Ksiel se encontraba en el Segundo Cielo y sus puertas estaban cerradas. Una fila de espíritus esperaban afuera.
—Puedes abrir la puerta, por favor, necesito hablar con San Pedro —dijo Ksiel.
—San Pedro no se encuentra en estos momentos. Cuando llegue le digo que usted vino a verlo —dijo Ángelo nervioso.
—¿Qué puede estar haciendo el Administrador del Cielo, fuera del Cielo? —preguntó Ksiel—. Ábreme la puerta. Lo esperaré dentro del Cielo.
—Eh… No estoy autorizado para abrir la puerta del Cielo a nadie, hasta que San Pedro llegue —contestó Ángelo nervioso.
—¿No sabes con quién estás hablando? —dijo Ksiel, dándose aires de grandeza.
—Tiene que esperar a que llegue San Pedro.
—Por mí no hay problema, pero que dices de los espíritus valerosos y sacrificados, que esperan en la fila. Ten el debido respeto hacia ellos —dijo Ksiel ofendido.