Cuando una pareja conoce sus defectos mutuos a la perfección,
inevitablemente surge el amor perfecto.
Los físicos no se ponían de acuerdo y negaban rotundamente que el voltaje, o la potencia en vatios, afectasen los efectos del enlace cuántico.
—Borregos, borregos son. Ven y no creen —bramaba Jake al observar el comportamiento irrazonable de los supuestos científicos—. Por esas mismas razones no deberían creer en la gravedad, en nada —se enfurecía.
La física cuántica explica el comportamiento de, por ejemplo, tres fotones y la teleportación de uno de ellos. Para muchos sería aburrido; para otros, lógicamente, serían conceptos incomprensibles, pero esta clase de física existe y es demostrable. Parece un truco de magia, pero es posible comprobarlo con un experimento, es un fenómeno extraordinario que algunos «magos» han hecho ante un público maravillado.
La posibilidad de incrementar las distancias de origen y de destino usando materiales superconductores e incrementando la potencia eléctrica era lo único que tenía sentido para Jake.
Las dificultades para transmitir de manera coherente las instrucciones de fabricación de la ventana de radiofrecuencia magnética Tesla eran inescapables. Sabían de sobra que los habitantes del exoplaneta trabajaban sin poder identificarlos de momento e ignoraban las razones; siempre volvían a las mismas visiones de globos colgados, deformados, aplastados.
Jake se desesperaba; comparaba los esfuerzos por entenderse con la civilización extraterrestre como los de una serpiente pitón con un arrecife de coral, o los de un pájaro carpintero con una marmota, y convocó una nueva reunión entre telépatas, neurólogos, físicos e ingenieros de telecomunicaciones.
—Antes de hablar cada uno de su tema, es imprescindible que comprendan ustedes que la coordinación es indispensable. Trataré de acercar conceptos, y convencer a todos de que la única manera de viajar a las estrellas, que es lo que queremos, es pasar por la investigación de un fenómeno conocido pero irrealizable sin la colaboración de los habitantes de la otra civilización.
»Necesitamos dos aparatos, uno aquí y otro allá, y para eso hay que contarles y aclararles cómo fabricar y ensamblar las piezas para recibir lo que queremos enviarles, y que ellos nos envíen lo que queremos recibir. Es necesario que todos, sin excepción, sepamos las cosas que vamos a contarles. —Jake hizo una pausa, más efectista que otra cosa, para detectar si había entusiasmo y quitarse de encima a los incrédulos, ya que requería colaboradores con una fe ciega en el éxito. Luego continuó—: Dejaré que mi colaborador, el neurólogo Molins, les hable del vínculo cuántico de la telepatía.
Molins se bebió medio vaso de agua y esperó que la auxiliar lo rellenase.
—Trataré de resumir, como dijo Jake. La conexión telepática opera instantáneamente; el entrelazamiento cuántico es extraespacial, extramaterial y extratemporal. —Varias manos se alzaron para preguntar, pero Molins alzó la suya—. Dejadme terminar. No existen las distancias ni el tiempo. Esto es posible a causa de la vinculación cuántica extracorpórea y extraespacial o, lo que es lo mismo, la operación del enlace cuántico, también llamado «embrollo cuántico», o quantum entanglement, para los que sepan inglés.
Nuestro trabajo será multilinear para combinar la telepatía con los factores extradimensionales que conocemos por los experimentos del vínculo de radiofrecuencia magnética de Tesla, que todos ustedes han visto funcionar. Pero así como la telepatía funciona entre un emisor y un receptor, lo mismo ocurre con el vínculo de Tesla, y ahí está el problema; los telépatas tienen ambas cosas en su cerebro, pero, para que el enlace de Tesla trabaje, necesitamos que en el lugar de destino exista un aparato, y no lo tenemos.
—¿Es cierto que intentamos enviarles los planos para que ellos lo construyan allá? —cuestionó Erik, un asistente del laboratorio general.
—Sí —replicó Jake—, pero hay dos dificultades: la primera es el idioma; aunque la transmisión telepática sea instantánea, si no entendemos el idioma, no hemos hecho nada, y aún no lo entendemos.
—¿Y la segunda? —demandó Jenny, ayudante de cirugía cerebral.
—Suponiendo que lográsemos hacerles entender todo perfectamente, la coordinación de la energía, los materiales y las ondas radioeléctricas tendrían que coincidir exactamente, y ustedes comprenderán que hacer esto a 4.5 millones de años luz es, cuando menos, complicadillo —cerró Molins entre carcajadas de los asistentes.
—Tenemos contacto con ellos, un contacto asegurado por las chicas que trabajan con nosotros, pero no entendemos el idioma y, además, no nos cree nadie.