CAPÍTULO 18

Los cromos que regalan en la puerta

del cole llevan droga

¡Ay, qué nostalgia! El cole, las batas de colores, los bocatas de chorizo, ese señor que nos regalaba álbumes a través de las verjas y mi madre a la salida gritando: «¡Nena! Tira ese álbum a la basura ya mismo. ¿Me has oído? Ya mismo, que esos cromos llevan droga. Lo han dado en la tele. He dicho “ya”, y cuando yo digo “ya” no es dentro de un rato, es ya.»

Y yo arrastrándome a la papelera más cercana, con aquel álbum que se pegaba a mis pequeños dedos ávidos de convertirse en dedos coleccionistas. Purita nostalgia.

Y con todo mi disgusto, me montaba en el coche de camino a casa. «Nena, que no te fíes de los extraños, te lo vengo diciendo y tú ni caso. Lo dieron en la tele. Esos cromos llevan droga pegada. Si los metes en agua se ve la droga. Es que eres muy ingenua. Porque tú eres muy de creerte cualquier cosa. Lo sabes, ¿no? Con eso vamos a tener que vivir. ¿Cómo te van a dar cromos así por así? Sólo de pensarlo me da la risa. Que te queda mucho por aprender, mucho. Eso es una técnica para hacerte adicta a la droga esa que llevan, y luego, hala, a vivir con una hija drogadicta. Y yo por ahí no paso. ¿Me oyes? Yo drogadictos en casa no quiero.»

Consecuencias del consejo:

—Nostalgia de los álbumes que nunca terminé.

—Cierta vergüenza al recordar cómo sumergí un cromo en agua para ver cómo era la droga esa.

—Temor: la droga era invisible, apenas teñía un poco el agua. Tenía que estar alerta: cualquier cosa podía llevar droga y, como yo era muy de creerme todo, me podían engañar.

—Más temor: si consumía cualquier droga, cosa que podía pasarme porque yo era muy ingenua y la droga, muy trasparente, mi madre me echaba de casa.

—Más nostalgia: de esa bendita ingenuidad que ojalá siguiera teniendo para poder creer que el mundo es un lugar mejor de lo que pienso.

Excepciones para utilizar el consejo con mis futuros hijos:

Nunca. ¡Mamá, era marketing, marketing! Pero no para hacerme drogadicta, sino para que tú tuvieras que comprarme todos los cromos que me faltaban. Ahora que lo pienso… ¡ella lo sabía! ¡Lo sabía! ¡Qué narices de droga! Lo que no quería era comprarme los malditos cromos. Ésta te la guardo, mamá, palabra que te la guardo.

Consecuencias en este preciso momento:

Lo admito, era una ingenua. Del todo, mierda, del todo. La reina del marketing: ésa es mi madre; y yo, como decía ella… yo siempre he sido de creerme mucho las cosas, sobre todo a ella.

Versiones:

«Tenía 30 años cuando me fui con mi novio a un festival de verano y su madre nos dijo: “Cuidado que allí dan droga.” ¡Como si la regalaran! Y como si fuéramos aún niños. Dejé al novio y a su madre.» Myriam

«Vivo en Argentina y acá también existía la mentira paternal de los álbumes de figuritas y la droga. Según investigaciones recientes, parece que cuando Colón zarpó, ya la reina Isabel la Católica le hizo advertencias sobre la droga que podían ofrecerle los nativos de Oriente. Y también le dijo que llevase abrigo, por si refrescaba.» Dayana