—Te he traído una taza de caldo muy concentrado, Carrie Louise —le dijo la señorita Marple—. Bébelo, por favor.
La señora Serrocold se incorporó en la gran cama de roble tallado. Se la veía menuda e infantil. Sus mejillas habían perdido su tinte sonrosado y sus ojos tenían una expresión extraña y lejana.
Obediente, tomó la sopa que le ofrecía la señorita Marple, que había tomado asiento en una silla junto a la cama.
—Primero Christian —decía Carrie Louise—, y ahora Alex y ese pobre tonto de Ernie. ¿Sabría algo en realidad…?
—No lo creo —repuso la señorita Marple—. Siempre estaba diciendo mentiras…, dándose importancia y haciendo ver que había visto o sabía algo. La tragedia es que alguien creyó sus mentiras.
Carrie Louise se estremeció y sus ojos volvieron a adquirir su expresión ausente.
—Queríamos hacer mucho por esos muchachos… Hicimos algo. Algunos han respondido maravillosamente. Varios tienen cargos de mucha responsabilidad. Otros resbalaron…, eso no puede evitarse. Las condiciones de la civilización moderna son tan complejas…, demasiado complejas para algunas naturalezas sencillas y rudimentarias. ¿Conoces el gran proyecto de Lewis? Siempre ha creído que un gran cambio es algo que ha salvado a muchos criminales en potencia. Son enviados a ultramar… y comienzan una nueva vida en un ambiente sencillo. Quiere comenzar un nuevo plan sobre esta base. Comprar un buen territorio o un grupo de islas, financiarlo durante unos años, crear una comunidad cooperativa que pueda mantenerse por sí misma… y en la que todos tengan su parte. Que esté apartada para que pueda neutralizarse la tentación de volver a las ciudades y a los malos tiempos. Claro que costará mucho dinero, y ahora no hay muchas personas filantrópicas. Queremos encontrar otro Eric. A Eric le hubiera entusiasmado.
La señorita Marple cogió una tijera y la miró con curiosidad.
—Qué tijera más rara —dijo—. Tiene dos agujeros para pasar dos dedos de un lado y uno en el otro.
Carrie Louise pareció regresar de muy lejos.
—Alex me la dio esta mañana. Dicen que va mejor para cortarse las uñas de la mano derecha. El pobre chico estaba entusiasmado. Me la hizo probar una y otra vez.
—Me figuro que recogería los pedacitos de las uñas para tirarlos cuidadosamente luego —dijo la señorita Marple.
—Sí —repuso Carrie Louise—. Pues… —Se interrumpió—. ¿Por qué dices eso?
—Pensaba en Alex. Era inteligente. Sí, vaya si lo era.
—¿Quieres decir… que por eso murió?
—Sí, creo que sí.
—Él y Ernie…, no puedo soportar el recordarlo. ¿Cuándo creen que ocurrió?
—A última hora de la tarde. Entre las seis y las siete, probablemente.
—¿Después de terminar el trabajo del día?
—Sí.
—Gina había estado allí aquella tarde… y Wally Hudd. También Esteban dijo que fue al teatro para buscar a Gina…
—Cualquiera pudo haber…
La señorita Marple tuvo que interrumpir el curso de sus pensamientos. Carrie Louise decía tranquila e inesperadamente:
—¿Qué es lo que sabes, Juana?
La señorita Marple alzó los ojos intrigada y sus miradas se encontraron como extrañadas.
—Si estuviera completamente segura… —repuso despacio.
—Creo que lo estás, Juana.
—¿Qué quieres que haga?
Carrie Louise se recostó contra las almohadas.
—En tus manos está, Juana… Haz lo que creas oportuno.
—Mañana… —la señorita Marple vacilaba—, tendré que intentarlo…, hablaré con el inspector Curry… Si me escucha…