San Pedro y Salaíno esperaban su turno encerrados en una celda. Los efectos de la neblina ya no surtían efecto sobre Salaíno, quien por primera vez se dio cuenta de la triste realidad.
—¿Qué me está pasando?
—Estás viendo como es el Infierno en realidad. Toma, come esta hoja del árbol de la vida, te hará sentir mejor —dijo San Pedro.
Salaíno recibió la hoja desconfiado.
—¿Y si mientes, y tratas de envenenarme?
—Tranquilo, si quieres no la comas, nadie te obliga. Solo pensé que te haría sentir mejor. La neblina del Primer Infierno altera los sentidos y ahora estás viendo la realidad. Tendrás que acostumbrarte a ella.
—¿Tú también ves lo mismo que yo?
—Desde que llegué he visto como es en verdad el Infierno.
—¿No eres de aquí?
—No. He venido desde muy lejos para rescatar a un espíritu que cayó por error al Abismo.
—Te debieron pagar muy bien para arriesgarte a un lugar tan peligroso.
—Nadie me pagó nada. Vine por mi propia voluntad.
—En esta época nadie hace nada desinteresado.
San Pedro nervioso, cambió el tema de conversación.
—Tenemos que escapar de aquí —dijo San Pedro, mientras movía los barrotes de la celda buscando alguno que estuviera suelto.
—Si escapamos, el castigo será peor, nos colgarán para que las sanguijuelas nos succionen la esencia y luego nos lanzarán a la fosa.
—Si me ayudas a escapar, puedo hacer que rebajen tu pena y podrás cumplir el resto de tu condena en el Purgatorio.
—Yo sabía que no pertenecías a este lugar, vienes del Purgatorio, ¿no es cierto?
—Eh… sí… ¿Me ayudarás?
—Con tal de reducir mi condena hago cualquier cosa. Pero me tendrás que devolver todos los colmillos que junté en el Infierno.
—Esos colmillos no valen nada.
—¿Cómo sabes eso?
—Cuando me he llevado a los espíritus condenados al Purgatorio, nunca he visto que tengan esos famosos collares con colmillos.
Salaíno miró a San Pedro unos momentos y luego le sacó la capucha que le protegía el rostro.
—Yo te conozco.
San Pedro se cubrió y dio vuelta la cara.
—Preocupémonos de salir de aquí —dijo san Pedro, quien encontró un barrote un poco suelto que comenzó a mover.