Nena, no te vayas tarde a la cama
¡Ay, por Dios! Qué fatiguita me da este consejo. Porque me lo dice siempre. Sea la hora que sea, esté haciendo lo que esté haciendo, duerma en su casa o esté al otro lado del mundo. «Nena, no te vayas tarde a la cama.» Como si toda tu vida se pudiera estropear por irte tarde a la cama.
Cuándo utilizaba el consejo:
Bueno, primero tuvimos que superar la época en la que yo me iba a la cama cuando ella quería, que nos duró casi hasta la universidad, igual sin el casi. La época en la que más collejas he recibido, cuando debajo de la colcha con una linterna intentaba leer. Que mira que hay que ser tonta para pensar que no se daría cuenta. Un bulto enorme luminoso debajo de una colcha de ganchillo, de esas llenas de agujeros… Pues eso, que pillé collejas a mansalva cada vez que intentaba saltarme el toque de queda.
Luego pasamos a la época en la que podía quedarme estudiando, en la que también recibí collejas a mansalva cada vez que ella, sigilosa, me pillaba leyendo una revista en vez de estudiar. Que hay que ser muy tonta para no conocer la capacidad de sigilo de una drama mamá cuando te quiere pillar en algo. Se desplazan sin tocar el suelo, como levitando, ni el aire mueven. Que tú te preguntas cómo es posible que esa mujer sea la misma persona que es capaz de reventar a gritos un cristal cuando le da un ataque de ira en mitad del súper cuando insistes, digamos ligeramente, en que quieres que te compre Nocilla.
Y luego, por fin, pasamos a la época en la que podía quedarme viendo la tele cuando ella se iba a la cama. Esta época empezó hace unos tres años y, aun y todo, antes de irse a dormir, me dice:
—Nena, no te vayas tarde a la cama, que si no mañana tendrás mal cuerpo, y tenemos muchas cosas que hacer. Total, para lo que dan a estas horas…
Entonces se va a lavarse los dientes, y tú te tumbas, tu momento del día. ¡Ja! A los diez minutos vuelve sigilosa:
—¿Pero qué haces aquí todavía? Y quita los pies de la mesa, cómo te lo tengo que decir. —Y llega la siempre sorpresiva colleja. Que hay que ser muy tonta para que a estas alturas una colleja me pille por sorpresa, pero sí, así es la vida y yo así de tonta—. Las mesas son para comer, que los pies andan por el suelo y el suelo está lleno de porquería. Qué manía tienes. Cada cosa tiene su función, no sé, imagínate que a mí me diera por utilizar tus vestidos de trapos; no te gustaría, ¿no? Pues que no te lo tenga que repetir y tira ya para la cama.
—Mamá, que no tengo sueño…
—El sueño en la cama se cría, anda ya.
Consecuencias del consejo:
Siempre que trasnocho estoy como pendiente de que llegue la colleja. Aunque mi madre esté a 500 kilómetros de mí, aunque esté de bares, en una discoteca, en otro meridiano… yo ando vigilándome la espalda, por si acaso. Cualquiera se fía, con tanto sigilo.
Excepciones para utilizarlo:
Futuros hijos míos, habrá una época en la que yo decida a qué hora os vais a la cama, otra en la que os quedaréis estudiando y otra en lo que haréis lo que os dé la gana. Eso sí, confío en que el poder del sigilo me sea entregado en breve… Estáis advertidos.
Versiones:
«Mi madre me lo dice vía Messenger… y no veas lo que me cabrea.» Drew
«La mía no da collejas, pero se levanta a fumar por las noches y, como te pille, va subiendo el volumen a medida que pasan las horas. La vez que peor lo pasé (y que más me reí después) fue cuando, pasando las vacaciones en casa, estaba skypeando con mi novio, ahora marido, a las tantas de la mañana. Conversación normalita (nada para malpensados), pero con la cámara. Y no me di cuenta de que estaba detrás de mí hasta que mi novio en la pantalla puso cara de haber visto un fantasma. Imagínate la primera vez que ves a tu suegra y tiene que ser en camisón, con los pelos revueltos, cara hinchada y con voz gutural diciendo eso de: “¡Vete a la cama!”» Mamá española en Alemania
«“Vete pronto a la cama, que si no al día siguiente el que vale para trasnochar valdrá para madrugar, ¿cómo te lo tengo que decir, nena?” Yo me he estado yendo a la cama durante años cuando mi querida progenitora (ayudada por mi querido progenitor, que para esto del dormir es más talibán aún) decidía.» Ang