San Pedro entró a su oficina donde se encontraba un sillón blanco y un gran escritorio lleno de papeles y carpetas de vida por revisar.
Ignacio y Matías esperaban en la oficina, aburridos.
—¡Ángelo!
—Mande San Pedro.
—¿Averiguaste que pasó con los niños?
—Estuve preguntando en el Purgatorio y nadie sabe nada. Pero el espíritu de una mujer detenida por los ángeles guardianes, estaba desesperada porque sus dos hijos se escaparon —dijo Ángelo.
—La mamá —gritaron los niños.
—¿Y por qué la detuvieron?
—Porque hizo un escándalo y quiso adelantarse en la fila de los accidentados —dijo Ángelo.
—Obvio, si sus hijos se perdieron, trataría de encontrarlos como sea —contestó San Pedro.
Matías se acordó de sus padres y de todo lo que les había pasado y se puso a llorar. Ignacio abrazó y consoló a Matías.
—¿Podemos devolvernos al Purgatorio? —preguntó Ignacio.
—No se preocupen, iremos de inmediato.
—San Pedro, creo que no será posible. Ya cerraron el Purgatorio y tendremos que esperar hasta mañana —dijo Ángelo.
—Hablaré de inmediato con el Director General del Purgatorio.
—San Pedro, haré una ronda por el Cielo y vuelvo —dijo Ángelo.
San Pedro le hizo una seña de aprobación con la mano a Ángelo, mientras se sentaba en su sillón. San Pedro descolgó el auricular, por donde sopló y luego le dio varias vuelta a una pequeña manivela.
—Comuníquenme con el Director General del Purgatorio.
—Usted está llamando fuera de horario de atención. Por favor comuníquese mañana en horario normal —contestó una voz monótona por el transductor de sonido.
—Soy San Pedro y estoy llamando del Segundo Cielo.
—Lo siento, pero el Director ya se retiró y volverá mañana. Ubíquelo en horario laboral —contestó la voz por el intercomunicador.
—Bendito Dios, ¿qué haré ahora?
Ignacio calmaba a Matías para que dejara de llorar.
—Tranquilos niños. Yo me encargaré de que regresen con su madre a primera hora de mañana. Pero tienen que portarse como hombrecitos y no llorar.
—Extraño a mi mamá y a mi papá —dijo Matías sonándose los mocos con la palma de la mano y limpiándose la mano en la ropa.
—¿Tu papá también está en el Purgatorio?
—No. Mi papá desapareció antes de ver el túnel de luz —dijo Ignacio.
—Debe de estar en la Tierra, debido a que no era su hora aún —dijo San Pedro.
—¿Se quedó en la tierra como fantasma? —preguntó Matías.
—No hijo. Tú papá quedó con vida y su espíritu volvió a su cuerpo. Tu padre debe estar en algún lugar recuperándose. Mañana consultaré.
—Díganme, al parecer no la pasaron tan mal practicando con los anillos nube. Aprendieron muy rápido.
—Sí. No es difícil si uno aprende a equilibrarse, lo demás es fácil —dijo Ignacio.
—Los niños siempre aprenden más rápido que los adultos. A medida que pasan los siglos nos cuesta más aprender cosas nuevas.
—Niños ¿Quieren construir algo con las nubes?
—¿Cómo? —preguntaron los niños entusiasmados.
—¿No les dijeron en la charla, que pueden crear cualquier objeto con las nubes y el poder del pensamiento?
—No —dijeron los niños intrigados.