Capítulo 31

Ignacio despertó de improviso. Tuvo una pesadilla. Una pesadilla en la que murió toda su familia y ahora se encontraba en el Cielo. Ignacio aún atontado, despertó a su hermano.

—Matías, despierta.

—Ah, no. Déjame dormir hasta tarde.

—Matías tuve una pesadilla.

—Yo igual —dijo Matías dándose media vuelta en la cama para seguir durmiendo.

—Soñé que chocábamos y llegábamos al Purgatorio y luego al Cielo.

—Yo también soñé lo mismo —dijo Matías balbuceando.

—No pudiste soñar lo mismo.

—Soñé que San Pedro nos enseñaba a crear cosas con las nubes —dijo Matías.

—Matías, despierta, no fue un sueño. Mira.

—Matías abrió los ojos y vio que todo estaba cubierto de nubes.

La cama hecha de nubes comenzó a deshacerse. Los niños quedaron sentados en el suelo de nubes.

Ignacio y Matías se levantaron con un nudo en la garganta. Se dirigieron donde San Pedro, que continuaba trabajando en su escritorio.

—Buenos días niños ¿Cómo durmieron?

—Bien —contestaron los niños, aún confundidos.

Ángelo entró a la oficina de San Pedro.

—Buenos días San Pedro, buenos días niños.

—Buenos días Ángelo. Por favor, lleva a los niños al Purgatorio para que puedan juntarse con su madre —dijo San Pedro—. Y pregunta qué pasó con el padre de los niños.

—Sí San Pedro. Juntarse con la madre, preguntar por el padre.

Matías se acordó de sus padres y se puso a llorar. A Ignacio, le corrió una lágrima por la mejilla, pero se la limpió con la mano. Tenía que ser fuerte. Debía actuar como un hermano mayor, cuidando a Matías hasta que volvieran con su madre.

—Niños, no se preocupen, todo saldrá bien —dijo San Pedro.

—Ha sido un placer tenerlos aquí. Ojalá nos volvamos a ver.

—Seremos buenos y ayudaremos a los demás —dijo Ignacio con la voz entrecortada y los ojos vidriosos.

—Eso espero.

San Pedro abrazó a Ignacio y a Matías y se despidieron. Ángelo se llevó a los espíritus de los niños hasta el transportador.