Capítulo 38

—Dime la verdad o atente a las consecuencias, ¿quién es el cerebro de la operación? —Preguntó el Director General del Purgatorio.

—Esa es la verdad, ya le dije —contestó Ignacio.

—Te lo preguntaré por última vez ¿dónde está el otro espíritu?

—Cayó por el agujero negro.

Ese agujero negro es el Abismo. Donde son arrojados los espíritus condenados para que cumplan su condena en el Infierno.

—Si es verdad lo que dices, no habría de que preocuparse. El espíritu del niño no volverá del Abismo y tú serás enviado de nuevo a las Unidades de Reencarnación. Si el Consejo se entera, habrá una investigación. Me imagino a los ángeles interrogando a todo el Purgatorio como si fuéramos culpables. Eso no lo permitiré. Si logro desviar la atención para que investiguen al Segundo Cielo, ellos serán los responsables y no el Purgatorio. San Pedro ya ha tenido problemas de este tipo en otras ocasiones, así me será más fácil acusarlo.

El Director General del Purgatorio sonrió y le dio unas palmadas en el hombro a Ignacio. Salió de la cúpula de aislamiento encontrándose frente a frente con San Pedro.

—¿Cómo estás Número Uno? —preguntó San Pedro.

—Bien, bien, bien, justo pensaba en ti —dijo el Director General del Purgatorio abriendo tremendos ojos, mientras sonreía.

—Me enteré que tienes al prisionero en este lugar —dijo San Pedro.

—¿Cómo te enteraste?

—Es cuestión de preguntar a los espíritus correctos.

—Eh… Sí. Hemos capturado al espíritu y lo estamos interrogando. Lo llevaremos en cuanto antes a las Unidades de Reencarnación.

—¿Qué has sabido del otro espíritu?

—¿Qué otro espíritu? Había solo un espíritu, lo atrapamos y caso cerrado.

—¿Me permites hablar con el espíritu? —preguntó San Pedro.

—No creo que sea conveniente, puede ser peligroso.

—Creo que me las puedo arreglar con el espíritu de un niño de diez años —dijo San Pedro esforzándose en mantener su tono amable.

—Eso sí, bajo tu propia responsabilidad —contestó El Director General del Purgatorio, quien se retiró de la cúpula de aislamiento.