San Pedro registró el túnel hasta el final y solo encontró un saco de piedras a medio llenar.
—Tengo que averiguar para sirven estas rocas —dijo San Pedro en voz baja.
San Pedro se devolvió y encontró a Ignacio agachado, ocultando su cara entre sus brazos.
—Ignacio, ¿estás bien?
—No quiero estar aquí, tengo miedo.
—Es natural sentir miedo, todos tenemos miedo.
—Los adultos son valientes y nunca tienen miedo.
—Ignacio, tengo miedo igual que tú. El miedo es malo si te controla. A muchos los paraliza.
—A mí me tiritaban las piernas y no me respondían.
—El miedo te dominó y eso es normal, pero si eres consciente de tu miedo, lo podrás controlar en tu beneficio. Ignacio, tú elegiste venir para rescatar a tu hermano con todo el riesgo que eso significa.
—Sí.
—Entonces, concéntrate en que rescatemos a tu hermano.
—¿Y si nos atrapan? ¿Y si no podemos salir? ¿Y si no encontramos a mi hermano?
—El miedo te está controlando otra vez. Nadie sabe qué pasará en futuro, por eso no es bueno pensar mucho en él. Piensa en el presente, en el ahora. Cuál será nuestra próxima decisión.
—¿Y si tomo una mala decisión?
—No lo puedes saber si será mala hasta que la tomes. Si te equivocas, ya tendrás tiempo de pensar en cómo corregirlo. Yo tomé un riesgo muy grande en ayudarte. Tendré que asumir las consecuencias de mis decisiones. Pero si no lo hubiera hecho, no me lo hubiera perdonado nunca. Ignacio, ¿crees que yo podría seguir trabajando como si nada, pensando en no ayudé a dos espíritus en problemas? Ser así me ha traído muchos inconvenientes en el Cielo, pero siempre pienso que hice lo correcto, ¿no crees?
Ignacio abrazó a San Pedro.
—Para controlar el miedo yo respiro profundamente varias veces hasta que me tranquilizo.
—Yo respiré igual que usted. Me tranquilicé un poco, pero igual tenía miedo.
—El miedo no es malo si lo aprendes a controlar. Lo que yo hago cuando tengo miedo es pensar una sola cosa a la vez y no dejo pasar ningún pensamiento negativo. De ahora en adelante debemos concentrarnos en encontrar a tu hermano y no permitas que ningún pensamiento negativo entre en tu mente.
—Es difícil.
—Hazlo.
—Cuando estés en peligro y te inunde el miedo, no pienses, actúa antes que el miedo te paralice con lo que puede pasar.
—Lo intentaré.
—Los cobardes lo intentan, los valientes lo hacen, ¿está claro?
—Sí San Pedro, lo haré.
¿Eres valiente?
—Sí.
—Así me gusta, ahora respiremos profundamente varias veces y llevemos el saco hasta donde trituran las piedras y mantén los ojos abiertos.
—Sí San Pedro, lo haré —dijo Ignacio convencido.
San Pedro e Ignacio arrastraron el saco hasta el exterior del túnel.
—Ignacio, no debemos despertar sospechas. Busca algo que nos sirva para seguir sacando rocas.
—Bien.