

No hace falta que me animen mucho para irme de compras, así que tenía claro que para empezar a correr y estar más motivada tenía que verme bien en mallas y, por supuesto, debían ser negras, porque todas sabemos que adelgaza. Sé que no hay ningún estudio científico que lo pruebe, pero creo firmemente en que, si te ves bien en ropa de deporte, es más probable que te enganches al ejercicio. Estaréis conmigo en que a nadie le gusta verse fea, aunque sea para sudar la camiseta.

Después de invertir en las zapatillas, mi siguiente compra maestra fueron las famosas mallas y, una vez más, me equivoqué con la talla.

Hace cuatro años, os aseguro que la selección deportiva para chicas de muchas firmas cabía en un solo perchero. Mi primera compra fueron unas mallas largas talla M, porque me pareció que la S marcaba mucho. Nuevo error, con las puestas y los lavados dieron de sí y tenía que subirlas tan arriba que parecía Steve Urkle en versión runner: mallas casi a la altura del pecho y todo el día tirando de ellas porque se caían. Para completar el look, me compré una camiseta y un cortavientos. Aunque todavía era septiembre, pensaba que en octubre empezaría a soplar el viento. Al final, no lo estrené hasta noviembre. Pero, como siempre, mujer precavida vale por dos.

sprinters, rockies, skorts… ¿Con qué correr?

Antes de las carreras el qué me pongo es el debate: ¿de corto o de largo?, ¿mallas o shorts? Parece una tontería, pero las opciones son muchas y no acertar con la ropa te puede amargar la carrera o el entrenamiento. Después de mucho probar yo ya tengo mis favoritos. En invierno, siempre corro con mallas largas, prefiero llevar toda la pierna cubierta y no me ando con medias tintas. Aunque tengo piratas (los que llegan hasta la altura de las rodillas), paso de los shorts en verano a «la puesta de largo» en invierno. Para mí no existe el entretiempo runner.

Respecto a los pantalones cortos, hay dos tipos: los rockies (por Rocky Balboa), que son unos calzoncillos tipo boxer de chico, o las mallas cortas en todas sus versiones: desde los ciclistas, que te cubren medio muslo, hasta los sprinters, shorts o hotpants, que son lo más parecido a un culotte, y que me resultan muy cómodos en verano. Ahora, hay firmas que apuestan por las mallas de compresión. Es lo más parecido a una faja runner, pero con beneficios que van más allá de llevar prietas las carnes. Con la compresión, se evita la vibración de los músculos, se mejora la oxigenación de los tejidos y se reduce la fatiga muscular.

Pero, sin duda, una de mis prendas favoritas es la minifalda para correr. En inglés se conocen como skorts, mezcla de skirt (falda) y shorts (pantalones cortos). Son supercómodas, incluso para hacer un medio maratón. Por debajo llevas unos culottes que van cubiertos por una falda muy elástica. Así las «zonas problemáticas» no quedan a la vista y, además, son muy originales.

El fondo de armario de una corredora

Después de las mallas y zapatillas, tu tercera compra maestra es un buen sujetador. Sí, aunque tengas muy poco pecho. Nunca corras con tu sujetador de diario, porque no ofrece la sujeción necesaria. Nuestros pechos no son biónicos y, con tanto impacto y gracias a la implacable fuerza de la gravedad, sufren en silencio. Piensa que cuando corres tu pecho puede llegar a desplazarse hasta 21 centímetros. Resultado: se descuelga de forma prematura y, aunque tengas poco, sigues necesitando algo de apoyo.

El pecho está formado por glándulas mamarias, tejido graso y conectivo. Los músculos pectorales se encuentran debajo y no aportan ningún tipo de sujeción, solo la que ofrecen los ligamentos que, además, son débiles por naturaleza. Por este motivo, los deportes con impacto, como correr o el aeróbic, pueden dañar el tejido conectivo del pecho, al distenderlo o incluso romperlo, lo que provoca hemorragias internas. Además, si se dañan los ligamentos de Cooper (los encargados de dar soporte a las mamas) es imposible repararlos.

Al ser una estructura pasiva, tampoco tienen capacidad de contracción como los músculos. La solución: un sujetador deportivo adecuado que fije bien el pecho durante el ejercicio y que, además, esté fabricado en un tejido transpirable. Otro truco: para correr elige siempre los denominados de alto impacto.

Hay dos tipos de sujetadores: los que yo llamo de camiseta —el clásico top que viene en talla desde XS a L (o de la 36 a la 42…)—, que sujetan el pecho al realizar cierta compresión (como si lo llevases vendado), y los que tienen copas, como los sujetadores clásicos, en los que cada pecho va en un «compartimento» separado. Si tienes mucho pecho, te recomiendo los segundos, porque te aportan más sujeción y los tirantes y el contorno suelen ser ajustables.

Personalmente prefiero los de tipo top, porque cruzan por la espalda ofreciendo así un extra de sujeción. Además, si tienen enganche metálico y tirantes extensibles, mejor; si no, hay veces que termino haciendo contorsionismo para poder quitármelos, sobre todo si estoy muy sudada.

¿Cómo debes sentir el sujetador? Ajustado pero no demasiado apretado, el pecho no debe sobresalir y, respecto a las talla, os diré que, según la firma Women’Secret, el 70 por ciento de las mujeres la elegimos mal.

Así que saca la cinta métrica y vamos a echar cuentas, porque no es lo mismo el contorno que la copa. Hay firmas cuyo tallaje cubre sencillamente de la S a la L, pero otras tienen en cuenta tu contorno y tu copa. Os dejo el sistema de medición de dicha firma porque me parece muy útil. Primero, para averiguar tu copa, coloca la cinta métrica justo por encima de los pezones y mide todo el contorno. A continuación, coloca la cinta justo por debajo del pecho y mide de nuevo el contorno. Consulta el cuadro, haciendo coincidir la primera medida con la segunda. Por ejemplo, yo soy una 90 A y a veces una B (la letra es la copa y el número corresponde al contorno).

96805.jpg

Fuente: Women’Secret

Estas medidas son orientativas y a veces no coinciden exactamente, por eso es importante que pruebes el sujetador, que compares varios modelos y elijas aquel que te ofrezca la mejor sujeción, pero sin comprometer tu comodidad. Además, te recomiendo que lo pruebes con la cinta del pulsómetro para ver cómo es el ajuste. Último consejo: cuantas menos costuras tengan, mejor, porque así disminuyes las probabilidades de que te termine rozando.

Lo que todavía no he podido solucionar es el tema de las llagas que me produce la caja del pulsómetro en el centro del pecho. Por alguna razón que desconozco, me roza (hasta provocarme llaga y herida). Y no importa si me aplico o no vaselina, me pasa siempre y con distintos modelos de sujetador. Así que muchas veces corro con tiritas o con un trozo de esparadrapo pegado al pecho, porque literalmente me desuella la piel. No a todas las corredoras les ocurre, pero he escuchado a muchas que se lamentan igual que yo, porque escuece y es incómodo. De hecho, en cuanto termino de correr lo primero que hago es quitarme la banda del pulsómetro porque no aguanto más. Si es tu caso, tras la carrera aplica aceite de rosa mosqueta o argán sobre la zona, porque ayudan a la regeneración de la piel y así no te quedará marca. En verano, si vas a la playa, sé generosa con la protección solar para evitar las temidas manchas.

Desde aquí espero que alguna firma escuche mis plegarias y diseñe un sujetador que permita llevar el pulsómetro sin que roce. Mis pechos les estarán eternamente agradecidos.

El apasionante mundo del calcetín

Los calcetines son algo tan corriente que nos olvidamos de su importancia, y más cuando corremos. Nunca jamás los lleves de algodón. Pese a que soy fan de este tejido, sobre todo si es orgánico, es pésimo para practicar cualquier tipo de deporte. El algodón retiene la humedad, no la suelta, no transpira, y así la piel de tus pies se reblandece y con el roce aparecen las incómodas ampollas. Si además no son tu talla y te quedan grandes, terminarán rozando. Por eso, elige siempre tejidos técnicos como DryFit, licra o Coolmax, porque no retienen la humedad. Y cuantas menos costuras, mejor. Particularmente los prefiero cortos, pero para gustos, nunca mejor dicho, calcetines.

En bragas a lo Bridget Jones o con tanga

En más de una ocasión algunas chicas me han preguntado con qué ropa interior corro, y es normal que les asalten las dudas. En verano, me encantan los pantalones cortos que vienen con braga incorporada, porque ya no hay que preocuparse, pero en invierno, con las bajas temperaturas, la cosa cambia.

Por regla general, a las carreras voy con tanga, y sí, siempre el mismo. No por un tema supersticioso, sino por ser práctica: sé que no me va a rozar porque ya lo tengo muy testado. Para entrenar, la mayoría de las veces las braguitas de tipo biquini, sin muchas costuras, son mis favoritas porque no se marcan, ni se convierten en la «braga-tanga». No hay nada más incómodo que pasarte una hora colocándote las bragas porque no ajustan bien, y si no que le pregunten a Rafa Nadal. De nuevo, evito el algodón cien por cien y suelo optar por materiales como la microfibra.

El chaleco, ese imprescindible

Aunque es menos popular que el clásico cortavientos, para mí es una prenda diez que uso todo el año. En Madrid, la verdad es que solo llevo chaqueta para correr en los meses de invierno más duros (enero y febrero) y solo si salgo al alba. El resto del año, hasta que llega mayo con sus calores, esta prenda es mi compañera inseparable de fatigas. Como en el caso del cortavientos, elige uno que se ajuste bien al cuerpo, con cremallera y cuello que te tape la zona de la garganta y con bolsillos estratégicos para guardar las llaves, el móvil, o tu reproductor MP3. Me gusta porque deja los brazos libres y corro con la sensación de ir más ligera. Yo, como Armani, apuesto por lo minimal: menos es más hasta para correr.

Los manguitos

Es otra prenda de fondo de armario runner que descubrí hace poco gracias al consejo de mi amiga la atleta Tamara Sanfabio. No sé si esto lo experimento yo sola o les pasa a todas las runners, pero me fastidia mucho no acertar con la ropa de correr. Si salgo a entrenar y, de repente, noto que voy demasiado abrigada, me pongo en modo centrifugado y solo puedo pensar en el calor que estoy pasando. Y al contrario, si voy demasiado ligera, en las recuperaciones me da miedo quedarme fría.

Por eso los manguitos son la prenda perfecta para esos momentos en los que no sé qué demonios ponerme. Son como una especie de mangas, perfectas si llevas tirantes o manga corta y no estás muy segura de si va a hacer calor o frío. Si necesitas ir más ligera, puedes bajarlos hasta la altura de las muñecas o simplemente quitártelos y guardarlos en el bolsillo. Además de prácticos, los hay también de compresión que facilitan el retorno venoso y, si además son de colorinos, le dan un punto muy cool a tu estilismo runner.

Consejos útiles para triunfar con tu shopping runner

  1. Mejor prieta que holgada. Seguro que más de una os habéis comprado la camiseta más grande o el cortavientos talla L para que os tapase el culo o la tripa. Pues mal hecho; para correr es mejor llevar la ropa ajustada (esto no quiere decir ir embutida). Piensa que las prendas están diseñadas para correr y sudar, así que, con el constante movimiento y la humedad, si la ropa te queda grande, terminará rozándote, te pesará más e incluso podrá llegar a agobiarte. Olvídate de tapar el culo, concéntrate en lo importante: correr mejor y más rápido, y no en que alguien va a estar fijándose en el ir y venir de tus nalgas o tu tripa.
  2. Las camisetas. Siempre de tejidos técnicos y nunca de algodón, porque este retiene la humedad (hasta el 8 por ciento de su peso en agua) y hace que pesen más y rocen. Además, cuando pares de correr te quedarás fría porque, al tratarse de un material que no dispersa el sudor, estarás empapada. Es mejor apostar por los materiales técnicos, como el poliéster, porque es bastante más ligero, se seca rapidísimo y jamás se arruga. Por otro lado, permite vestirse a capas sin sentirse como el muñeco de Michelin. Personalmente, prefiero las camisetas clásicas, con mangas y cuello a la caja (así no me da el sol en el escote), a los tops que vienen con el sujetador incorporado, porque para mi gusto no ofrecen tanta sujeción como un sujetador de alto impacto.
  3. Ante todo, comodidad. Si en el probador ya notas que la prenda te roza, te aprieta o que hay una costura o una cremallera que se clavan, cuando te pongas a correr, con el sudor y el calor, será mucho peor. Aunque te arrebate el color o el diseño, si te resulta incómodo, no te lo vas a poner. Piensa cuántas veces has usado esos zapatos de supertacón tan ideales, a la par que incómodos, que tienes en el armario.

Mima tu ropa deportiva

  1. No utilices suavizante, porque sus siliconas recubren con una película las fibras técnicas, que terminan perdiendo sus propiedades, como la de poder evaporar o repeler la humedad y el sudor.
  2. Si utilizas la secadora, hazlo siempre a baja temperatura y no te pases de minutos, porque si no, al ponerte la prenda, vas a ser incapaz de controlar la electricidad estática de tu pelo. Para que algunas prendas técnicas no cojan pelusas mete una pelota de tenis en el tambor de la secadora.
  3. La ropa de correr no se plancha, así que una cosa menos. ¿Te imaginas llevar las mallas de correr con raya?
  4. Lava la ropa de correr por separado y mejor con agua fría para proteger los tejidos.
  5. Las etiquetas están para algo. Léelas antes de pegarles el tijeretazo porque ofrecen información útil sobre cómo cuidar tus prendas.
  6. Existen detergentes, específicos, como Micolor Fresh Gel, para prendas sintéticas (viscosa, elastán, microfibras, poliamida, poliéster…) que funcionan muy bien, porque llegado cierto tiempo hay que reconocer que, sobre todo las camisetas, terminan cogiendo solera.

Cambio de temporada. Luchando contra los elementos

Correr en verano y en invierno puede llegar a ser un reto. Pero que haga frío no significa que tengas más posibilidades de ponerte mala por salir a correr. Sí lo harás si tu ropa no transpira bien o estiras empapada en sudor. Cuando baja la temperatura, llega menos calor a la superficie de la piel, porque el cuerpo tiende a mantenerlo en su interior, por eso sudas menos. Tener las manos y los pies fríos es signo de que tu cuerpo está intentando mantener el calor en su interior. Es importante que recuerdes que una vez que empieces a correr es poco probable que la parte del core (la zona del tronco, etc.) tenga frío.

La cabeza y las manos son las zonas por las que perdemos calor de forma más rápida, así que protégelas con guantes, gorros y cintas. Como tengo mucho pelo, los gorros suelen agobiarme bastante y las gorras me quitan visibilidad, así que siempre corro con las cintas de pelo anchas de Buzz. Me permiten retirar todo el flequillo de la cara, cubrir las orejas y buena parte de la cabeza. Son muy útiles.

Aunque ahí fuera parezca Siberia, no salgas a correr con un forro polar (o con las medias térmicas debajo de las mallas, como hice yo en una ocasión); en cuanto calientes te empezará a sobrar ropa y, además, sudarás en exceso. Consecuencia: te deshidratarás con rapidez. Tampoco es recomendable correr con las prendas atadas a la cintura, no solo pierdes movilidad, además, pesan. Lo mejor es vestirse «a lo cebolla», es decir, con varias capas que, además de repeler el frío, la lluvia y el viento, crean cámaras de aire entre ellas y así te aíslan mejor del frío del exterior. Una vez más, elige tejidos técnicos y evita las prendas de algodón. En invierno, suelo correr con un chaleco, una camiseta térmica y unas mallas largas. Cubro la cabeza y las manos y ya estoy lista para «apatrullar» la ciudad a golpe de zapatilla.

En verano la cosa cambia. Reconozco que son los meses en los que más me cuesta correr. Una vez más, es importante proteger la cabeza, pero esta vez del calor. Como os decía, las gorras me agobian un poco, pero en cambio las viseras me resultan más prácticas, son ligeras y cubren el rostro (así no me da el sol y estoy a salvo de la aparición de las dichosas manchas).

Respecto a las gafas, yo las uso todo el año, aunque no haga sol. Es muy típico que mientras corres frunzas el ceño o fuerces un poco la vista por culpa de la claridad. Así sobrecargas las cervicales, el cuello y hombros, e incluso te puede llegar a doler la cabeza. Además, esas pequeñas contracciones musculares son las causantes de las arrugas del delicado contorno de los ojos. Si quieres evitar el Botox, apuesta por unas buenas gafas que ayudarán a que relajes el gesto mientras corres. Aunque más adelante te ofrezco un manual de belleza para mujeres que corren, no olvides aplicar siempre protección solar tanto en el puente de la nariz como en la parte alta de los pómulos. Los cristales de las gafas hacen efecto espejo: la luz se refleja en esas zonas más prominentes y es más fácil que aparezcan los lentigos solares (manchas).

Gadgets y aplicaciones. La importancia de monitorizar tu carrera

Para medir tus progresos es muy útil contar con un diario runner. No hace falta que al llegar de correr apuntes kilómetros, ritmos o sensaciones en un diario porque hay multitud de aplicaciones móviles que te dan una información muy detallada sobre tu carrera y así es más fácil comprobar tus progresos.

Yo siempre voy con un reloj que incluye GPS y un monitor de frecuencia cardiaca (mi modelo es el Garmin 210), pero muchos de mis amigos corren con apps, las más conocidas son Runtastic, Runkeeper o Nike+.

No me gusta salir con el móvil, porque me pesa y en el brazo me molesta, prefiero llevar un reloj (sencillo, sin mucho botón ni parafernalias) que me dé la información precisa que necesito (kilómetros recorridos, ritmo de carrera, ritmo cardiaco, etc.). Además, la mayor parte de estos dispositivos permiten descargarte los datos en el ordenador y así puedes monitorizar tus progresos, con informes puntuales, semanales, mensuales, etc. Me gusta especialmente comprobar cómo he mejorado en una misma carrera de un año a otro, porque así veo que los entrenamientos han dado sus frutos.

Hay muchas corredoras (sobre todo las que se inician) que subestiman la importancia de un monitor de frecuencia cardiaca o pulsómetro. Y yo la primera. Empecé a correr sin prestar atención a los latidos de mi corazón. Así que me hinché a hacer kilómetros a una intensidad que no era la adecuada. Resultado: pese a entrenar con cierta constancia, no era capaz de mejorar mis marcas en las carreras y eso me frustraba. Hay muchas chicas que me preguntan cómo pueden hacer para correr más rápido o aguantar más tiempo; además de darle un twist a su rutina de entrenamiento, como veremos más adelante, es necesario saber qué opina nuestro corazón del esfuerzo al que lo estamos sometiendo.