Aimee debe de estar un poco nerviosa. La pillo dándole un sorbo a la cerveza, después de todo. Pone una mueca, como si acabara de tomarse medio litro de lejía, pero por algo hay que empezar. Intento tranquilizarla un poco contándole cosas sobre algunos de los personajes que han venido a la fiesta, pero no puedo contarle mucho porque una persona tras otra se acercan a hablar conmigo, incluyendo tres ex novias. El problema es que no se me da bien quedarme en el banquillo en las fiestas. Nada de línea de banda para Sutterman. Me gusta estar en el meollo de la acción.
Aimee, sin embargo, ni siquiera sabe de qué va el juego, y mucho menos cómo se juega. Intento meterla en las conversaciones, sin mucho éxito, incluso cuando Shawnie Brown, mi ex novia de segundo, se acerca. Shawnie es muy dada a tocar a los demás y es muy escandalosa. Pone toda clase de muecas exageradas para enfatizar sus historias y le encanta que, como de costumbre, hablemos como mafiosos italianos. Es tronchante. Pero juro que a cada segundo que pasa, parece que Aimee se encoge más en su gigante chaqueta morada.
Entonces, finalmente, llega Cody Dennis en toda su gloria con sus ojos de cachorrito.
Voy a por él de inmediato y se lo presento a Aimee. Se queda mirando la chaqueta, pero no se burla de ella. De hecho, casi no dice nada. Yo tengo que contar historias para que la conversación no se quede congelada en una vasta y dura extensión de tundra. Y sigo y sigo, y hablo sobre la fiesta en la casa de Paxton, la de La Quinta Inn y la que fue realmente maravillosa en el lago Tenkiller el verano pasado, hasta que finalmente se me acaban las historias de las fiestas y, por pura suerte, encuentro el tema perfecto, mi investigación online sobre la Comandante Amanda Gallico y los libros de los Planetas Brillantes.
Con eso, los ojos de Aimee reciben una descarga. Lo sabe todo sobre las páginas web que he visitado y me empieza a preguntar qué me han parecido. Para mi sorpresa, me acuerdo de bastantes cosas y la impresiono con mi opinión sobre la filosofía que motiva los viajes de la Comandante Amanda.
—La prosperidad interior —le digo—. Eso es. Vamos, que me lleven a los Planetas Brillantes de una vez. Que se joda el poder. Que se joda esclavizar al mundo. No necesitamos eso, para nada. Solamente tenemos que crecer silvestres, como la alfalfa y eso.
Ella está entusiasmada.
—Tienes que leer los libros. Me recuerdas un poco a Zoster. Es el único que realmente entiende a la Comandante Gallico. En el tercer libro se quedan atrapados en una prisión en las cuevas shuxushianas y escapan al mundo subterráneo de Marmoth, que es de donde saqué la idea para el tipo de rancho que me gustaría tener algún día. Te voy a prestar el libro. Es muy buen título para empezar.
—Muy bien —le digo. Y algo se me mueve por dentro cuando veo su carita blanca iluminarse con tanto entusiasmo, enmarcada por el fondo morado de la chaqueta. Es como si el efecto del alcohol se elevara a un nivel mucho más alto. Casi se me olvida que Cody está ahí a nuestro lado, eso sin mencionar la razón por la que fui a buscarlo en un primer momento.
—Perdón, Cody —le doy una palmada en la espalda—. No pretendía dejarte abandonado en otra galaxia.
Pero él no parece para nada aburrido.
—No, tío —me responde—. No pasa nada. Me gusta la ciencia ficción. ¿Habéis leído la serie de novelas gráficas Solar Bull, de Lawrence Black?
—La verdad es que no las conozco —pero, por supuesto, Aimee empieza a hablar.
—Solar Bull, sí, me encanta Solar Bull.
Y ahí están, y ahora son ellos los que me excluyen a mí. Y sé que debería estar contento. Precisamente por esto he traído a Aimee a la fiesta. Pero la verdad es que hace un poco de frío aquí en mi propia galaxia, ajena a Solar Bull.
Ella se ríe de algo que dice Cody sobre un cohete con llama propulsora y él se acerca y le toca la manga de la enorme chaqueta morada. Ella se acerca un poco hacia él, todavía sonriente. Es una gilipollez, pero me entran ganas de interponerme entre ellos, tal vez incluso alejarla de él de alguna manera. Pero justo en ese momento, Cassidy aparece en el claro que hay al otro lado del barril, y parece una hermosa diosa sensual y yo me veo transportado a una nueva galaxia, cálida y brillante, lejos, lejos de los Solar Bulls y las llamas.