CAPÍTULO 41

Nena, abrígate, que viene un frente

A mi madre el frío no es que la asuste: la aterroriza. Olvídate de zombis, demonios o plagas mundiales, tú a mi madre como mejor la puedes asustar es diciéndole:

—Mamá, he oído en el parte que viene una ola de frío.

Y se le eriza la piel como si hubiera visto al mismo diablo. A mi madre el cambio climático no le parece tan malo porque va a hacer más calor. Y los nórdicos le dan una pena que no puede:

—Esa pobre gente, todo el año con frío a punto de coger un resfriado. ¡Qué horror! Si alguna vez hay una tercera guerra mundial, tú te vas para el sur, que bastante jodida es una guerra como para que encima pases frío.

—Mamá… Has dicho «jodida»…

—¡Nena, por Dios! Que te estoy hablando de una cosa muy seria, déjate de tonterías. Tú te vas para el sur que, con calor, el hambre es menos mala.

Sí, ésa es la peor pesadilla de mi madre: su hija malcomiendo y muerta de frío. Su propia versión del Apocalipsis.

Ella vive la meteorología como si fuera una telenovela. Está completamente enganchada. Tiene termómetros dentro y fuera de casa, una pequeña estación meteorológica y una figura de una pastora con una oveja que cambia de color en función del tiempo. Le tiene una fe absoluta. Incluso le pone velas cuando quiere que pare de llover. Así que ayer me llamó y me dice:

—Nena, ¿has sacado los abrigos de invierno? Que la oveja está azul, azul. Y eso es que mañana viene un frente.

—Pues chica, aquí hace 20 grados. He estado tomándome un café en una terraza en la calle y se estaba tan a gusto.

—Tú siempre en la calle, ¿en casa no tienes café? Ya son ganas de gastar, luego vienen los lloros de que no tienes dinero. Pero bueno, tú sabrás, ya eres mayor para perder el tiempo y el dinero en lo que quieras. Ahora, si te da por seguir siendo una derrochona mañana, te coges un abrigo, que la pastora está azul y he visto la estación, y da descenso de hasta 7 grados, que ya me estoy notando yo en esta rodilla que viene lluvia.

Yo no sé para qué España se gasta dinero en el Meteosat, si con una llamada a mi madre les bastaba. Ella cree en los meteorólogos como la gente en los astrólogos:

«Yo es que he sido muy de José Antonio Maldonado, de la 1, que me acertaba mucho. Y se toma esto en serio, no como el muchacho de La Sexta, que hace bromas. El tiempo es una cosa muy seria como para andar con jueguecitos. Muy modernos, eso es lo que son. Y también me gusta una chica nueva que hay en la 1 que tiene pinta de limpia, y cuenta muy bien todo: de dónde va a soplar el viento en cada provincia y bien clarito. Que en algunos canales sólo hablan de Madrid, y en provincias también nos enfriamos, y pillamos la gripe. Y más aquí, que un día te pilla el viento norte y te da un aire que te paraliza la cara. El de la Ser, ese que tiene nombre de mujer mayor, Florenci, ése, pues me hace gracia. Es demasiado optimista pero, chica, cuando se acerca el fin de semana sólo tengo ganas de oír buenas noticias y, llámame loca, pero le hago caso, y me acierta bastante, aunque ya te digo, es muy optimista; yo por si acaso siempre echo una chaqueta de más. Y bueno, mi pastora, que no me falla nunca y hoy está azul. Así que mañana, no te olvides el abrigo.»

Creo que si mi madre descubriera que en internet puede ver el tiempo que hace en todo el mundo, y todas las aplicaciones que hay sobre el clima, entraría en colapso.

Consecuencias del consejo:

No me sé abrigar sola. Llevo toda la vida escuchando qué debía ponerme la noche anterior. Incluso ahora que vivo lejos de mi madre, me llama y me informa. Así que, si un día no hablo con ella, o en Madrid el clima es distinto, me pilla por sorpresa, desabrigada. Yo a ella no se lo digo, porque si le digo que he pasado frío se echa a llorar y se lleva un disgusto enorme.

Otra consecuencia es que yo sufro mis resfriados en silencio. No le puedo decir que estoy mala porque me echa la bronca por no haberme abrigado, así que me inflo a Couldina y Lizipaina para que no me lo note en la voz cuando le llamo. Eso sí, luego tengo que aguantar cosas como: «¿Ves, nena? Llevas diez años sin cogerte un catarro, y todo por abrigarte bien. ¡Ay…! Si me hicieras caso en todo, algo mejor te iría en la vida…»

Excepciones para utilizar el consejo:

Futuros hijos míos, si algún día tomo alguna decisión en función del cambio de color de una oveja, podéis estamparla contra el suelo. Eso sí, si viene frío, os abrigáis, no os vaya a dar un aire.

Versiones:

«Por Dios, mi madre hasta me llama los sábados por la noche para decirme que me abrigue si voy a salir. Y si no es ella, lo hace mi abuela. Y si se tercia, las dos a coro por el teléfono, como este sábado. Yo creo que se turnan: “¿Has llamado a la niña para que se abrigue?” “No, hoy te toca a ti.” “Ah, pues muy bien, que además esta noche va a enfriar mucho porque me duelen las cervicales.” ¡Como si lo viera!» Drew

«Existen dos escuelas. La de mi madre: el frío se coge por los riñones, así que los abrigos largos, los nikis largos, los jerséis largos. Y todo lo que quepa dentro del pantalón, que vaya por dentro. La de mi padre: el frío no se coge por el centro, se coge por los extremos, la cabeza o los pies. Los calcetines siempre secos, y un gorro que tape las orejas.» Víctor Zurdo

«Mi abuela (la drama mamá de mi drama mamá) cuando hacía frío nos decía: “Ponte el jersey, que vas a coger la muerte.” Sí, la muerte.» Ata

La opinión del experto:

«Pasar frío, “enfriarse”, está muy relacionado con enfermar, y el cuidado de los hijos es función de los padres, que se toman muy en serio su trabajo. Los niños pequeños, además, no tienen el mismo termostato que los adultos, tardan en darse cuenta de que tienen frío o calor y los padres suelen usar su temperatura para abrigar o desabrigar al niño.» Rocío Ramos-Paul

Bueno, hombre, podría transigir un poco, pero es que mi madre vive en otra provincia, en otra ciudad, con una temperatura diez grados inferior. Por no mencionar el hecho de que tengo 33 años: creo que mi termostato estará ya desarrollado. Aunque vete a saber, porque todavía no tengo las muelas del juicio.