El presente.
Ignacio de diez años, se encontraba detenido esperando ser enviando a las Unidades de Reencarnación. Dos ángeles armados custodiaban la entrada de la celda, pues se trataba de un prisionero peligroso.
—No quiero qué me lleven de nuevo. Se llevaron a mi mamá y mi papá se quedó abajo. Mi hermano cayó al Abismo y nadie me cree. Yo no quise qué pasara todo esto. Todo fue culpa mía.
Ignacio lloró desconsolado.
—No sé qué hacer, ni a donde ir. Esto es una pesadilla. Debo despertarme como sea.
Ignacio se abofeteó la cara y se pellizcó el brazo. Le dolió.
Era peor que una pesadilla… Era real.