Capítulo 41

Cientos de pensamientos cruzaron por la mente de Ignacio. No tenía a nadie que le dijera que hacer. Prefería mil veces que lo castigasen por hacer algo mal. Ahora que tomó una decisión por primera vez, su hermano se hallaba camino al Infierno y San Pedro no lo quiso ayudar. Ignacio se levantó y trató de mirar a través de las paredes de cristal de la celda, pero todo se veía borroso. Un brillo en el suelo de nubes, le causó curiosidad a Ignacio. Se acercó y al recogerlo, se dio cuenta que era una espátula dorada cóncava.

Ignacio la movió con sus dedos un buen rato sin ganas.

«Parece que se le cayó a San Pedro».

Inconscientemente Ignacio enterró la espátula cóncava en el suelo de nube y sacó un poco de materia nube. Quedó un pequeño agujero en el suelo. De pronto se dio cuenta que era la herramienta que San Pedro hablaba para escapar. Ignacio sacó más materia nube con sus manos, pero las nubes del suelo volvían a tomar su forma original. Sacó un poco de materia nube con la espátula dorada y el agujero se mantuvo.

«Que suerte que se le haya caído la espátula a San Pedro» —pensó Ignacio.

Ignacio comenzó a excavar en un extremo de la cúpula, sacando restos de materia nube, hasta que su cuerpo pudo pasar por debajo de la cúpula de aislamiento, pudiendo salir al exterior.