Como te vea con un cigarro,
te lo tragas
Y claro, después de recibir este consejo, pues nunca me vio.
Cuándo utilizaba el consejo:
Sin criterio ni contexto, vamos, como coletilla general en cualquier situación. Pongamos ejemplos:
—Nena, te he preparado la mochila para la excursión y te he metido 500 pesetas, por si acaso. Y no te alejes del grupo, que eres muy de alejarte, y haz caso a las profesoras, y como te vea alguien con un cigarro en la boca, te lo tragas. (Ajá.)
—Nena, vuelve a casa a las diez, ni un minuto más. Mira, para que no te entren dudas, que tú eres muy de dudar: por cada minuto tarde que llegues, te castigo un mes. Tú verás si te compensa dudar, y como te vea con un cigarro en la boca, te lo tragas. (Ajá.)
—Nena, baja a por patatas, un kilo, de las de atrás que son las mejores, y le pides un poco de perejil, y como te vea con un cigarro en la boca, te lo tragas. (Ajá, ajá.)
Mi madre inventó el spam. Palabrita.
Consecuencias del consejo:
Fumo a toda pastilla, con ansiedad, por si acaso anda cerca.
Segunda consecuencia: falta de credibilidad en mi madre. Llegué un día a casa y, después de un par de gritos, la veo en la terraza pequeña de su cuarto.
—¿Qué haces aquí, mamá?
Y ella me mira con cara de infarto.
—Pues mirando por la ventana, que hay mucho que mirar. —Seguía con cara de infarto y un brazo flexionado detrás de la espalda.
—Mamá, ¿estás fumando? —Lo dije con miedo, sabiendo que podía lanzarme por la ventana.
—¡Pero qué voy a fumar yo! ¡Qué cosas tienes! Ayayayayay esta chica. —Cara de infarto e ictus.
—Pero mamá… —Me estaba jugando la vida—. La cortina de detrás de ti está ardiendo.
Ahí sí se le saltaron los ojos de las órbitas, cara de apoplejía y, un segundo después, sin mirar a la cortina que ardía:
—Mucho tiempo tienes tú para estar aquí de cháchara, será que ya has ordenado tu cuarto y hecho los deberes. Entonces se me ocurre que te puedes poner a limpiar borraja, por ejemplo, y luego te pasas el aspirador y…
—Ya me voy, ya me voy…
¡Estaba fumando! ¡La vi! Bueno, en realidad vi cómo ardía la cortina. Se lo conté a mi hermana como si le contara un secreto en el que estuviera en juego el fututo del planeta. Y nunca, jamás, ni siquiera en la típica cena de Nochebuena en la que te relajas, jamás, hemos hablado del «incidente de la cortina». Me podéis llamar cobarde, pero yo me veo más como una superviviente. Ajá.
Excepciones para utilizarlo:
Futuros hijos míos, este consejo no sirve para nada. Fumar es una mierda y siento una enorme envidia de la gente que no fuma y no se tiene que enfrentar a dejar un vicio asqueroso como éste. Así que optaré por la técnica de mi no drama papá, mucho más realista: «¿Que la nena fuma? Déjala, que se fastidie.»
Versiones:
«Todavía recuerdo el día de mi boda. Todo el mundo buscando a la novia y ahí estaba yo encerrada en el baño, fumándome un cigarrito para que mi madre no me viera. Que daba igual la edad que tenía, que me iba de casa y que era mi boda… Si mi madre me ve con el cigarro en la boca, ¡me lo trago!» Anónimo
«Sobre fumar, mi madre siempre me decía: “Como te pille fumando con lo antitabaco que tú eres, te enteras.” En cambio, recuerdo muy claramente su frase sobre los tatoos: “Como te pongas un tatuaje, te lo borro de un guantazo.”» María