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El elefante

DEL PELUDO MAMUT HASTA EL GRAN COMUNICADOR

Uno de los problemas al estudiar ciencias es que hay tanto material por cubrir que no queda tiempo para contemplar el mundo maravilloso que nos rodea. Pensad, por ejemplo, en el elefante. Le hemos visto hacer equilibrios en los circos y estamos familiarizados con él en los zoológicos, pero ninguna de estas experiencias hace justicia al mayor de los mamíferos terrestres, una especie que tiene una estructura social bien definida y fuertes lazos familiares. Son unos animales fascinantes que poseen un complejo sistema de comunicación, un completo abanico de emociones y unos cuerpos perfectamente diseñados para su estilo de vida.

POR QUÉ NECESITAMOS A LOS ELEFANTES

Los elefantes necesitan amplios territorios por los que vagar. Necesitan comida en abundancia, y necesitan viajar lejos para encontrarse con otras poblaciones de elefantes y evitar la endogamia. Aunque las necesidades de los elefantes no son simples, el bien que realizan es incalculable. Si se les da el espacio suficiente para vivir, los elefantes son enormemente útiles para aquellos que los rodean y desarrollan una función vital en el ecosistema. Los animales vecinos beben de los charcos que los elefantes excavan en las áreas secas, y cuando derriban ramas, hacen que la comida esté disponible para otros animales más pequeños. Los elefantes comen ramas y hojas, favoreciendo la poda de los arbustos y el crecimiento. Los caminos que los elefantes abren en las sabanas y en las selvas hacen de cortafuegos contra los incendios y conducen el agua de lluvia, también son usados por otros animales así como por futuras generaciones de elefantes. Como no digieren todo lo que comen, parte de la materia vegetal, incluyendo semillas, pasa directamente por su sistema. Al viajar y defecar, diseminan las semillas. Desafortunadamente, si los elefantes no encuentran suficiente comida, pueden asolar granjas y desertizar áreas completas.

Tristemente, nuestro crecimiento demográfico ha empequeñecido sus territorios, y la matanza de elefantes para conseguir sus colmillos ha diezmado su población.

SOBRE EL ELEFANTE

Los elefantes son los mayores mamíferos terrestres. Comúnmente, los elefantes se han descrito como africanos o asiáticos (anteriormente conocidos como indios). Se asume que ambas especies son similares, pero de hecho están bastante diferenciadas genéticamente. Los elefantes asiáticos están más íntimamente relacionados con los mamuts que los africanos. Tampoco el elefante africano es lo que se ha supuesto. Hay de hecho dos especies distintas: el elefante de la sabana (o matorral) y el elefante de la selva, que se diferencian sobre todo en el tamaño. El elefante medio de la sabana mide más de dos metros y medio en la cruz, y el de la selva es más pequeño.

El elefante asiático y las dos especies de africano también se diferencian en el tamaño del cuerpo y de las orejas. El asiático, Elephas maximus, tiene la piel suave y una enorme cabeza abovedada con orejas relativamente pequeñas replegadas hacia atrás. La especie africana, Loxodonta africana, tiene la piel muy rugosa, un lomo más recto con una pequeña elevación en la mitad, orejas enormes, y una vértebra más en la sección lumbar de la espina dorsal.

Las trompas también son diferentes. El africano tiene dos «dedos» al final de la trompa, haciendo que le sea más fácil recoger objetos. El elefante asiático solo tiene un «dedo». Además, los elefantes africanos adultos tienen grandes colmillos, mientras que solo los machos adultos asiáticos los tienen. (Como se explica más tarde, los colmillos han causado grandes problemas a los elefantes).

Todos los elefantes tienen unos patrones evidentes en las orejas que pueden reconocerse a simple vista. Los científicos a menudo documentan estudios de varios elefantes basándose en sus orejas.

Los elefantes africanos viven en las praderas de la sabana y en áreas de bosque abiertas en el centro y sur de África. Los elefantes asiáticos viven en India, Nepal y en el sureste asiático, en los bosques de matorrales y en los límites de las junglas.

La manera de andar balanceándose de los elefantes se produce porque mueven las patas delanteras y traseras del mismo costado a la vez. Tienen las pezuñas bien acolchadas y son flexibles, y un elefante puede ser bastante silencioso al moverse porque tiene el peso muy bien distribuido.

Los elefantes comen toda clase de vegetación, desde hierba y frutas hasta hojas, cortezas y raíces, y necesitan consumir 110 litros de agua y 100 ó 200 kilos de comida al día. Como el panda, pasan casi todo el día (dieciocho horas) alimentándose. Paquidermo, una palabra usada para referirse a los elefantes (y también a los hipopótamos) significa «piel gruesa», y la descripción es totalmente adecuada. La piel del elefante tiene de hecho dos centímetros y medio de grosor en algunas partes. Sorprendentemente, su piel es también muy sensible. Se rocían con agua y toman baños de barro y arena en un esfuerzo por protegerse la piel del sol y de las mordeduras de insectos.

Hechos sobre los elefantes

TAMAÑO: Los elefantes africanos son mayores que los asiáticos. Las hembras de los elefantes africanos pueden pesar unos 3600 kilogramos y los machos hasta unos 6800, aunque el mayor elefante que se conoce era un macho adulto que pesaba 10 886 kilogramos. Un elefante africano adulto puede ser más alto que un autobús y pesar tanto como cuatro coches.

Las hembras asiáticas tienen la mitad del tamaño de los machos. Las hembras pueden pesar hasta 2720 kilogramos y los machos 4990.

ESPERANZA DE VIDA: Los elefantes africanos pueden vivir entre 50 y 70 años; los asiáticos entre 40 y 50.

VELOCIDAD: Un elefante a menudo cubre unos 3 o 6 kilómetros a la hora y pueden cargar a 40 kilómetros por hora. En comparación, una cebra puede alcanzar una velocidad de 65 kilómetros por hora.

LARGO DE LAS PESTAÑAS: ¡Son tan largas como una mano humana!

LA TROMPA DE UN ELEFANTE

La trompa de los elefantes es tan importante para ellos como las manos para los humanos. Además de oler y respirar, los elefantes también usan las trompas para tocar, alimentarse, saludar a otros elefantes, y para acariciar a las crías. La trompa también funciona como esnórquel cuando tienen que cruzar aguas profundas.

La trompa es absolutamente vital para beber porque los elefantes no pueden bajar la cabeza lo suficiente para hacerlo. Aunque se suele asumir que usan la trompa como si fuese una pajita, no es así. Sería más como una gigantesca cuchara. El elefante succiona agua por la trompa hasta cierto punto, la dobla hacia su boca, gira la cabeza y deja que el agua caiga.

La trompa contiene 40 000 músculos y es increíblemente flexible. Pueden usarla para tumbar un árbol o para recoger algo tan pequeño como una moneda. Son pesadas, por lo que no es extraño ver a los elefantes descansando la trompa sobre un colmillo.

OTRAS CARACTERÍSTICAS DE LOS ELEFANTES

Los colmillos son de hecho incisivos que han crecido de manera desproporcionada. Los elefantes usan los colmillos para defenderse, excavar y para elevar objetos. Al igual que hay diestros y zurdos, los elefantes usan más un colmillo que el otro.

Los dientes de los elefantes, que poseen en grupos de cuatro, están diseñados para triturar comida vegetal, pero pasan tanto tiempo comiendo que esto les pasa factura. Cuando un diente se desgasta, se cae y otro avanza. Cada elefante puede llegara a tener seis grupos de molares durante su vida. Cuando se hacen viejos, los dientes se les vuelven sensibles. Si un elefante gasta todos los dientes, puede morir de desnutrición. Las marismas son lugares ideales para los elefantes más viejos pues pueden encontrar plantas más blandas, y muchas veces se quedan allí hasta que mueren. Esta práctica ha promovido el mito de que los elefantes van a un sitio especial a morir. En realidad, están allí porque el área les ofrece la mejor oportunidad de vivir el máximo tiempo posible.

VIDA SOCIAL

Los científicos informan de que los elefantes parecen tener un sorprendente rango de emociones, que incluyen lo que parece ser la alegría del juego, la tristeza y el dolor. Cuando un elefante ha estado alejado del grupo y vuelve, se le saluda con mucha alegría. Durante este saludo los elefantes dan vueltas con las cabezas altas y aleteando las orejas. El saludo ceremonial también podría incluir un sorprendente abanico de sonidos desde gruñidos hasta gritos o rugidos; también orinan y defecan por la emoción.

Los elefantes también se ayudan entre sí. Se les ha observado arrastrando a jóvenes elefantes por orillas embarradas con la trompa y caminado a los flancos de algún compañero debilitado para darle apoyo. La película de Walt Disney Dumbo, muestra a una hueste de elefantes enfurecidos por lo que le ocurre a Dumbo y a su madre, y no está muy alejado de la realidad. Si sienten peligro, los elefantes rodean a las crías y despliegan las orejas para parecer más fieros.

Las historias sobre la ira de los elefantes son ciertas, y algunos científicos han señalado que los elefantes sufren estrés post-traumático que explicaría su violencia cuando se les ha maltratado o cuando carecen de alimento. Los elefantes sin colmillos tienden también a ser más agresivos por carecer de protección.

ANCESTROS DEL ELEFANTE

Antes de la última edad del hielo, existían más especies de elefantes que hoy en día. La más conocida entre ellas es el mamut, que habitó Europa, el norte de Asia y América del Norte. Los mamuts estaban más estrechamente relacionados con los elefantes asiáticos, y aunque el término mamut ha llegado a significar «enorme», los mamuts no eran mayores que los elefantes asiáticos actuales —el menor de los elefantes que conocemos. Los que vivían en el norte tenían pelo y grandes y curvos colmillos. La mayoría de los mamuts murieron al final de la edad del hielo; sin embargo, un mamut enano que vivía en la isla Wrangel no llegó a extinguirse hasta el 2000 a. C.

Aunque se han hallado restos helados de mamuts lanudos en el norte de Siberia, estaban bastante descompuestos cuando se congelaron, imposibilitando que los científicos extrajeran mucho material genético.

Los científicos que estudian el pasado genético creen que la familia del elefante comparte ancestros lejanos con las vacas marinas y con los hiracoideos. Una teoría sostiene que estos animales vivieron bajo el agua y usaban las trompas como esnórqueles. Quizá aporte credibilidad a esta teoría que los elefantes modernos puedan nadar hasta seis horas usando la trompa de este modo.

FAMILIAS DE ELEFANTES

Tanto los elefantes africanos como los asiáticos viven en rebaños predominantemente femeninos, a menudo consistentes en 30 ó 50 animales. La hembra de más edad y más experimentada en el rebaño es la líder, y ella decide cuándo y dónde comerán, descansarán y viajarán. Los machos adultos no viven en manadas. Una vez que los elefantes machos llegan a la adolescencia, abandonan sus familias y viven en pequeños grupos con otros machos. Tras llegar a la edad adulta, visitan otras manadas por breves periodos para aparearse. Los machos no intervienen en el cuidado de los jóvenes.

Dentro de la manada de hembras, hay un constante apoyo familiar. Los elefantes dan a luz una vez cada pocos años y la gestación dura entre veinte y veintidós meses. Una vez que nace una cría, las elefantas que han parido reciben ayuda de las tías, hermanas y primas. En el proceso, las hembras más jóvenes aprenden a cuidar de las crías.

Las crías de elefante miden un metro al nacer, y unos treinta minutos después intentan ponerse en pie. Al principio, la cría se ayuda apoyándose contra la pata de la madre, pero en unos pocos días, será lo suficientemente fuerte como para andar detrás de ella. Las crías son a menudo muy peludas con largas colas y con trompas muy cortas que aún no saben controlar. A menudo tropiezan con ellas hasta que pueden manejar sus músculos. Las crías, sin embargo, utilizan las trompas como chupetes. Son cuidadas durante dos años y pueden llegar hasta los seis. Aprenden fundamentalmente por observación, no por instinto.

Los machos adolescentes determinan su jerarquía a través de luchas con la cabeza y colmillos. La fuerza y el temperamento son tan importantes como el tamaño y la edad. A menos que una hembra esté en celo, son bastante tolerantes unos con otros. Cuando una hembra está lista para aparearse, se vuelven muy competitivos.

Los científicos están descubriendo que cuando las familias de elefantes son destruidas por los cazadores furtivos, sufren tal desorden como el que sufriría una familia humana. En un artículo en la revista Natural History (Delia Owens y Mark Owens, «Comeback Kids», julio/agosto 2005, 22-25), los especialistas de la fauna salvaje Delia y Mark Owens cuentan sus observaciones de lo que ha ocurrido en Zambia donde los furtivos abatieron al 93 por ciento de la población de elefantes por su marfil, piel y carne. La población pasó de 17 000 a mediados de los 70 a unos 1500 a mediados de los 90. Tras identificar una elefanta huérfana de cinco años de edad, los Owens siguieron de cerca su desarrollo. Dio a luz a una edad mucho más joven que la mayoría de los elefantes, y como no había tenido una manada protectora, casi rechazó al bebé nada más nacer. (A los dieciséis, la edad cuando normalmente habría dado a luz a su primera cría, ya tenía tres hijos y una nieta). Los Owens consiguieron seguirla (la llamaban Gift [Don]) lo suficiente como para observar el nacimiento de nuevos retoños. Con el crecimiento del grupo, Gift se convirtió en una matriarca y mejoró en el cuidado de los demás. Aún así, el trastorno social es devastador en los grupos familiares y en la especie en general.

COMUNICACIÓN ENTRE ELEFANTES

Los elefantes emplean una variedad de chillidos, gorjeos, sonidos de trompeta, barritos, bramidos, rugidos y murmullos para comunicarse, usando más de 200 sonidos diferentes, incluyendo algunos infrasonidos que son demasiado bajos para que los oigan los humanos. Las llamadas graves y resonantes que hacen los elefantes pueden ser oídas por otros animales hasta una distancia de ocho kilómetros, y estos sonidos de larga distancia pueden ser la manera en la que las hembras hacen saber a los machos que están listas. (Las hembras pueden quedarse preñadas tan solo unos pocos días al año, de modo que estar en el momento adecuado es extremadamente importante).

Es interesante que los gruñidos con el estómago, que pueden oír otros elefantes, son un sonido de bienvenida que parece significar: «todo está bien». Los científicos también han podido documentar la habilidad de los elefantes para imitar otros sonidos, lo cual podría explicar el rango de ruidos que realizan. Dos elefantes que vivían en cautividad demostraron ser capaces de aprender nuevos sonidos. Uno de ellos era un elefante africano huérfano que estaba siendo criado en un orfanato de Kenia. La cerca donde los elefantes pasaban la noche estaba a tres kilómetros de la carretera entre Nairobi y Mombasa, y cada tarde la hembra adolescente realizaba una llamada que imitaba el sonido de los camiones y del tráfico.

Otro caso en un zoo de Suiza donde un elefante africano de veintitrés años vivía con dos elefantes asiáticos. Con el tiempo llegó a imitar las alegres llamadas típicas de los elefantes asiáticos.

DOMESTICACIÓN DE LOS ELEFANTES

Puede que la India haya sido el primer país que domesticó elefantes. Los elefantes han sido usados para labores pesadas (arrancar árboles y mover troncos) en safaris, y como monturas ceremoniales en guerras. Los elefantes asiáticos son más fáciles de domesticar que los africanos. Los machos, sin embargo, no son tan fáciles de domar porque periódicamente entran en un estado conocido como must, en el que son difíciles de controlar. Las hembras son más fáciles pero los guerreros pronto descubrieron que no eran muy útiles en las batallas pues corrían al encontrarse con un elefante macho.

Aníbal, el general cartaginense, llevó elefantes a través de los Alpes en su lucha contra los romanos. Debido a que nunca era fácil domesticar a un gran número de elefantes, los ejércitos a menudo reservaban sus elefantes y solo los usaban en batallas muy importantes. Estas grandes bestias ofrecían gran confianza a los guerreros que los poseían, inspiraban gran temor en los enemigos y a menudo aterrorizaban a los caballos o a los camellos de los contrincantes.

Los elefantes maravillaban con su destreza a todos los que presenciaban las funciones circenses.

Esquema con los ejercicios básicos que puede realizar un elefante durante su entrenamiento.

En algunas culturas, los elefantes estaban equipados con temibles cabezales y armaduras de metal. Se ataban lanzas a los colmillos para incrementar el daño que podían ocasionar al cargar. A veces un elefante avanzaba únicamente con su entrenador (mahout, normalmente de India); en otras ocasiones, transportaba a varios soldados. A veces se montaba sobre su espalda una torre o castillete (llamado howdah) con una tripulación de tres soldados con flechas y grandes lanzas.

Hasta que se introdujo la pólvora en el siglo quince e hizo más fácil abatir a los elefantes, estos enormes animales fueron el equivalente al tanque acorazado. Podían usarse para penetrar obstáculos y sin duda conseguían aterrorizar a todos a su paso. También se usaban como verdugos y se les enseñaba a aplastar al condenado con sus patas.

El primer elefante domesticado que llegó a los Estados Unidos era un elefante de dos años traído a Nueva York por el capitán Jacob Crowninshield en 1796. Compró el animal en la India, y una vez en los Estados Unidos lo enseñó por todo el país como «la mayor curiosidad natural jamás presentada al público». La gente pagaba veinticinco y cincuenta centavos por verlo.

En fecha tan tardía como la Primera Guerra Mundial, los elefantes aún se usaban para tirar del equipamiento pesado.

ENEMIGOS

Los elefantes tienen pocos enemigos naturales. Los cocodrilos y los leones pueden depredar elefantes jóvenes o débiles, pero de otro modo, es la caza furtiva la que ha llevado al elefante africano al borde de la extinción. En 1970 había 2 000 000 de elefantes africanos; en 2000 entre 400 000 y 600 000. Los elefantes asiáticos se crían bastante bien en cautividad, de modo que su número ha permanecido más estable.

Desafortunadamente, los elefantes han sido cazados sin descanso por sus colmillos.

Los cazadores han de matar al elefante porque un tercio del colmillo está dentro de la cabeza. Para maximizar el valor en una tierra de pobreza, los furtivos intentan conseguir todo lo que pueden.

El ejemplar «Hallie» realizando una demostración de sus habilidades junto a su entrenador Bill Snyder.

¿QUÉ SE ESTÁ HACIENDO PARA PROTEGER A LOS ELEFANTES?

El colmillo es una herramienta importante para el elefante pues lo usa para luchar, para arrancar vegetación, y para escarbar en el suelo en busca de minerales necesarios. (Como otros herbívoros, los elefantes lamen minerales naturales y consumen cierta cantidad de suelo; los científicos creen que lo hacen sobre todo cuando tienen que incrementar su cantidad de sodio). Desafortunadamente, la anatomía del elefante se ha visto afectada por la caza furtiva.

Al matar solamente elefantes con colmillos ha habido más posibilidades para que los elefantes con colmillos pequeños o sin colmillos se apareen. (Solo los elefantes machos asiáticos tienen colmillos; las hembras tienen «tushes», segundos incisivos que salen del labio superior). Los elefantes sin colmillos solían ser una anormalidad genética inusual. Sin embargo, en algunas poblaciones de elefantes africanos casi el 30 por ciento de los animales carecen de colmillos, en comparación con el uno por ciento en 1930. Se está convirtiendo en una característica hereditaria (una evidente demostración del cambio evolutivo por la selección natural). Aunque este tipo de cambios normalmente requieren miles de años de evolución, parece estar ocurriendo a mayor velocidad en el caso de los elefantes. Sin colmillos, los elefantes probablemente tengan que cambiar también sus hábitos.

El elefante es ahora un animal protegido, y hace más de veinte años la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas (CITES) prohibió la venta de marfil a partir de 1989. Las poblaciones de elefantes comenzaron a recuperarse pero, en 1997, se permitió que tres países retomaran el comercio, vendiendo marfil incautado a cazadores furtivos. Aunque el dinero de estas ganancias va a parar a una fundación que ayuda a los elefantes y a las reservas de elefantes, otros creen que ha conducido a un renovado interés en la caza furtiva.

Internet puede desbaratar los progresos realizados

A pesar de la prohibición en el comercio de marfil, es muy difícil luchar contra el comercio de la vida salvaje. En agosto de 2005, el Fondo Internacional para el Bienestar de los Animales en Yarmouth Port, Massachusetts, informó que ha encontrado a la venta en Internet más de 6000 objetos de vida salvaje potencialmente ilegales, incluyendo una escultura hecha con hueso de elefante por valor de 18 000 dólares.

Las especies amenazadas están cubiertas por un complejo entramado de leyes y tratados locales, estatales, federales e internacionales, que incluyen una serie de excepciones, haciendo muy complicado aplicar las políticas. Aún más, el Fish and Wildlife Service, organismo gubernamental responsable de hacer cumplir la mayoría de las leyes federales de protección animal, solo tiene 219 agentes. Para detener la actividad en Internet, los agentes a menudo incautan ordenadores y buscan cuidadosamente en páginas y páginas de correos electrónicos para documentar el comercio ilegal.

Los defensores de los derechos de los animales dicen que páginas como eBay y Overstock.com ayudan vigilando cuidadosamente lo que se vende, y quizá esto sirva para controlar las actividades ilegales. Mientras tanto, todos podemos aportar nuestro granito de arena teniendo en mente que comprar joyas de marfil o pieles de animales u objetos hechos de partes de animales es mantener vivo el comercio ilegal.

En un esfuerzo por entender mejor a los elefantes y así salvarlos, los científicos, junto al Proyecto de Investigación de Elefantes en el parque Amboseli, Kenia, están etiquetando elefantes con receptores GPS para rastrear a estos animales.

En India los científicos han estado trabajando para evitar la fragmentación de los hábitats. Si los elefantes no pueden moverse libremente, se reduce su habilidad para encontrar comida y se promueve la endogamia, algo que no es bueno para ninguna especie. Los científicos están intentando dejar «caminos» de 30 kilómetros para que los elefantes se puedan mover de hábitat en hábitat. El Dr. Raman Sukumar, ecologista y director del Centro de Investigación del Elefante Asiático en Bangalore, India, que recientemente recibió un prestigioso premio por parte del Wildlife Trust por su trabajo en el estudio del elefante asiático, señaló durante un almuerzo celebrado por esta organización en mayo de 2005: «Salvando a los elefantes nos salvamos a nosotros mismos».

Si somos capaces de mantener la biodiversidad necesaria para mantener vivos a los elefantes, conseguiremos también salvar nuestro mundo. El medioambiente necesario para que existan elefantes sanos es el mismo que necesitan otras plantas, animales y la humanidad.

La caza furtiva ha llevado al elefante africano al borde de la extinción. En 1970 había 2 000 000 de elefantes africanos; en 2000 entre 400 000 y 600 000.

Jan Swammerdam (1637-1680) se convirtió en uno de los naturalistas holandeses más célebres. Abrazó con entusiasmo la nueva tecnología del microscopio, volviendo la atención sobre seres que anteriormente se consideraban insignificantes. En 1658, se convirtió en el primero en observar los glóbulos rojos, sin embargo, fue su amor por la entomología que le valió su mayor reconocimiento. Aunque se formó como médico, Swammerdam dedicó gran parte de su energía al estudio de la anatomía y la fisiología de los insectos. Su Historia insectorum generalis fue uno de los primeros tratados que estudiaron a fondo el tema, y fue muy importante para demostrar la continuidad del individuo a través de la metamorfosis, como un asalto a la antigua teoría de la generación espontánea. En la ilustración aparece la representación de un mosquito visto bajo la lupa.