Dos ángeles aparecieron agitando sus enormes alas, provocando el asombro de los espíritus. Los ángeles replegaron sus alas y caminaron unos pasos hasta detenerse frente a los espíritus, apocados por los casi dos metros que medía cada ángel.
—Mi nombre es Mebahel.
—Y el mío es Omael.
—Realizaremos una charla de coordinación celestial, para que aprendan las reglas básicas y no tengan problemas en el Segundo Cielo. Para terminar, aprenderán el uso básico de los anillos nube, con una demostración práctica.
Los niños se miraron y pensaron que se trataba de algo divertido.
—Niños, acompáñenme a mi oficina, ahí revisaremos sus carpetas de vida y veremos que pasó —les dijo San Pedro a los niños en voz baja.
—¿Podemos quedarnos a escuchar un rato? —preguntó Matías.
—No, porque no están autorizados.
—No vamos a hacer nada malo. Nos vamos a sentar y a escuchar, nada más —dijo Matías poniendo su cara más inocente.
—¿Pueden quedarse los niños con ustedes? —preguntó San Pedro nervioso a los ángeles instructores.
—No hay problema, siempre y cuando no interrumpan —contestó Mebahel.
—Bien, los dejo con ustedes —dijo San Pedro, dirigiéndose a su oficina.
—Omael les entregará el manual de instrucciones y buen comportamiento a los nuevos residentes del Cielo. Antes de preguntar, lean el manual.
—¿Conoceré a Dios? —interrumpió un espíritu.
—La respuesta sale en el manual —contestó Mebahel.
—Pero ¿lo conoceré? —insistió el espíritu.
—No.
—¿Por qué no?
—No. No podrán conocer a Dios, porque él vive en el Séptimo Cielo.
—A mí me enseñaron que al morir estaría al lado de Dios —dijo un espíritu.
—Si así fuera, tendríamos a miles de millones de espíritus humanos al lado de Dios y no podría trabajar haciendo nuevos mundos, nuevos animales, o razas de personas. Tengan en cuenta que la Tierra no es el único planeta del cual Dios está encargado.
—¿Le puedo hacer una pregunta a Dios si tengo alguna duda?
—Eso también sale en el manual de instrucciones y la respuesta es no.
—Les repito. No, no le pueden preguntar nada a Dios. Si cada espíritu de los miles de millones que hay en el universo, le hiciera una pregunta a Dios, se demoraría miles de años humanos en responderles a todos y casi siempre son las mismas preguntas. Por eso Dios dejó un listado de preguntas frecuentes, que siempre hacen los espíritus que llegan al Segundo Cielo. Lo encontrarán al final del manual de instrucciones y buen comportamiento, como por ejemplo:
—¿Me encontraré con mis seres queridos? ¿Cuántos cielos existen? ¿Los animales se van al Cielo? ¿Cuándo se acabará el mundo? ¿Viviré eternamente en el Cielo? ¿Cuál será el momento oportuno para reencarnar?
—Estas y otras preguntas salen contestadas en el manual de instrucciones y buen comportamiento. Les pido, por favor, que no hagan más preguntas y pasemos al siguiente tema.