—Papá, ¿qué haremos ahora? —preguntó Ignacio.
—No sé. Es la primera vez que me muero.
—Papá, tenemos que seguir el túnel de luz —afirmó Ignacio.
—¿Quién te dijo esa estupidez?
—Lo vi en una película.
—¿Y qué más viste?
—Si no seguimos la luz, nos quedamos en la Tierra como fantasmas para siempre.
—Ignacio, como se te ocurre creer las estupideces que salen en las películas. Las películas son puras mentiras. Cuentan cosas que no existen y además nadie ha vuelto de la muerte como para saber, así que no hables más tonteras —dijo Agustín irritado.
—¿Te quedó claro?
—Sí.
—Sí, qué.
—Sí, papá.
—¡Papá!, ¡papá!, ¡mira, puedo atravesar el árbol! —gritó Matías tratando de llamar la atención.
Agustín miró a Matías y le hizo una mueca parecida a una sonrisa.
—Matías no te alejes de nosotros —dijo Emilia.
—Mamá, ya no nos pasará nada.
—Igual, no te alejes.
—Iré al coche a ver si puedo sacar algo —dijo Agustín.
Agustín quiso abrir la puerta del coche, pero su mano la atravesó. Se metió y trató de prender la radio para escuchar noticias del accidente, pero sus dedos también atravesaron el radio. Un agudo dolor en el pecho hizo caer a Agustín al suelo, produciéndole fuertes espasmos.
Emilia corrió hacia Agustín asustada.
—¡Qué te pasa, por dios!
—No sé, siento un dolor horrible en el pecho —dijo Agustín con la voz entrecortada.
Agustín se quedó inmóvil unos momentos por si el dolor regresaba. Trató de levantarse, pero otra vez sintió como si le estuvieran sacando el corazón.
—¡Ah, de nuevo el dolor…! ¡Qué fuerte!
—¿Qué te pasa mi amor? —preguntó Emilia, mientras les sujetaba las manos.
—No sé, el dolor es insoportable —gimoteó Agustín.
—¡De nuevo, no!, ¡por favor!, ¡no lo soporto!
Agustín sintió un tirón en su cuerpo y soltó las manos de Emilia. Agustín horrorizado fue arrastrado hacia la carretera por una fuerza invisible, desapareciendo en un segundo.
Emilia quedó sin habla.
—Mamá ¿Qué le pasó al papá? —preguntó Matías aterrado.
—Mamá, ¿qué le pasó al papá?
—¡Mamá!
—No sé hijo, no sé —respondió Emilia, llorando y abrazando a Matías.
—¿Se lo llevaron al Infierno?
—Cómo puedes decir eso, por dios. Tu padre no es malo.
—No tonto. Para irte al Infierno tienes que matar a alguien, y cuando llega tu hora, un montón de demonios se agarran de tu sombra y te llevan al Infierno —contestó Ignacio.
—¿Y cómo sabes eso? —interrogó Matías.
—Lo vi en una película.
—Mi papá dijo que las películas son mentiras.
—No, no son mentiras.
—Niños no peleen, por favor. Debemos estar unidos, porque no sabemos lo que pasará.