Saludo tu fría y vaporosa luz, ¡oh, pálido peregrino del cielo turbado! Salúdote, al través de la bruma que te inunda y da a tu frente tu tinte sombrío. ¿Cómo tu vista, pura y pacífica, puede presenciar sin conmoverse nuestras escenas de aquí abajo, y cómo tu mirada sin lágrimas puede enviar su luz a un mundo de guerra y de dolor?
WALTER SCOTT,
«Rokeby».