Logan tenía un mal presentimiento. Tras ayudar a Cherry a limpiarse con una toallita húmeda, le indicó que se vistiera. Después salieron de la mazmorra en medio de un sombrío silencio.
La cogió de la mano, envolviendo sus dedos con ternura.
—No adelantes acontecimientos, no sabes si Darcy está muerta.
—No —admitió ella, con una expresión tensa y pálida—. Pero ha ocurrido algo malo.
Incapaz de refutar aquello, la guió hasta el despacho de Thorpe. Xander se cruzó con ellos en el pasillo y frunció el ceño al ver sus caras.
—¿Qué ha pasado? Y no me digas que nada porque sólo hace falta mirar a Tara para saber que es mentira.
Su amigo tenía buena intención, pero no era el momento de dar explicaciones.
—No lo sabemos. Tiene relación con el caso de Cherry.
Xander asintió con la cabeza.
—Si puedo ayudaros de alguna manera, no tenéis más que decírmelo.
—Gracias.
Caminaron por el corredor y entraron en el despacho de Thorpe, cerrando la puerta a su espalda. El dueño del club estaba sentado tras el escritorio y apoyaba la barbilla en los dedos con los labios apretados. Sobre la mesa, ante él, había un sobre blanco. El desconocido moreno se paseaba de un lado a otro como un animal enjaulado.
Ambos hombres miraron a Tara y Logan le puso un brazo sobre los hombros con afán protector.
—Tranquilo, Edgington —dijo Thorpe—. No vamos a hacerle nada.
—¿Se ha comportado así con ella desde que ha comenzado a entrenarla? —preguntó el extraño.
—Si tiene algo que decir —gruñó Logan—, me lo dice a mí.
—Sentaos —zanjó Thorpe.
Cherry lo hizo con rapidez; dejándose llevar por el impulso natural de cualquier sumisa ante la orden de un Amo. Logan no parecía dispuesto a hacer lo mismo, pero los ojos del dueño del club le advirtieron que discutir sería contraproducente para resolver los problemas que tenían.
Tras lanzar una mirada de advertencia al extraño, que se había acomodado en un rincón, Logan se sentó al lado de Cherry y le cogió la mano.
—Bien —comenzó Thorpe, golpeando rítmicamente el pie contra el suelo de cemento.
Se notaba que estaba nervioso. Dado que Thorpe era por lo general uno de los hombres más sosegados que conocía, se preocupó mucho.
—¿Puedes decirnos de una vez qué pasa? —atronó. Thorpe meneó la cabeza.
—Estoy tratando de decidir por dónde empezar. Esto va de mal en peor.
El desconocido dio un paso hacia Tara, taladrándola con sus ojos oscuros.
—Creo que antes de nada, deberíamos presentarnos.
Cuando vio que tendía la mano a Cherry, se puso tenso.
—Soy John Bocelli.
Su nuevo jefe. Cherry se levantó para estrecharle la mano con la cabeza bien alta. Logan sabía que ella debía de sentirse avergonzada al saber que su jefe había sido testigo del acto de sumisión pública y la apasionada secuela. Sí, se estaba entrenando para una misión peligrosa, pero la respuesta que ella había brindado no podía fingirse. Se prometió a sí mismo que hablaría con Bocelli a solas para explicarle que aquel acto incontrolado contra la pared —que Bocelli consideraría negativamente—, había sido cosa suya.
—Me alegro de conocerla, agente Jacobs.
—Yo también, señor.
—Edgington —le saludó Bocelli, tendiéndole también la mano. Logan se la estrechó mientras Tara tomaba la palabra.
—No esperaba que abandonara D. C. ¿Hay alguna noticia nueva sobre Darcy?
—Sí. Ahora la pondré al corriente. Me he acercado a Dallas a comprobar sus progresos y hacerle algunas preguntas.
La vio tragar saliva y supo que estaba nerviosa. Deseó cogerla de nuevo de la mano y apretársela para infundirle valor, para hacerle saber que estaba ahí con ella, pero aquel gesto podría ser interpretado como una falta de fe en ella o hacerla parecer poco profesional ante su jefe, y lo último que quería era desestabilizarla cuando ya debía de sentir que se le caía el mundo encima.
—Por favor, continúe, señor.
Bocelli le indicó que se sentara y ella obedeció mirando a su alrededor. La tensión se podía palpar, y Tara era demasiado lista para no darse cuenta de que sabían algo que no le iba a gustar.
—¿Ha visto hoy al agente York?
Ella vaciló, meneando la cabeza.
—No.
—¿No se ha puesto en contacto con usted?
—No. —Se volvió hacia Thorpe—. ¿No se ha entrenado con Axel?
—Axel no le ha visto desde anoche.
—Hemos ido a su apartamento —intervino Bocelli—, faltaba parte de su ropa. Tampoco estaban su maleta ni sus objetos personales. Ni el perro. Sin embargo, no parece que haya sido víctima de un asalto. La puerta estaba cerrada con llave.
—¿Se marchó voluntariamente? —Tara frunció el ceño.
—Eso parece.
—Robert se tomó muy mal la muerte de Laken Fox. No estoy sugiriendo que haya huido, pero quizá necesite un par de días para… —Se encogió de hombros.
—Me han dicho que los agentes York y Miles mantienen una relación. ¿Tiene alguna razón para no haber compartido conmigo esa información cuando le asigné el caso?
—No me lo preguntó. Darcy me pidió que guardara el secreto mientras pudiera y no pensé que fuera importante. Además, nadie, salvo yo, intentaría con más ganas que él rescatar a Darcy.
—Y ahora, York ha desaparecido. —Bocelli arqueó una ceja oscura, inmovilizándola con una mirada que parecía acusarla de algo—. ¿Me ha ocultado alguna cosa más?
—No. Pero no creo ni por un segundo que él haya perdido la esperanza de encontrar a Darcy con vida.
—¿Es posible que se haya enterado de algo nuevo?
Ella vaciló.
—No tengo una relación demasiado estrecha con él, aunque sabe que haré cualquier cosa para salvar a Darcy. Creo que si hubiera descubierto algo, me lo hubiera contado.
—Espero que nos lo hubiera contado a todos. Pero eso no cambia el hecho de que ha desaparecido, probablemente por voluntad propia. —Los oscuros ojos de Bocelli pasaron de Tara a Logan—. La agente Jacobs ha avanzado mucho desde que está bajo su supervisión. ¿Está ya preparada para la misión?
Tara le lanzó una mirada suplicante. Comprendió que ella quería impresionar al jefe, pero Logan no haría nada que comprometiera su seguridad.
—No del todo. Aún no he tenido oportunidad de entrenarla en todas las disciplinas que necesita conocer. Y todavía demuestra un cierto temor y vacilación.
Notó que Tara se reclinaba en la silla. Supuso que sus palabras no la habían satisfecho.
Bocelli asintió pensativamente, como si estuviera sopesando la respuesta.
—¿Podría pasar por una sumisa un tanto díscola que necesita un poco de mano firme?
—Quizá, pero incluso si lograran encontrar a York, llevo unos días diciendo que él no será capaz de dominarla. Tara no está preparada todavía para asumir las órdenes de otros Amos. Su confianza es… frágil.
—Esta noche hemos podido comprobar que confía en usted. Saber que un extraño también lo percibía le llenó de satisfacción, aunque sabía que había un pero. —Hemos logrado conectar.
—¿Por qué hace preguntas? —inquirió Tara—. Es evidente que no piensa abortar la misión, no sé a qué viene tanta cháchara sobre mi disposición. Sin embargo, si Robert ha desaparecido, debemos buscar un plan alternativo. Entiendo que nuestras opciones son limitadas, pero haré lo que dicten las circunstancias.
—Axel, Logan y yo hemos mantenido algunas conversaciones desde que Edgington asumió su entrenamiento —admitió Thorpe—. Sospechábamos desde hace tiempo que York no iba a poder asumir el papel de Amo, así que tenemos un plan B.
Tara parpadeó. Logan no logró dilucidar si ella se alegraba de que la misión continuara adelante a pesar de la ausencia de York o si estaba furiosa porque nadie la hubiera mantenido informada. Lo más probable es que fueran las dos cosas.
La vio humedecerse los labios.
—¿Cuál?
—Yo —confesó Logan.
—Al menos ésa era la idea —dijo Thorpe.
—¿Era? —Logan lanzó una mirada furiosa al dueño del club. Tras la desaparición de York era la opción más viable.
—Tú no trabajas para el FBI —señaló ella. Por suerte, a Tara no le parecía mal la idea, sólo el método.
—Ése era el único obstáculo, pero lo he consultado y no hay problema en utilizar a Edgington como asesor de la Marina en esta misión —aseguró Bocelli—. Posee las habilidades necesarias y creo que la compenetración entre ustedes hará que le cueste menos someterse y crear una tapadera más convincente.
Tara se sonrojó, pero parecía aliviada. Logan se relajó un poco.
—Entiendo, señor —dijo ella—. Y estoy de acuerdo.
—Pero no debe permitir que sus sentimientos interfieran en el caso. Si quiere acostarse con él en su tiempo libre, es asunto suyo. Sin embargo, una vez que se instalen en el complejo turístico, deben centrarse en la misión.
Logan notó que el rubor de Tara se intensificaba y que contenía su temperamento. Lo cierto era que a él también le gustaría decir un par de cosas a Bocelli, pero no sería demasiado conveniente para ella.
Así que se inclinó hacia delante y clavó los ojos en el federal.
—Lograremos terminar la misión con éxito; lo que hay entre nosotros contribuirá a su «convincente tapadera», pero no es necesario hablar de ello.
Tara agradeció sus palabras con una silenciosa mirada, y Logan asintió con la cabeza, feliz de defenderla cuando estaba a su alcance.
—De todas maneras, tu papel en la misión se ha complicado un poco. Tengo que enseñarte algo. —Thorpe cogió el sobre que había sobre el escritorio. Jugueteó con él como si estuviera considerando algo antes de tendérselo a Logan—. Un individuo con gabardina y gafas de sol se lo dio a Misty para que te lo entregara. Fue durante la sumisión pública de Tara, y como no pudo encontrarte porque estabas… ocupado, se lo dio a Xander y él a mí. Le comentó que el tipo poma los pelos de punta. Cuando me lo dieron ya lo había tocado demasiada gente como para molestarnos en buscar huellas dactilares, así que puedes cogerlo. Ninguna de las cámaras de seguridad ha obtenido una buena imagen del hombre. Ya las hemos revisado. ¿Sabes de qué va todo esto?
Logan tomó el sobre con el ceño fruncido y lo abrió. Era evidente que tanto Thorpe como Bocelli conocían el contenido. Contuvo la irritación mientras retiraba el papel del sobre.
«¿Has olvidado mi advertencia? Mantente alejado de Tara o ella morirá».
Logan se quedó paralizado de terror. ¿El asesino de su madre todavía le vigilaba doce años después?
Respiró hondo y miró a Cherry, que le observaba con impaciencia. Aquélla era una complicación que no necesitaban. Notaba las miradas de Thorpe y Bocelli clavadas en él. Habían puesto la pelota en su tejado, permitiéndole que se retirara con dignidad.
Pero no pensaba cometer el mismo error que doce años atrás. A los dieciséis no sabía proteger a Tara. A los veintiocho sí. Ahora las cosas eran muy diferentes. Fuera quién fuese aquel cabrón, Logan se las iba a hacer pagar con creces.
Le pasó la nota a Tara. Ella la leyó con rapidez y le miró sin aliento.
—¿Se trata del asesino de tu madre?
Logan asintió con la cabeza mientras rechinaba los dientes.
—Sí, parece uno de sus trabajitos.
—¿Qué significa eso? ¿Ha recibido más notas como ésta? —preguntó Bocelli.
—No desde que íbamos al instituto. —Logan cogió la mano de Tara porque necesitaba su contacto y luego miró a los otros hombres. Les contó brevemente la historia sobre el asesinato de su madre y todo lo que había ocurrido después—. Es una complicación, pero no un problema. Lo resolveré.
—Tenemos que sopesar a fondo todo esto, Edgington. Parece un individuo decidido, le ha perseguido durante años y ha sido testigo de la escena con Tara esta noche. Podría seguirles a Florida.
—Por lo que sé, Llave del Placer no es un lugar al que sea fácil acceder —arguyó Logan. No pensaba permitir que le dejaran fuera de la misión. No dejaría que enviaran a Tara allí sin un Amo con experiencia que pudiera protegerla, y se negaba a dejar que ese psicópata se interpusiera por segunda vez entre él y la mujer que amaba.
—Cierto —concedió Bocelli—. Tuvimos que tocar un montón de teclas para saltarnos la lista de espera. Es de más de seis meses.
—Tenemos otra alternativa. —Thorpe se levantó y cruzó la estancia para abrir la puerta. Se detuvo en seco—. ¿Estabas escuchando a escondidas?
—Lo siento. No he podido evitarlo.
¿Xander? ¿Thorpe iba a sugerir que le sustituyera su mejor amigo? «Oh, no, eso sí que no».
Thorpe se apartó para dejarle entrar y Xander se apoyó en la pared con una ceja arqueada.
—Usted ayudó a Edgington durante la escena —dijo Bocelli.
—Sí.
El jefe de Tara le tendió la mano y se presentó. Tras un intercambio formal, Bocelli puso a Xander al tanto de los hechos. Él le escuchó en silencio.
—Sí, podría ayudarles. Trabajé allí hace tres años —comentó.
«¿De veras?». Logan miró fijamente a su camarada. Xander no hablaba demasiado de su pasado. Había crecido en Los Ángeles y abandonado su hogar muy joven, aunque jamás le había dicho por qué. Logan conocía algunos datos sueltos sobre el pasado de Xander, como que había trabajado en algunos complejos turísticos de BDSM, pero no sabía más detalles.
—¿Uno de los lugares en los que trabajaste fue Llave del Placer?
—Sí. —Xander miró a Bocelli—. Todavía conservo allí algunos amigos. Son buena gente. Si hay problemas allí, me gustaría ayudar.
Thorpe miró a Bocelli.
—Sería una ventaja. Su agente necesita un Amo fuerte y experimentado en el que pueda confiar para guiarla en las actividades del complejo y, esperemos, atraer a los cabrones que realizan esas actividades ilegales. Xander podría hacerlo. Y no viene con amenazas adicionales, como Edgington.
Logan se sintió furioso. Tras haber intentado durante dos días ser la pareja de Tara en esa misión, no iba a permitir que le dejaran fuera.
Pero no podía decir a Thorpe que se equivocaba. Si él estuviera en su piel, habría sugerido lo mismo. Por mucho que le irritara, su preocupación fundamental era Cherry. ¿Qué sería más ventajoso para su futuro común? ¿Qué sería más conveniente para la seguridad de Tara?
—Xander ya la ha tocado… —continuó diciendo Thorpe—. La agente Jacobs está familiarizada con él. Ya ha visto lo bien que respondió a él durante la sumisión pública. De hecho, fue quien la llevó al orgasmo. Así que, si fuera necesario, podrían resultar convincentes en una sesión de sexo en directo.
«¿Xander y Cherry? ¡Oh, joder! ¡Eso sí que no!».
Quiso arrancar la cabeza al dueño del club. A su lado, Tara se mantuvo impasible, pero un profundo rubor cubría su rostro.
Xander se aclaró la voz.
—Yo había pensando en algo más sencillo, como decir a alguno de mis amigos que me ayudara. Pero puede que tengas razón, Thorpe. Conozco el lugar como la palma de mi mano y las rutinas y los protocolos que se siguen. Estoy familiarizado con el sistema de seguridad. —Miró a Tara—. Creo que nos llevaríamos bien y no tenemos ninguna historia que superar.
Logan no podía refutar ninguna de sus palabras. Conocer la distribución de Llave del Placer y tener amigos allí dentro daría credibilidad a su historia. Nadie sospecharía si Xander aparecía con una sumisa. ¡Joder! Incluso le harían descuento en el precio.
—¿Ha estado en el ejército o en algún cuerpo policial? —ladró Bocelli.
—No, pero soy cinturón negro y sé manejar un arma. No permitiría que le pasara nada.
Xander lanzó a Cherry una mirada reconfortante. Ella se mordisqueó el labio inferior como si estuviera sopesando la cuestión.
Logan estaba a punto de volverse loco, pero lo primero era Tara.
—Mi papel sería sólo proteger a la agente Jacobs. Para ello resulta de mucha utilidad mi historial militar, pero si piensan que es más conveniente que Xander…
La intervención de Tara le interrumpió.
—Haré lo que se me ordene, por supuesto. Pero creo que tengo más posibilidades de mantener mi tapadera en todo momento si me siento a gusto. Si Xander puede ayudarnos una vez estemos dentro y apoyarnos de alguna manera, será estupendo, pero me he entrenado con Logan. Creo que debe ser él quien me acompañe.
Logan se derritió. A pesar de todas las pruebas que habían pasado, Tara creía que él la mantendría a salvo incluso en las circunstancias actuales. Estaba ilusionado porque sabía que ésa era una buena base en la que cimentar su relación. Sin embargo, nada de eso importaba si ella no regresaba a casa sana y salva.
—Cherry, el tipo que mató a mi madre es muy listo. Entiendo que Thorpe no quiera que nos cause problemas.
—Puede ser, pero no podrá entrar en ese complejo turístico —argumentó Tara—. Y dado que Llave del Placer tiene un sistema de seguridad tan rígido, ese asesino no podrá traspasarlo. Quizá sea el lugar donde esté más a salvo.
Thorpe se encogió de hombros y miró a Bocelli.
—Los SEALs son hombres bien entrenados y Edgington es uno de los mejores. Es capaz de cualquier cosa para proteger a su agente, pero eso ya lo sabe o no habría removido el FBI de arriba abajo para conseguir implicarle en la misión.
Aún entonces, Bocelli se mantuvo en silencio, inexpresivo.
—Daría mi vida por Tara —aseguró Logan, apoyando las manos en el escritorio de Thorpe mientras clavaba los ojos en el federal—. Lo juro. Prefiero regresar en un ataúd antes de permitir que le ocurra algo.
A su espalda, Tara jadeó, pero no podía concentrarse ahora en ella, no cuando su seguridad dependía de que les convenciera.
—Logan, éste es mi trabajo, no el tuyo. Si hay algún peligro, me enfrentaré a él.
—Ni hablar. Estamos juntos en esto, Cherry. Te protegeré con mi vida.
La mirada de Tara se empañó un poco, él no supo decir si estaba emocionada u horrorizada. Lo más probable era que sintiera ambas cosas a la vez.
Logan sabía que a Bocelli no le gustaba la situación. Se paseaba por el despacho de Thorpe en silencio, pensativo. Por fin se volvió hacia ellos.
—Conseguir que mis superiores aprueben a Xander como parte de la misión sería muy difícil, ya que no pertenece ni perteneció a ningún cuerpo del ejército o a la policía. Y cualquier cambio a estas alturas retrasaría la misión.
La cara de Tara fue fiel reflejo del alivio que él también sentía.
—Muy bien, Edgington, irá usted. Pero hay ciertas condiciones. Para empezar, enviaré a cuantos agentes de apoyo sea posible. Les cubrirán e irán armados hasta los dientes.
Logan lanzó a Tara una mirada antes de asentir con la cabeza.
—Nos parece bien.
Bocelli se dio la vuelta.
—Xander, ¿podría ayudarnos a elegir las ubicaciones más convenientes para los agentes e indicarnos cómo conseguir introducirlos en el complejo sin levantar sospechas?
—Por supuesto.
—Muy bien. Estaremos en contacto. Si nos disculpa… No fue una despedida muy sutil y Xander era un tipo inteligente. Se dirigió a la puerta y salió. Bocelli volvió a mirar a Logan.
—Ahora, hablaremos de ustedes y su comportamiento.
Tragándose las palabras que quería decir en realidad, Logan se limitó a arquear una ceja.
—Edgington, es evidente que siente algo muy profundo por mi agente. No me interesan los detalles. Espero que no se le ocurra negarlo, no soy estúpido. Pero va a tener que olvidarse de esos sentimientos durante la misión. La agente Jacobs no será un cebo apetecible para esos criminales a menos que crean que es fácil de captar. Deberán fingir ser una pareja con graves problemas; que usted pasa bastante de ella. Deberá fijarse en otras sumisas y los secuestradores deben creer que no va mover un dedo para encontrarla si llegara a desaparecer.
A pesar de que odiara admitirlo, Bocelli tenía razón.
—Lo haré lo mejor que pueda.
—Espero que tenga éxito. Trátela como si estuviera disponible, sea despectivo, desapegado. Tiene que hacerla parecer una presa fácil para esos cabrones.
A Logan no le gustaba nada la idea, pero era lo que había.
—Me las arreglaré.
El federal miró a Tara.
—Y usted tiene que mostrar una cierta rebeldía. Como resultado de nuestras investigaciones, sabemos que las otras dos víctimas tenían Amos, pero no eran relaciones muy sólidas. Y ninguna de las dos tenía familia que las echara de menos. Una trabajaba en casa y pasaron días antes de que alguien se diera cuenta de su desaparición. Esa parte de la misión tiene que concretarla por su cuenta. ¿Alguna idea?
—Al salir de la universidad me dediqué a catalogar documentos desde casa para una biblioteca. Sé de qué va el tema si fuera necesario.
—Perfecto. Para que sea más real, habrá tenido que dejar el trabajo antes de ir a Llave del Placer.
—De acuerdo.
El jefe de Tara se paseó otra vez por el despacho; con aquel traje de Brooks Brothers no parecía un federal estresado. De repente se detuvo y le miró.
—¿Está absolutamente seguro de que quiere ir a pesar de la amenaza?
Pensaba proteger a Tara y ella también le quería a su lado.
—Sí.
Bocelli observó a Tara.
—Si el asesino de su madre se entera y encuentra la manera de entrar en el complejo turístico, usted será su blanco. ¿Será capaz de lidiar con dos peligros a la vez?
—Sí. No me importa correr el riesgo. Logan es el Amo más adecuado para mí.
—¿Se ha planteado que, en el caso de que el asesino no pueda seguirles la pista hasta Llave del Placer, una vez que regresen a casa Edgington tendrá que incorporarse a su unidad de inmediato y no podrá protegerla? —preguntó su jefe.
—Lo que ocurra cuando terminemos la misión no importa. El señor Edgington y yo seguiremos… caminos separados.
«¿Qué demonios?».
Logan clavó los ojos en ella como si se hubiera vuelto loca, porque era lo que pensaba. Tara formaría parte del resto de su vida, pero ya la convencería más tarde de eso; aquél no era el mejor momento.
—¿Está dispuesta a asumir el riesgo?
—Señor, con el debido respeto, no tenemos más alternativas. Robert ha desaparecido, el secuestro de Darcy ha demostrado que no debo infiltrarme sola, y el entrenamiento de Logan permite que pueda enfrentarse a la misión. ¿No podemos poner fin a esta conversación y prepararnos para marcharnos el miércoles? Estoy segura de que Logan tiene aún mucho que enseñarme y le gustaría aprovechar el tiempo.
Bocelli arqueó una ceja.
—De acuerdo. Ya saben los dos lo que hay. Conocen los riesgos que corren y los asumen, no tengo nada más que añadir al respecto. Ahora les pondré al corriente de nuestro mayor problema.
—¿Se trata de Darcy? —había una nota de alarma en la voz de Tara.
—Sí. Uno de los informáticos ha encontrado este anuncio online hoy al mediodía. Estábamos realizando búsquedas en Internet con ciertas palabras clave e imágenes que conectan todos los casos y nos tropezamos con esto. —Bocelli miró a Thorpe.
El dueño del Dominium tomó el portátil de la esquina del escritorio y presionó algunas teclas antes de girar la pantalla hacia ellos. Logan observó con espanto a una mujer atada. Sólo llevaba puesto mucho maquillaje alrededor de los ojos y estaba siendo acariciada por cuatro encapuchados vestidos de cuero.
—Darcy… —El entrecortado susurro de Tara rebosaba miedo y dolor—. ¡Oh, Santo Dios!
Logan sufrió con ella. Debía de ser terrible ver a un ser querido a merced de desconocidos dispuestos a degradarla por dinero en busca de una enfermiza emoción.
Pero todo empeoró todavía más cuando en la pantalla parpadeó un anuncio.
Tara jadeó y se cubrió la boca con la mano cuando lo leyó. El horror de Logan se incrementó un poco más.
—¿Van a obligarla a interpretar el papel estelar en una película snuff [1]?
[1] Un tipo de películas pomo en las que se filma la muerte real de alguno de los protagonistas (N de la t.)
—Sí, filmarán con su muerte una película snuff. Tara se puso pálida.
—La estrangularán tras una violación en grupo…
—Sí —confirmó Bocelli con desagrado—. La noche del viernes. Se puede pagar por ver el acontecimiento en directo, después distribuirán la cinta por los canales ilegales habituales. No creo que la maten en territorio estadounidense porque sería fácil obtener la localización por la IP, así que tenemos que dar con ella antes de que la saquen del país. Ése es el motivo de que salgáis mañana por la mañana.
Tara asintió con rigidez.
—Estaré preparada.
—Estaremos preparados —la corrigió él.
—Excelente. Mañana les daré las últimas instrucciones. Su vuelo partirá a las nueve de la mañana. Quiero reunirme con ustedes aquí a las seis.
—De acuerdo —confirmó Logan poniéndose en pie y tendiéndole la mano a Tara.
Ella alzó la vista hacia él y, aunque intentó ocultarlo, fue patente su pesar en la postura de su cuerpo, en la desolada línea que dibujaban sus labios. Ahora que ya estaba todo dicho, la realidad de la misión la abrumaba. Era natural que tuviera miedo cuando se veía amenazada por un asesino y una red de tratantes de blancas. Y, aún así, se negaba a retroceder. Su pequeña Cherry era muy valiente y él estaba orgulloso de ella.
Por fin puso la mano sobre la de él, pero la soltó en el momento en que se puso en pie.
Logan la observó acercarse a Bocelli con el ceño fruncido.
—No fallaré.
—Proceda con prudencia. Será lo mejor.
Ella asintió con la cabeza. Thorpe también se le acercó, pero Tara le devolvió la mirada con desconfianza. Logan se sorprendió cuando su amigo se inclinó y la besó en la frente.
—Escuche a su Amo y sométase honestamente.
Tara frunció el ceño en respuesta. Logan se preguntó si estaría dispuesta a seguir el consejo de Thorpe. El día anterior estaba comprometida con otro hombre. Desde entonces había vuelto a acostarse con su primer amante, sometiéndose a él una vez tras otra, y estaba a punto de depositar su vida en sus manos mientras se enfrentaban a hombres realmente peligrosos. Debía estar confundida y, sin duda, asustada.
Pero, sobre todo, estaba enterrando sus sentimientos, protegiéndose tras el daño que él le había causado años atrás.
El caso iba a ser complicado. Puede que él tuviera que mantenerse distante en público, pero cuando estuvieran a solas, iba a demostrarle con claridad qué era lo que había en su corazón.
Cuando salieron de la oficina de Thorpe, Logan la rodeó con un brazo y la condujo a su mazmorra.
Tara se estremeció en la fría estancia mientras él se dedicaba a seleccionar diversos artículos y se quitaba bruscamente la camiseta. Ella se dirigió al armario, recogió su bolsa y se encaminó hacia la puerta.
—No te he dado permiso para irte —señaló él con voz ronca, apareciendo a su lado de repente. Ella echó una mirada al móvil.
—Es casi medianoche y llevo aquí desde las seis de la mañana. Estoy cansada, tengo hambre y quiero darme una ducha. Además, aún tengo que hacer un montón de cosas. Debemos regresar al club mañana temprano y aún no he hecho el equipaje. Puedes volver a ser mi Amo por la mañana. Buenas noches.
Él le arrebató la bolsa y la miró con patente desaprobación.
—Las cosas no funcionan así, Cherry. Tu jefe me ha dado el mando de la misión. No nos vamos a ir cuando tú quieras, yo soy el Amo y tú la sumisa. Antes vas a acatar mis órdenes.
Logan la estudió con ojo crítico.
—Dame tu ropa interior y quítate el abrigo.
—¿De qué vas? No puedo ir por ahí sin sujetador. Todo el mundo se dará cuenta. La seda se transparenta.
Él arqueó una ceja.
—Vas a salir de aquí ante los clientes de un club donde prima el fetichismo. Cada uno de los Amos presentes que perciba que llevas sujetador se dará cuenta de que pasa algo. Y, por lo que sabemos, cualquiera de los que están ahí fuera puede ser el asesino. Hemos logrado mantener en secreto tu adiestramiento salvo ante unos pocos elegidos, pero podríamos quedar al descubierto si no te molestas en seguir unas sencillas instrucciones. No quiero que todo el esfuerzo se vaya a la mierda porque a ti te dé por ponerte rebelde, ¿entendido?
¡Maldición! Odiaba tener que darle la razón, aunque la tuviera.
—Sí, entendido, pero ¿por qué tengo que quitarme las bragas? Nadie sabrá si las llevo o no.
—Lo sabré yo. Irás en el coche conmigo. Quiero poder tocarte si ése es mi deseo, fin de la discusión. Debes acostumbrarte a seguir mis órdenes o nos descubrirán enseguida en Llave del Placer.
—¿Vas a presionarme así a todas horas? Cuando estemos en la misión haré lo que quieras. Pero hoy, esta noche, lo único que quieres es imponerme tu voluntad para obtener sabe Dios qué satisfacción.
Él se acercó más y le puso la mano en la cadera.
—Siempre que logre imponerte mi voluntad obtendré satisfacción. Conectamos de esa manera, cariño. Pero, además, quiero asegurarme de que estás preparada para cualquier cosa que te ocurra en ese complejo turístico. Si quieres discutir sobre ello, tendrás que enfrentarte a otro castigo en cuanto traspasemos mi puerta.
—¿Tu puerta?
—Sí. —Logan ladeó la cabeza—. No habrás pensado que, después de que ese psicópata viera cómo te sometías a mí esta noche y dejara una nota amenazando con matarte, iba a dejarte ir sola al motel ¿verdad?
—Trabajo en el FBI, no me encuentro precisamente indefensa.
—Completamente de acuerdo, pero eso no cambia nada. No vas a dormir en ese sucio motelucho ni aunque yo me quede contigo. Mi casa es mucho más segura. Nadie sabrá donde estás.
—Salvo tú.
—Sí, salvo yo. Si piensas que no voy a pasarme estas últimas horas que nos quedan abrazándote y diciéndote lo especial que eres para mí antes de tener que tratarte de una manera abominable, te equivocas.
—Ya hemos… Quiero decir que ya hemos mantenido relaciones sexuales dos veces hoy.
Logan sonrió pícaramente.
—Dicen que a la tercera es todavía mejor.
Aunque esbozó un delicado mohín, Tara se sonrojó.
—Admito que no es seguro que me quede en el motel, pero quizá debería ir a casa de Adam y volver por la mañana. Necesito espacio, Logan. No creo que sea buena idea pasar la noche juntos.
Logan le dirigió una inflexible mirada.
—Sabes que discutir conmigo no es lo más prudente. No me gusta que seas tan obstinada en algo que afecta a tu seguridad.
—Estoy pensando en algo más que en mi seguridad física, Logan. Te lo digo en serio, necesito paz y un poco de tiempo para asimilar todo lo que me está ocurriendo.
—Lo siento. Pero debes obedecerme. Quítate la ropa interior. Pasaremos por el motel para recoger tus cosas e iremos a mi casa.
Tara deseó burlarse y decirle que no podía obligarla, pero sabía que se la echaría al hombro sin tener en cuenta lo que ella dijera.
—Dios, qué capullo eres a veces.
—Sí. —Ni siquiera intentó negarlo—. Pero soy el capullo que está decidido a conseguir que sigas viva para poder demostrarte cuánto te ama. Vamos.
Con un gruñido, Tara se quitó el abrigo y las bragas. Luego intentó quitarse el sujetador sin desabrochar la blusa y, cuando lo consiguió, se lo lanzó a Logan. Entonces tuvo que contener el aliento. Incluso el más leve movimiento hacía que la blusa de seda se rozara contra sus pezones, consiguiendo que se estremeciera de pies a cabeza. Los pequeños brotes se pusieron duros al instante y presionaron contra la tela.
Logan se dio cuenta y pasó el pulgar sobre uno de ellos.
—Preciosos. Apenas puedo esperar para desnudarme y enterrarme en tu cuerpo otra vez.
—No digas esas cosas —protestó ella, pero sonó débil incluso a sus propios oídos.
Tara le deseaba otra vez, y la fuerza de aquel deseo era como un tornado incontrolable en su interior. No era sólo la manera en que la tocaba; era él. Parecía que sólo él podía lograr que su cuerpo respondiera.
Era una amarga certeza. Tenía la creciente conciencia de que sus sentimientos no eran los de una chica que sufriera por el primer amor perdido, sino los de una mujer desesperadamente obsesionada por el hombre destinado a excitarla y salir de su vida sin mirar atrás.
Si le dijera que eso era lo que pasaría, él lo negaría. Logan podía ser el hombre más terco del mundo. De hecho, en el instituto, ella no había sido capaz de resistirse a sus atenciones. Dejando aparte las circunstancias atenuantes, dudaba poder retenerle. Ni siquiera había podido conseguir hacer feliz a Brad, ¿cómo iba a complacer a un hombre como Logan? Era tan simple como eso, y él lo descubriría muy pronto.
Se tragó la tristeza y se dejó llevar por la cólera. Eso, al menos, era seguro.
—Cállate. ¿Nos vamos? —Se alisó la falda, ridículamente consciente de su desnudez bajo la ropa, y se dirigió a la puerta.
A cada paso que daba, se contoneaba y excitaba. La seda del forro de la falda se rozaba contra las sensibilizadas nalgas. Incluso notaba la estimulación en los muslos. ¿Y qué decir de los pezones que Logan había endurecido otra vez? Se deslizaban sensualmente contra la tela, erizándose todavía más. Apretó los dientes preguntándose si no sería mejor que le bajara a Logan los pantalones en el aparcamiento para que la satisficiera otra vez. Aquello estaría bien. Frunció el ceño. ¿Sería ésa la intención de Logan?
Con movimientos medidos, él cerró con llave el armario y la siguió, asegurando la puerta una vez salieron. Caminaron en silencio por las zonas públicas del club y Tara no pudo evitar mirar a su alrededor, consciente de que el canalla que había asesinado a la madre de Logan —el mismo que quería matarla a ella— podía estar observándoles. En torno a ellos resonaba la música y los cuerpos se contoneaban siguiendo el ritmo, unos contra otros, mientras admiraban sus escenas favoritas. Logan escrutó la multitud, pendiente de cualquier cosa rara. Thorpe y Bocelli, así como Axel y Jason, estaban situados estratégicamente en la estancia y vigilaban a los presentes.
—Si es listo, se habrá ido ya —murmuró ella.
Logan la guiaba con una mano en el hueco de la cintura. Se detuvo junto a ella y Tara pudo sentir el contorno inconfundible del arma.
—Si no, estoy preparado.
La pistola que le había facilitado el FBI estaba en el bolso que llevaba colgado del hombro. Si surgía algún peligro, ella también estaba preparada.
Logan la acompañó con rapidez a la puerta. La ansiedad formó una bola en su estómago que no comenzó a disolverse hasta que estuvieron sentados en el todoterreno, saliendo del aparcamiento.
—Tendremos que recoger mi coche en el motel.
—Le pediré a Thorpe que lo lleve a mi casa después de que nos vayamos.
Así ella tendría que ir a buscarlo cuando regresaran de la misión.
—¿Por qué no le dices que lo lleve a casa de Adam?
—¡Maldita sea, Cherry! —La miró y en sus rasgos angulosos se reflejó algo que no era cólera, sino dolor—. ¿Por qué intentas con tanto ahínco eludir cualquier conversación o pensamiento sobre un futuro común después de la misión? Estás loca si piensas que no sentiremos nada el uno por el otro cuando todo haya acabado. Y vas y le dices a tu jefe que seguiríamos caminos separados, vaya tontería…
—Hicimos un trato —objetó ella, conmocionada y aterrada a la vez al ver que Logan parecía tan determinado a perseguirla.
—Un trato que has sido la primera en romper cuando has discutido conmigo hace cinco minutos sobre la ropa que debías llevar puesta, entre otras cosas. Si tú no lo respetas, yo tampoco. Fin de la discusión.
—No te comprendo. Estoy dispuesta a ayudarte a superar el pasado y seguir adelante con…
—Así que está bien que te folle y que luego te olvide, pero no puedo demostrarte cuánto te amo ni intentar que me correspondas.
Aquella pregunta le hizo dar un respingo.
—Lo has entendido mal. Yo no quiero… No quiero que vuelvas a romperme el corazón, ¿de acuerdo?
—Perderte la primera vez casi me mató. No permitiré que vuelva a pasar.
Tara se recostó en el asiento y observó el escaso tráfico de las calles de Dallas a esas horas de la noche. Hacía calor a pesar de ser casi la una de la madrugada, pero ella se sentía helada.
¿Hablaría Logan en serio? Parecía tan cómodo al declarar sus sentimientos… No obstante, fue él quien rompió en el instituto. Ella se había pasado muchos años pensando que era un mentiroso y un manipulador. Saber la causa de aquello la había ayudado, pero todo se sucedía con demasiada rapidez. Y, aun así, no podía negar que Logan había sido célibe durante cinco años. ¿La había echado de menos? Parecía que sí. Suspiró, ahora no podía pensar. Estaba demasiado cansada.
—Intento creerte, pero necesito tiempo. Tú has tenido doce años para asumir la razón de nuestra ruptura. Yo apenas he dispuesto de doce horas.
—La paciencia no forma parte de mis virtudes, pero lo intentaré. —Logan suspiró—. ¿Tienes hambre?
Era probable que comer le sentara bien, pero negó con la cabeza.
—Sólo quiero dormir.
Logan gruñó, pero no añadió nada más mientras conducía camino del motel. En cuanto ella encontró la llave en el bolso, Logan se la arrebató de la mano y abrió la puerta. Encendió la luz.
—Jodido hijo de perra…