CAPÍTULO 3

Cuando seas madre comerás huevos

Este consejo muchas veces venía combinado con el siempre socorrido «porque lo digo yo», que él solito se merece un capítulo completo.

Cuándo lo utilizaba:

Básicamente cuando yo le decía: «¿Por qué tú puedes salir un martes por la noche y yo no? ¿Por qué tú puedes fumar y yo no? ¿Por qué tú puedes maquillarte y yo no?»

Consecuencias del consejo:

A mí no me gustaban los huevos, así que las consecuencias de este consejo han sido mínimas, dejando a un lado la pataleta por no poder hacer lo que me daba la gana.

Excepción para utilizarlo:

No se me ocurre. Fumé, salí los martes y me maquillé. Eso sí, todo a escondidas.

Versiones:

«¿Cómo puede uno desarrollarse como ser humano sin haber pasado por esa frasecita? ¡Forma parte de la existencia! Es como un complemento cromosómico, pero vacío de contenido biológico y limitado a lo educacional. Durante mucho tiempo me pregunté qué tenían de malo los huevos; estaría encantada de tener hijos si gracias a eso me asegurasen el plato de comida. Lo que tiene nacer pobre: hasta estas cosas se valoran de niño.» Marta

«Mi madre decía: “Comerás huevos duros.” Y yo le contestaba: “Pues ya me los como y no soy madre.” “Niña, ¡no contestes a tu madre! Harás lo que quieras cuando seas madre.” ¡Qué broncas!» Tinta por un tubo