Las nubes comenzaron a disiparse. A lo lejos, cientos de espíritus esperaban en distintas filas. Los niños pisaron con cuidado la superficie hecha de nubes grises. El primero en soltarse de la mano de Emilia fue Matías, quien caminó y saltó sobre las nubes grises.
—Mira mamá, se siente como caminar sobre mi cama.
—Hijo, tenga cuidado.
—Mamá, ya no nos puede pasar nada.
—Sí, pero me da miedo todo esto.
Ignacio apretó la mano de Emilia. Estaba asustado.
Un espíritu de túnica gris sentado sobre una nube, daba instrucciones por un megáfono metálico.
—Por favor respeten la fila y esperen su turno para ser atendidos.
—Señor, señor —gritó Emilia.
—Señora, ubíquese en la fila correspondiente para que pueda ser atendida. Si se equivoca de fila tendrá que hacerla de nuevo.
—Señor, ¿cuál es la fila que nos corresponde?
—Según el tipo de muerte que tuvo, obviamente —contestó el funcionario gris irritado.
—Al parecer tuvimos un accidente.
—¿Al parecer tuvieron un accidente? Deberían saber cómo murieron, para así asignarles sus discos de identificación.
—Tuvimos un accidente en coche y…
—Eso es más claro, accidentes fatales, fila tres.
—¿Y cuál es la fila tres?
—¿Cómo?, ¿no sabe cuál es la fila tres? Todos saben cuál es la fila tres. La fila tres corresponde a los espíritus humanos que murieron en accidentes. —Exclamó el funcionario gris.
—¿Me podría indicar cuál es la fila tres? —preguntó Emilia.
El funcionario gris hastiado, dio vuelta en su nube, dirigiéndose hasta la fila correcta. La nube al moverse producía el sonido como de cientos de pompas de jabón explotando. Emilia con los niños de la mano, siguieron al funcionario gris.
—Mire, cuente. Uno, dos, tres, esta es la fila tres. Esperen aquí hasta que les toque su turno y les den sus discos de identificación.
—¿Tú eres un ángel? —preguntó Ignacio.
—Ja, ja, yo, ¿un ángel? Ja, ja, ja, no me hagas reír, ¿tengo cara de guardián acaso?
—Estamos en el Cielo, ¿no es cierto?
—Cómo quisieras, como quisieran todos estar en el Cielo. Están en el Purgatorio, en la Antesala de Selección Espiritual.
—Ustedes creían que era morirse y llegar al Cielo sin más, ja, ja, ja, ja, no me hagan reír.
El funcionario gris se puso serio y volvió a su trabajo.
—Por favor, respeten la fila y esperen su turno para ser atendidos. Si se equivocan de fila tendrán que hacerla de nuevo.
Emilia y los niños se ubicaron al final de la fila de los accidentados. Del interior de la Antesala de selección espiritual, siguieron apareciendo nuevos espíritus. El funcionario gris gozaba apocando a los recién llegados.
La Antesala de selección espiritual, se encontraba cubierta por un enorme domo casi transparente con la forma de un panal de abejas. Dos ángeles guardianes se paseaban entremedio de las filas con cara de pocos amigos. Los ángeles medían más de dos metros cada uno y vestían sencillas túnicas blancas, que dejaban ver sus brazos y piernas fibrosos y musculosos. Sus alas eran blancas y su frente, muy amplia, con un tercer ojo ubicado arriba de las cejas. Sus cabellos rojos y largos, les llegaban al pecho. Los ángeles guardianes usaban largas lanzas como armas para disuadir a los espíritus conflictivos.