Capítulo 16

Tal deducción hizo que trastabillara hasta la cama. Casi a ciegas, se sentó en el borde del colchón con los pensamientos arremolinándose en su cabeza. Quizá hubiera otra explicación. Quizá el asesino no se lo arrancó del cuello a su madre por tener un trofeo de su crimen, sino por su valor monetario. Quizá lo empeñó y Adam sólo lo compró.

Quizá… Pero era una coincidencia demasiado grande.

El asesinato de su madre fue un crimen pasional, no parecía responder a motivos económicos. Aquel collar valía poco más de cien dólares y era el único artículo que faltaba en el apartamento de Amanda. La persona que la mató no se llevó sus anillos de boda, que eran mucho más valiosos. La policía —e incluso su padre— registraron las tiendas de empeño en busca del colgante, pero jamás apareció. Además, Adam siempre adoró a su pequeña princesa, no le compraría un artículo de segunda mano en una tienda de empeños.

Claro que Adam Sterling no confesó en realidad haberlo comprado para Tara; ella lo encontró y él se lo regaló. ¿Habría encontrado Cherry por casualidad el trofeo de Adam, obligándole a inventarse aquella historia con el fin de justificar la posesión del collar para que ella no sospechara?

Si eso era cierto, si Adam era el asesino, significaba que había amenazado con matar a su hijastra más de una vez.

Pero ¿por qué? Logan sabía que el padrastro de Tara nunca le apreció, que intentó apartarle de ella casi desde el principio. Él le ignoró; si hubiera sido Cherry quien no le hubiera querido habría aceptado la situación, pero era una elección que no le correspondía a Adam. ¿Habría sospechado éste que acabaría viendo el colgante y sería ésa la causa de sus amenazas? ¿Pensaría que terminaría adivinando la verdad? ¿Por qué no buscar una excusa para no entregar el collar a su hijastra? Quizá sintiera una enfermiza satisfacción al saber que su princesa llevaba colgada al cuello la clave que resolvería el crimen, o tal vez lo considerara un símbolo de haber conseguido separarles. Nunca lo sabría. ¡Menudo hijo de perra!

Y luego estaba la cuestión más importante: ¿qué motivo tendría Adam para asesinar a su madre? Había sido una buena maestra, involucrada en la vida de sus alumnos hasta el punto de ayudar a buscar a uno de los críos cuando éste había escapado.

—¿Qué te ocurre? —Cherry se acercó a él y le rodeó los hombros con un brazo.

Logan observó la preocupación en su rostro. ¿Qué podía decirle? Ella no confiaba en Xander, ¿cómo iba a explicarle que su propio padrastro —el único padre que había conocido— podía ser un asesino?

No podía… Al menos por el momento. No se trataba sólo de que no tenía pruebas, sino de que Tara tenía que concentrarse en la misión. Estaban allí para encontrar a Darcy, para destapar aquella red de venta de esclavas sexuales y detener al responsable. Además, tenía que fortalecer su unión con Tara, tanto para que la misión funcionara como para cimentar una base para el futuro. Acusar sin pruebas a su padrastro de ser un asesino a sangre fría no ayudaría a la causa.

Se pasó la mano por la cara, suspiró y se aferró a la primera excusa que encontró.

—Estoy preocupado por Xander.

Tara frunció el ceño.

—¿A qué vienen entonces todas esas preguntas sobre mi colgante?

Cherry siempre había sido una chica lista, pero ahora desearía que lo fuera un poco menos.

—Lo siento. No sé qué me ha pasado. Supongo que he pensado que te lo habría regalado Brad y que lo llevas puesto porque todavía sientes algo por él —masculló Logan—. Es un problema mío.

—No amo a Brad.

La gran alegría que le inundó se vio empañada cuando se dio cuenta de que eso no significaba necesariamente que estuviera dispuesta a admitir que le amaba a él. Incluso aunque lo hiciera, ahora había surgido un nuevo obstáculo entre ellos. ¡Joder! No iba a permitir que Adam siguiera relacionándose con Cherry, pero tampoco lograría mantenerla alejada sin contarle sus sospechas. Además, el mayor obstáculo era que no tenía pruebas y ella no confiaba en él.

—No sabes lo feliz que me hace saberlo, cariño. —La besó con suavidad, rezando para que no fuera la última vez que lo hacía—. Espérame aquí. Iré a ver si puedo encontrar a Xander. Llama a Bocelli con el teléfono protegido.

Tara le tomó la mano.

—Pareces muy alterado. Por favor, ten cuidado.

La dulce expresión de su rostro indicaba que él le importaba. Que le importaba muchísimo. Logan no había amado a otra mujer en su vida y tenía la certeza de que jamás lo haría. ¿Qué haría si sus sospechas se confirmaban?

—Ten cuidado tú también. No salgas de aquí. No le abras la puerta a nadie.

Salió después de que ella asintiera con la cabeza. Logan sabía que tenía que llamar a su padre para ponerle al corriente de lo que había descubierto; era necesario que consiguieran que la administración de justicia de Tyler reabriera el caso, y para ello podía usar el anónimo que recibió en el Dominium. Debía preguntarle al Coronel si conocía alguna razón para que Adam quisiera matar a su madre. Y necesitaba pensar cómo encararía aquel asunto con Tara y cómo la protegería.

Ésa era su mayor prioridad.

Diez minutos después de que Logan se fuera, sonó un golpe en la puerta. Tara se sobresaltó; temió que Jordan hubiera estado esperando la oportunidad de pillarla a solas tras mantenerse alejado desde la noche anterior. O peor todavía, que Kantor hubiera descubierto que habían entrado en su despacho y viniera a pedir explicaciones.

Maldiciendo para sus adentros por haber sido incapaz de introducir un arma en la isla, tomó una vela decorativa del candelabro que había en la mesilla; con ella oculta en la espalda, se acercó a abrir la puerta. Pero al otro lado no se encontró ni con Jordan ni con Kantor.

—¿Xander? Estás bien. —Parecía desaliñado y algo somnoliento, pero ileso.

—Sí, ¿por qué no iba a estarlo? —Entró en la habitación con paso relajado.

—Cuando estábamos en el despacho escuchamos a Kantor hablando sobre el asesinato de un hombre; decía que había que investigar a fondo a los nuevos empleados. Al regresar y no poder localizarte, nos preocupamos muchísimo.

Él contuvo una sonrisa.

—Agradezco que os preocuparais por mí, pero ya ves que estoy bien.

Era evidente, pero si Xander no había sido la víctima: ¿quién lo era?

—¿Por qué no has respondido a las llamadas de Logan? —Tuve que mantener ocupada a Marciela para que no echara de menos su tarjeta de acceso.

—¿Ocupada?

Una picara y amplia sonrisa inundó la cara de Xander.

—Ya sabes…

Santo Dios, ¿se había acostado con una de las criadas para robarle la tarjeta? Tara ignoró el pensamiento, dejó la vela en su lugar y buscó la tarjeta para devolvérsela.

—¿Ibas a agredirme con eso? —No parecía demasiado intimidado.

—Si hubiera llegado a ser necesario, sí. Todo lo que ha ocurrido hoy me ha puesto los nervios de punta. Kantor casi nos pilló en su despacho. Si no hubiera sido por ese oportuno incendio en la cocina…

—Tendré que pagarle a Alfredo sus cien dólares, parece que actuó a tiempo. Imaginé que Kantor necesitaría alguna distracción.

Tara miró fijamente al amigo de Logan. Había hecho que una acción arriesgada resultara no sólo posible, sino fácil. Aún no estaban fuera de peligro, y hasta que los especialistas de Bocelli examinaran los datos sustraídos no sabrían si habían conseguido algo, pero sin Xander, no tendrían nada.

—Gracias.

—¿Ya no sospechas de mí?

Ella se encogió de hombros.

—Oh, eso… Bueno, tus razones para ayudarnos no parecen… claras. Éste no es tu problema ni tu lucha.

—¿Crees que necesito más razones que no querer que se vendan mujeres como esclavas sexuales a monstruos que probablemente las maltraten y las maten?

—Odio parecer cínica, pero la mayoría de la gente lamentaría lo que ocurre antes de limitarse a mirar para otro lado. No ayudarían ni, desde luego, abandonarían su vida por ello.

—Yo puedo permitirme ese lujo. No tengo ninguna obligación de cumplir con un trabajo ni necesito más dinero. —Se acercó al sillón en la esquina—. No existe nadie que se preocupe por mí. Ayudaros no supone un gran cambio en mi vida.

—A menos que te atrapen y te maten.

Xander arqueó una ceja oscura.

—Kantor no es tonto. Sabe que provengo de una familia importante, y si desapareciera o me encontraran muerto harían muchas preguntas. No querría atraer tanta atención. Sin embargo, estoy seguro de que haría mi vida lo más incómoda que pudiera. Me largaré en cuanto no necesitéis mi ayuda.

Bueno, parecía que Xander lo tenía todo bien pensado; tenía que reconocérselo. Y parecía sincero. Quizá debería haber confiado desde el principio en lo que Logan le decía.

—Supongo que me he equivocado. Lamento haberte ofendido.

—No es la primera vez que alguien malinterpreta mis motivos. —Xander se encogió de hombros—. Pero Logan es un buen amigo, uno de los pocos en los que confío, y tú eres la mujer que él ama. Daría la vida por ti y yo estoy dispuesto a hacer lo mismo.

Tara se sintió avergonzada por sospechar de él al escucharle exponer los hechos. Sobre todo cuando recordó la manera en que se negó a permitir que fuera Logan quien la entrenara.

—No estoy segura de cómo están las cosas entre nosotros, pero quizá debería agradecer a Logan su ayuda en esta misión; cómo me ha adiestrado para poder estar a salvo. Y, a pesar de lo mucho que me enfadé al principio, también al señor Thorpe.

Xander frunció el ceño.

—Mitchell puede ser un auténtico cabronazo. No cometas el error de pensar que es un buen tipo. El FBI pagó una buena suma por tu entrenamiento.

—Sí, pero cuando grité mi palabra segura, él se dio cuenta de que estaba más enfadada con Logan que realmente asustada. Y, a pesar de rogarle que me asignara un instructor distinto, no me hizo caso. No hubiera logrado los mismos resultados con otro entrenador.

Xander parecía muy incómodo cuando se inclinó hacia delante.

—Thorpe no hizo eso por ti, cariño. Lo hizo porque Logan le obligó.

—¿Cómo? No imagino a Thorpe cediendo ante nadie.

—Los Amos son en ocasiones víctimas de sus propias reglas. Cuando gritaste tu palabra segura, bueno… Una regla es una regla y él iba a asignarte otro instructor hasta que Logan esgrimió una de las cláusulas del club, más conocida como la «cláusula de reclamo». Así que a Mitchell no le quedó más remedio que ceder. Logan dispone de siete días para reclamarte o casarse contigo, en caso contrario tendrá que renunciar a ser socio del club.

Las palabras de Xander fueron como un golpe en el pecho. Tras el impacto inicial los pensamientos se agolparon en su mente: Logan había hecho un trato secreto para quedarse con ella. ¿Sería porque realmente la amaba? Pero ¿por qué no comentarlo con ella? ¿Por qué mantenerlo en secreto?

Ya no tenían dieciséis años y quería creer con todas sus fuerzas que Logan había llegado a ese acuerdo con Thorpe porque pretendía pasar la vida con ella. El que la hubiera dejado en el instituto para protegerla probaba que se preocupaba por su bienestar. ¿Se trataría de algo más que eso? ¿Habría presionado para conseguir ser su entrenador porque sabía que era quien mejor podía enseñarle lo que necesitaba? ¿Desearía realmente disponer de esa semana para intentar recuperarla? No era capaz de pensar que le hubiera ocultado la verdad para lastimarla, no después de toda la ternura que le mostró y de sus declaraciones de amor.

Pero él no le había explicado nada al respecto. Ni una sola vez en el tiempo que habían pasado juntos había hablado de otra cosa que de su corazón o su futuro.

—Mierda, no debería habértelo dicho —se arrepintió Xander—. Olvídalo. ¡Maldición! Te has cabreado.

Sí, mucho. Logan había hecho planes que podrían afectar a la misión —incluso a su futuro— sin consultarle. ¿La consideraría tan sólo un peón en aquel juego?

Sin embargo, en el fondo, Tara sabía que él había arriesgado su pertenencia al club —algo de vital importancia para su psique— a cambio de disponer de la oportunidad de ganar su corazón.

Xander se puso en pie.

—Creo que me iré antes de que vuelva y se entere de que he metido la pata hasta el fondo. No te pases con él, ¿vale? Adiós.

Tara no tuvo oportunidad de abrir la boca antes de que Xander traspasara el umbral. Intentó asimilar esa extraña sensación que aunaba ternura y traición. ¿Habría pensado Logan en otra cosa que en sus intereses? Lo más probable era que no. Pero si ella era tan importante para él como aseguraba, ¿por qué no le explicó la situación? ¿Por qué siguió tomando decisiones de manera unilateral?

Puede que le permitiera dominarla sexualmente, pero no cabía ninguna posibilidad de que le dejara dirigir su vida. Y, en cuanto regresara, se lo iba a dejar muy clarito.

Logan volvió lo más rápido que pudo a la habitación. Se había encontrado con Xander y, tras comprobar por sí mismo que su amigo estaba de una pieza, necesitaba verla. Xander le acababa de asegurar que Tara estaba bien, pero hasta que no lo viera con sus propios ojos no dejaría de preocuparse.

Pasó la tarjeta por la ranura y, cuando abrió la puerta, se encontró a Tara paseándose de un lado para otro. Una sensación de alivio le inundó. La preocupación por su amigo había agudizado el nerviosismo que supuso entrar en el despacho de Kantor. Incluso el hecho de que Jordan no se hubiera acercado a Tara en todo el día le ponía nervioso. Aquel capullo no había hecho otra cosa que babear detrás de ella desde que pusieron un pie en el complejo, y Logan estaba seguro de que pronto recibirían una invitación para las salas VIP, donde les pondrían a prueba. Pero no habían visto a Jordan desde que se tuvo que largar de manera tan apurada la noche anterior, y aquello era un obstáculo… Sin olvidar lo del maldito mando a distancia. Xander le había pedido a su amigo de mantenimiento que lo intercambiaran con el de otra habitación. Esperaba que nadie hubiera notado que no eran sus voces las que se oían.

Algo que dudaba mucho. Si la dirección de Llave del Placer sabía que Tara pertenecía al FBI, no les convenía llamar la atención ni hacer nada que invitara a que les investigaran. Pero todos aquellos obstáculos le frustraban sin remedio. Se les acababa el tiempo para rescatar a Darcy, para detener a esos criminales.

—Me he encontrado con Xander —dijo Logan para romper aquel extraño silencio—. Está bien, aunque en este momento no me importaría nada matarle con mis propias manos.

Ella asintió con la cabeza.

—Ha pasado por aquí para recoger la tarjeta.

La boca de Tara se había convertido en una fina línea; lo miraba con una expresión de sombría repulsa.

Logan frunció el ceño y se acercó a ella para tomarla entre sus brazos. Cuando Tara le esquivó, él se puso en guardia.

—¿Qué te ocurre, Cherry?

Con el fogoso pelo balanceándose sobre los hombros, ella siguió paseándose sin molestarse en ocultar su agitación.

—Ni se te ocurra. No vamos a ponernos a discutir ahora mismo. Tengo que concentrarme en la misión, en salvar a Darcy.

—Lo sé, pero algo te molesta y quiero saber qué es. Todo funcionará mejor si lo haces. Cuéntamelo. —Trató de tomarla de la mano.

Tara retrocedió.

—Bocelli ha dicho que nos comunicará todo lo que descubra. Va a investigar a Jordan. Todavía no han hecho ningún avance en averiguar quién es el dueño del complejo. Claro que no me sorprende, es algo que intentan desde el principio, pero sólo se topan con un laberinto de datos entremezclados. ¿Crees que está aquí?

Todos sus argumentos parecían muy razonables y, si ella fuera cualquier otra persona, él habría captado la indirecta y cambiado de tema. Pero dado que su deseo era pasar el resto de su vida con ella, quería saber qué le contrariaba para poder solucionarlo.

—Quizá. Si es listo, fingirá ser un cliente o un empleado. Si no, sería demasiado evidente. Así que la mejor manera de conocer su identidad es que descifren la información que obtuvimos en el ordenador de Kantor y que la usen para abrirse paso entre esa telaraña de empresas y subcontratas. Pero no es eso lo que te ha cabreado. Cuéntame de qué se trata.

Ella se detuvo y apretó los puños.

—No pienso esperar esa respuesta. Tardarán demasiado y Darcy no dispone de tiempo. Tengo que llamar a Adam.

A Logan se le congeló la sangre en las venas.

—¿Te refieres a tu padrastro?

—Por supuesto. —Ella le miró con el ceño fruncido, como si la respuesta fuera obvia—. Ha trabajado en el FBI y he comentado el caso con él antes de venir…

—¿Que has hecho qué? —Se abalanzó sobre ella—. ¿Sabe que estás aquí?

Tara alzó la barbilla en un gesto desafiante.

—Sí.

—¿Conmigo?

Ella vaciló antes de admitir a regañadientes.

—Sí.

¡Joder! Había supuesto que al llevar a Cherry a Llave del Placer el asesino de su madre no podría tocarla. Pero Adam Sterling era ahora un hombre rico que disponía de conexiones en todos lados, incluido el FBI. Si alguien podía traspasar cualquier dispositivo de seguridad, sería él.

—No vas a llamarle.

Ella se puso a la defensiva.

—A pesar de lo que pienses o quieras, no permitiré que me digas qué debo hacer. Si quiero hablar con mi padrastro, lo haré.

Él negó con la cabeza, clavando los ojos en ella como si así pudiera conseguir que hiciera lo que quería. No pensaba permitir que Tara pasara información importante a ese peligroso psicópata, aunque fuera sin querer; información que él utilizaría para dañarla. Pero tampoco quería que surgieran más obstáculos entre ellos, no antes de que Cherry confiara en él por completo.

—No vas a hacerlo. Bocelli no lo permitiría. Ni yo tampoco. A todos los efectos, Adam no pertenece ya al FBI. —No era mala excusa, gracias a Dios.

—Tú tampoco, y aquí estás. —Ella le miró con el ceño fruncido, claramente confundida—. ¿Qué te ocurre? Puede ayudarnos. Le hablé sobre el caso; con toda su experiencia podrá echarnos una mano.

—¿Por qué no me lo has dicho? ¿Por qué?

Una repentina llamarada de furia oscureció los ojos de Tara.

—No te atrevas a decir nada más. Eres tú quien oculta más secretos. ¿O pensabas hablarme en algún momento de tu pequeña apuesta con Thorpe?

Logan cerró los ojos. «Jodido Xander». ¿Qué le habría contado a Cherry? Era evidente que, fuera lo que fuera, ella lo había tomado por donde no era.

—No fue una apuesta. Fue mi último recurso. Esto no es un juego para mí, y lo sabes; y Thorpe iba a asignarte a otro Amo. Recurrir al reglamento del club era la única manera de evitarlo.

Tara no pareció convencida. La vio cruzar los brazos y arquear una de sus cejas color jengibre.

—Salvo hablar conmigo. Si lo hubieras hecho, podríamos haberlo resuelto; yo misma le habría dicho a Thorpe que no quería otro Amo.

¿Cuántas veces intentó explicarle las razones de su ruptura y ella no quiso escucharle?

—Cariño, en ese momento podría haberme pasado todo el día hablando contigo y, a pesar de eso, no me habrías escuchado. Dijiste tu palabra segura para deshacerte de mí.

La clara piel de Tara se cubrió de rubor.

—Mira, me abandonaste cuando teníamos dieciséis años porque alguien me amenazó. Ahora lo sé. Pero en vez de hablar conmigo sobre ello, decidiste por tu cuenta que lo mejor era dejarme.

—Me callé por tu seguridad.

—Quizá, pero no has aprendido nada. Vuelves a entrar en mi vida, y vas y apuestas tu pertenencia al club a que te liarías o te casarías conmigo en una semana, pero a mí no me lo dices.

—Vamos a dejarlo claro de una vez por todas: pienso liarme y casarme contigo. Y ya te he expuesto mis razones, ¿necesitas que te las repita?

—Bueno, me las has explicado después de que te descubriera, no antes de que hicieras el trato. ¿Para qué molestarte? De esta manera obtenías el tiempo que querías para engatusarme de nuevo. ¿Por qué no me lo contaste ante de tratar con Thorpe?

Logan notó que comenzaba a perder la paciencia. Puede que no fuera perfecto, pero siempre había hecho lo que consideraba mejor para ella.

—No creo que haya mantenido en secreto que te amo y quiero pasar mi vida contigo. Lo que le haya podido decir a Thorpe no tiene nada que ver con nosotros.

Tara parecía a punto de llorar, pero la vio parpadear para contener las lágrimas.

—No me has preguntado qué era lo que yo quería.

—Todavía seguías perdida en tu dolor, te aferrabas a él como a un chaleco salvavidas, no te hubieras permitido amarme. Por favor, cariño, no hagas esto. Sé que te he hecho daño. Te pediré perdón cada día de mi vida si es necesario, pero quiero que dejes atrás el miedo y que pienses en nuestro futuro. En lo más profundo confías en mí. Me confías tu cuerpo y tu seguridad, o no estaríamos aquí ahora. Estoy seguro de que también estás dispuesta a confiarme tu corazón.

Ella palideció. «¡Bingo!». Si consiguiera que dejara de ser tan testaruda, de pelear contra él, y lograba que admitiera sus sentimientos, podrían seguir avanzando.

—¿Cuándo finaliza el trato con Thorpe?

Él apretó los dientes. ¿Qué pretendía?

—El jueves por la noche.

—¿Dentro de dos días?

—Sí.

—Espero que estés preparado para echar de menos pavonearte con esos pantalones de cuero por los pasillos del Dominium, porque si piensas que voy a quedarme de brazos cruzados mientras decides cómo va a ser mi vida sin preguntarme lo que yo deseo, es que te has vuelto loco de atar.

Con tal rapidez que ella no tuvo tiempo para evitarlo, la cogió por la muñeca y tiró de ella para ponerla boca abajo sobre su regazo. Sin pausa, le azotó una nalga, apenas cubierta por la ropa de sumisa. Ella contuvo el aliento y, antes de que el sonido se apagara, le golpeó la otra.

—No me gusta que hables así. Vuelve a hacerlo y te azotaré de nuevo.

—¡Vete al cuerno!

—Cherry, Cherry, Cherry… —suspiró con pesar.

Incluso ahora, no podía negar que aquella muestra de carácter por parte de Tara le encendía al máximo. Ella quería que le zurrara —lo pedía a gritos—, pero ni su temor ni su orgullo le permitían reconocerlo. Estaba enfadada y quizá tuviera todo el derecho a estarlo. Tal vez había metido la pata al recurrir al reglamento del club; quizá debería haberle contado sus planes dándole la oportunidad de resolver sus problemas sin involucrar a Thorpe, pero ella no le habría escuchado. En aquel momento todavía estaba comprometida con Brad, no estaba dispuesta a oír que él quería pasar su vida con ella.

Sin embargo, admitía que debería habérselo explicado en algún momento.

Logan le golpeó el trasero dos veces más porque le había dicho que lo haría y ella se retorció sobre sus piernas. Él intentó no pensar en lo mucho que deseaba perderse en su interior.

Tonterías. Apostaría todo lo que tenía a que ella rabiaba por insultarle de veinte maneras diferentes, pero los azotes habían servido para que contuviera la lengua. Los dos necesitaban tranquilizarse un poco.

En el momento en que la soltó, ella se puso en pie y le lanzó una mirada furibunda.

—No vuelvas a hacer eso. No soy una de tus conejitas del club que se muere porque la sometas.

—¿No quieres que te someta? —Logan se levantó lentamente y caminó hacia ella, llenando su espacio personal. Se sintió casi orgulloso al notar que no retrocedía—. Regresé a tu vida porque soy un Amo. ¿No lo sabías? Soy un Amo y siempre lo seré. Y apuesto lo que quieras que, a pesar de todas tus protestas, ahora mismo tienes el coño empapado.

Ella contuvo el aliento, ofendida.

—Eso ha sido un golpe bajo.

—Pero es cierto.

De repente, ella ladeó la cabeza y apretó los puños, mirándole con los ojos entrecerrados. «Oh, oh…». ¿Por dónde saldría ahora?

—Vale, lo reconozco. Estoy mojada. Pero que me excites no quiere decir que tengas potestad para decidir qué voy a hacer durante el resto de mi vida. No permitiré que uses mi deseo contra mí.

¿Eso era lo que pensaba? Dios, adoraba a Cherry porque era lista, compasiva, tierna, cariñosa… Mostraba al mundo a una tigresa enfurecida dispuesta a luchar por las injusticias y los más débiles, pero por dentro era vulnerable.

No importaba lo que dijera, él lograba que se sintiera viva y ella se protegía levantando barreras entre ellos. Sí, podían seguir allí discutiendo hasta la saciedad, incluso podía ganar aquella batalla, pero la guerra era otra cosa. Sabía que una retirada a tiempo era una victoria, y si tenía que contener su necesidad de dominarla y permitirle más control sobre su relación, lo haría. Lo único que quería era que estuviera con él porque lo deseaba, no porque la hubiera obligado.

—Entonces, ayúdame. No quiero joder las cosas entre nosotros. Si crees que utilizo tu deseo para decidir por ti, asume tú el mando. Yo me retiraré. Si después de que terminemos la misión me dices que me largue, lo haré y no regresaré.

Tara se quedó paralizada, con los ojos abiertos como platos por la sorpresa. A pesar de que abrió la boca, no dijo nada durante un buen rato.

—Gracias —susurró finalmente.

—Pero no me rendiré hasta que esté convencido de que lo sabes todo. No intento utilizar tu deseo contra ti, sino conquistar tu corazón, Cherry. Cuando esté seguro de que sabes exactamente lo mucho que te amo, te daré todo el tiempo que necesites.

Con un brusco movimiento con el que esperaba demostrar que había llegado el momento de alejarse de aquella cháchara sin sentido, Logan se despojó de la camiseta.