Lo primero que cruza mi mente es: «¡Maravilloso! ¿Ahora qué? ¿Acaban de despedirme y ahora Marcus está celoso de nuevo por algún motivo?».
Pero cuando me acerco al coche, no se baja Marcus. Es Cassidy. Le pregunto qué pasa y me responde:
—Solamente queremos hablar contigo un minuto.
—¿Quiénes «queremos»?
—Marcus, Ricky y yo.
Tiene una expresión seria en el rostro, así que me pregunto qué habré hecho ahora. Repaso mis recuerdos más cercanos, pero no se me ocurre nada. De hecho, parece que, salvo por el despido, he sido un ciudadano modelo.
Me siento al lado de Ricky en el asiento trasero, Cassidy y Marcus están adelante. Todos me miran, así que pregunto:
—¿Qué pasa? ¿Qué he hecho ahora?
Intercambian miradas y luego Ricky empieza.
—No es por nada que hayas hecho —me dice—. Es algo que queremos que consideres hacer.
Paso mi mirada de un rostro al otro. Todos están muy serios, así que digo:
—Dios mío, esta no es una de esas intervenciones de «estamos muy preocupados por tu problema con la bebida», ¿o sí?
—No, tío —responde Ricky—. Es más una intervención por Aimee Finecky.
Eso me consuela un poco. No me gustaría pensar que este par de personas, con quienes he salido tan monumentalmente de fiesta, de pronto pretendieran transformarse en consejeros estudiantiles.
—Mirad —les digo—, ya os he dicho que voy a pagar esa mesa de jardín.
—Tío, no es la mesa lo que nos preocupa. Es Aimee.
Miro a Cassidy. Sus ojos azules casi me engullen.
—Vamos —digo—, Cassidy, tú sabes que Aimee en realidad no quiso decir lo que te dijo en la fiesta. Solamente llevaba un par de copas de más. Se siente muy mal por haberte abofeteado.
—Lo sé —me dice Cassidy—. Ya se ha disculpado conmigo. Eso no es lo que me preocupa.
—¿Entonces de qué va todo esto?
Después de un largo tiempo de silencio incómodo, Ricky dice:
—Es que simplemente nos parece que no está funcionando.
—¿Qué?
—Lo tuyo con Aimee, tío. Vuestra relación no está funcionando.
—¡Ah!, ¿no me digas? A ver, déjame que te pregunte una cosa, ¿desde cuándo tú tienes derecho a opinar sobre si mis relaciones están funcionando? A ver, miraos. En primer lugar tenemos al Señor Una Novia en Toda su Vida, después, a la chica que cortó conmigo cuando yo ayudaba al susodicho señor a conseguir esa novia, y para terminar, al tipo que me robó a mi novia. Disculpadme si vuestras opiniones sobre mis relaciones me importan un pepino.
—Espera un momento, tío —dice Marcus—, yo no te he robado la novia.
—Claro. ¿Entonces qué, la tomaste prestada, como si fuera un libro de la biblioteca?
—No —dice Cassidy—. Lo que quiere decir es que yo le pedí salir a él después de que tú y yo cortáramos.
—Muy bien. Perfecto. ¿Cuándo fue eso, como quince minutos después? ¡Ah!, por supuesto, ya me ha quedado claro. Eso os da derecho a cortar mis relaciones con cualquier novia que pueda tener. Supongo que debí de haber leído la letra pequeña.
—Espera, tío —Ricky se inclina hacia mí—. Deja de pensar que esto tiene que ver contigo. Es por Aimee. Es por lo que le está pasando a ella. A ver, todos tenemos muy claro que no podemos sugerirte que bebas menos, pero esto es demasiado para ella. Bueno, yo nunca antes la había visto beber. Ahora es una verdadera alcohólica.
—Es cierto, nunca la habías visto beber, ¿sabes por qué? Porque nunca iba a ninguna fiesta. No tenía amigos, excepto una que la trataba como si fuera un perro.
—Y ahora va por la vida rompiendo botellas de vodka en el cine —dice Marcus—. Ella no es ese tipo de persona.
—¿Ah, sí? ¿Y qué tipo de persona es? ¿Cuando la miras piensas que no es más que una pequeña pardilla que debería quedarse escondida en su rincón y no salir nunca? Porque yo veo mucho más que eso. Veo a alguien que tiene grandes sueños, tan grandes como todos los vuestros juntos. Y veo a alguien que ahora sabe defenderse sola. Antes de que saliera conmigo, dejaba que cualquier persona en su vida la pisoteara como si fuera la capa de Sir Walter Raleigh.
—Lo que yo veo —interviene Ricky— es a alguien a quien ahora todo el mundo llama Vomitona en el instituto. ¿Crees que eres el salvador de esta chica, tío? Bájate de tu nube. Vas por la vida actuando como si estuvieras salvando a los demás para no tener que lidiar con tus propios problemas.
—¿Sí? ¿Qué problemas? ¿Los hipócritas mojigatos como tú?
—Espera un segundo —dice Cassidy. Es más una súplica que una orden—. No nos metamos en una bronca monumental. Chicos, ¿por qué no me dejáis hablar con Sutter a solas un momento?
Los chicos están de acuerdo y empiezan a bajarse del coche, pero ella considera que será mejor si nos bajamos nosotros. Lo cual me parece perfecto. La atmósfera del coche empieza a resultar un poco sofocante.
Nos dirigimos a mi coche y nos apoyamos en él.
—Hace muy buena noche —dice ella y yo le respondo:
—Las he visto mejores.
—Esto ha sido idea mía —me dice—. Así que no le eches la culpa a los chicos. Tal vez haya sido estúpido, pero sabes que realmente quiero lo mejor para Aimee.
—¿Pero no piensas que yo pueda ser lo mejor para ella, verdad?
—No. Creo que podrías serlo si lo intentaras. Pero no creo que lo seas en este momento.
—Así que en tu infinita sabiduría proclamas que tengo que cortar con ella.
—No lo proclamo. Solamente es mi consejo. Eso es todo.
—¿Porque la estoy convirtiendo en una alcohólica como yo?
—No lo plantees así. No es como tú, Sutter. No tiene que ser extrovertida e ir de fiesta con mucha gente. Además, ya sabes que te no te involucrarás en esto a largo plazo.
—¿Qué te hace pensar eso?
—¿Cuánto tiempo salimos nosotros? ¿Ocho meses? Y en todo ese tiempo me dejaste muy claro que no tenías ningún plan a largo plazo.
—Oye, que yo no tengo planes a largo plazo con nada.
—Lo sé. A eso me refiero. Sabía que no ibas a comprometerte nunca conmigo, y obviamente, será igual con Aimee. Así que lo que te estoy diciendo es que le harías un gran favor si simplemente terminaras con todo antes de que se convierta en algo de lo cual no puedas salir después.
Por un momento, me quedo ahí, de pie, mirando el envoltorio de una hamburguesa pasar revoloteando por el aparcamiento. Hay algo importante que Cassidy y los demás no saben, algo que no puedo contarles, la historia sobre lo que ocurrió entre Aimee y el hijo de Randy la morsa. Incluso si quisiera, ¿cómo puedo cortar con una chica cuando sé que tiene ese cadáver podrido enterrado en su pasado?
Así que le respondo:
—Mira Cassidy, si de verdad posees ese vasto conocimiento enciclopédico sobre mí y mis relaciones, entonces sabrás que no necesito cortar con nada. Ya lo hará Aimee cuando esté lista. Ya se cansará de mí, igual que tú.
—¿No lo entiendes, verdad? Esta chica te quiere. No va a cortar contigo, no a menos que pase algo realmente malo.
—A ver. Claro que le gusto, pero no está enamorada de mí.
—Eso es tan típico de ti. No sé qué te pasa, pero por algún motivo nunca crees que alguien te pueda querer. Tu madre, tu hermana. Yo. Bueno, si no puedes creer que alguien te pueda querer, ¿cómo vas a conseguir romper esta fachada de todo-es-tan-tan-fabuloso y comprometerte de verdad con alguien?
—Oye, no es una fachada. Y, por cierto, me quedó clarísimo cuánto me querías tú cuando vi cómo me dejabas tirado con tanta facilidad.
—¿Crees que fue fácil? ¿Crees que no lloré por eso? A veces todavía me hace llorar. Pero tengo que seguir adelante con mi vida y tú también. Y Aimee también. Ella sencillamente no puede verlo porque te has convertido en todo su mundo. No puede imaginarse a sí misma yendo a ninguna parte sin ti. Pero yo no puedo imaginaros moviéndoos en una misma dirección. ¿Tú sí?
—Sí, sí puedo. De hecho, nos vamos a ir a vivir juntos a Saint Louis después de la graduación —vale, este comentario ha sido un poco visceral, pero no voy a permitir que Cassidy se ponga a predecir mi vida delante de mis narices—. Ya lo tenemos todo planeado. Su hermana vive allí y nos está buscando piso. Los dos trabajaremos e iremos a la universidad. Acabo de avisar a Bob de que solo trabajaré dos semanas más.
Me coge del brazo.
—No estás hablando en serio.
—Espera y verás —le retiro el brazo y abro la puerta de mi coche—. Dile a los chicos que dan asco. Nos vemos en el instituto.