CAPÍTULO 17

Como sigas llorando, te voy a dar una razón para que llores de verdad

Se entiende fácil. Es el típico consejo que no te deja lugar a dudas: «Nena, mejor te callas que vas a cobrar.» Todo hay que decirlo, es una frase que se cumplía: realmente, si no dejaba de llorar, ella me daba una razón extra para seguir haciéndolo.

Cuándo lo utilizaba:

También es fácil: siempre que lloraba, con o sin motivos. El problema es que a ella mis motivos nunca le parecen motivos sino caprichos aleatorios de una niña mimada. Digo le parecen, en presente, porque es exactamente lo que ella piensa: que a los 33 años soy una niña mimada con caprichos aleatorios.

Para mi madre sólo hay tres motivos para llorar: una muerte cercana, una enfermedad grave y una desgracia. Voy a concretar: no una desgracia tipo «me ha dejado mi novio en el altar», en ese caso diría: «Algo habrás hecho tú»; sino algo tipo «me ha caído un rayo encima». Pues… tampoco sirve. En ese caso diría: «Eso te pasa por andar siempre en la calle.» No sé, no sé… Algo tipo «ha habido un terremoto y mi casa se ha derrumbado». Mmm…, tampoco sirve, mi madre diría: «Eso te pasa por vivir en ese barrio inmundo con construcciones de papel, si me hubieras hecho caso…» En fin, para mi madre sólo hay dos motivos para llorar: una muerte y una enfermedad.

Consecuencias del consejo:

No lloro. Casi nada. Y cuando lloro, lo hago con rabia. No sólo me siento mal por lo que sea que me provoque tristeza, encima me fastidia llorar y, mucho más, que me vean.

Segunda consecuencia: normalmente lloro en los baños, para que nadie me vea. He llorado en el baño de mi trabajo, en los bares, en los restaurantes, y una vez en Hacienda. Y os prometo que es muy difícil parar de llorar en sitios así: los baños deprimen.

Excepciones para utilizarlo:

Primero tengo que aprender a llorar como la gente normal, sin remordimientos. Y quiero que mis futuros hijos lloren con libertad. Ya veré cómo soluciono las rabietas absurdas. Ignorarlos puede ser una opción. ¡Ay!, si mi madre me ignorara alguna vez…

Versiones:

«A mí también me lo decían mis padres, y cuando me daban “la verdadera razón para llorar” ya no dejaba de soltar lágrimas, porque ya tenía “el motivo” y no podían decirme nada más. No he dejado de llorar por eso, es más, soy una llorona confesa, y mi madre sigue riñéndome.» Queta

La opinión del experto:

«Muchas veces, los niños lloran sólo para llamar la atención de sus padres, prefieren incluso que les reprendan por un llanto sin causa que pasar desapercibidos… El llanto es un arma muy poderosa, el llanto continuo sin descanso ataca los nervios de cualquier adulto, que cede para evitar el castigo que representa el golpeteo del sollozo.» Doctor Juan Casado, jefe del servicio de Pediatría y del área de Cuidados Intensivos Pediátricos del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús de Madrid. (El gran libro de la pediatría.)

¿Ceder? ¿Ceder al llanto? Este señor no conoce a mi madre. De eso estoy segura.