—Niños, no encuentro sus carpetas de vida para ingresarlos al Cielo. Díganme la verdad ¿Cómo llegaron aquí?
Ignacio y Matías se miraron por un instante y luego agacharon la cabeza apenados.
—Salimos del Purgatorio porque estábamos aburridos y nos metimos en una especie de ascensor y llegamos a este lugar —dijo Ignacio.
—Lo que me dices es terrible ¿No los vio ningún ángel guardián? ¿Nadie los detuvo en el Purgatorio? —preguntó San Pedro.
—Parece que no nos vio nadie —dijo Ignacio.
—Me parece muy grave que en el Purgatorio no haya ninguna vigilancia. Cualquiera puede ingresar al Cielo y vulnerar nuestra seguridad. Tendré que conversar en persona con el Director General del Purgatorio. Se quedarán conmigo hasta que esto se aclare. Ángelo, ven, por favor. Necesito que vayas al Purgatorio y averigües si saben algo de dos espíritus de niños que se perdieron. Trata de ser discreto.
—Sí San Pedro, voy, Purgatorio, discreto, niños perdidos —contestó Ángelo.
—Trata de hablar con el Director General del Purgatorio, dile que vas de mi parte, ¿entendiste?
—Sí San Pedro, Purgatorio, discreto, niños perdidos, Director Purgatorio, hablar. Me queda claro —dijo Ángelo.
Ángelo salió hacia el transportador que se encontraba en las afueras del Cielo. Mientras el transportador se abría, Ángelo trataba de memorizar lo que le había dicho San Pedro.