TRES

Altas horas de la madrugada. Interior del bar Pepe Donaire justo al lado de la plaza de Cuba. Seis personas están en una de las mesas del final del local. Se fuma dentro, y hablan. Hay poca luz y no se les reconocen bien las caras. Suenan unas sevillanas de Manuel Orta.

—La Feria está claro que debe ser el objetivo, es increíble la perversión que se ha instalado en el Real.

—Es la Sodoma y Gomorra de nuestro tiempo, y como tal hay que actuar.

—En Génesis 19 se dice muy claro: «Yaveh hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego, destruyó estas ciudades y cuantos hombres había en ellas».

El que está sentado más a la esquina interviene.

—A mí lo que me da coraje es que se vendan chufas, ¿eso qué es, carajo?

—Desde luego, yo alargaba temporada y obligaba a meter torrijas.

—Todavía los cocos esos con el chorrito, mira, uno se ha acostumbrado ya, y todavía le pueden entrar.

—No, no, los cocos tampoco, coño, que están los higos chumbos pudriéndose en las cunetas y la gente venga a comprar cocos. Con todo el trabajo que darían los higos y nada: el que los recoge, por un lado, sí, pero después las chumberas darían mucha industria auxiliar, como el que vende cuchillos, bolsas… Joder, que no miramos por lo nuestro.

—No, eso sí es verdad.

Hay dos personas en el centro que no hablan. Uno de ellos levanta la mano al camarero.

—Niño, trae otra botella de Sangre y Trabajadero.

El camarero desaparece y vuelve al poco con la botella de oloroso. La paga con pesetas, la abre y sirve mientras comienza a hablar.

—Los nuevos no lo sabréis, pero la hermandad sigue pagando en algunos sitios con pesetas, es una manera de marcar qué sitios son amigos. Recapitulamos entonces, ni coco, ni chufas, ni Melinda la de los gofres de la Feria, ni su puta madre. La Feria hay que recuperarla. La hermandad ha estado poco diligente durante mucho tiempo, y la culpa ha sido del rebujito, entra bien, y nos hemos relajado. Señores, el enemigo no descansa, y mientras nosotros estábamos a gusto en nuestras casetas, el virus del cambio ha contaminado el Real. Me da igual que sea de distrito, de una ONG que tiene que recaudar dinero para África o sus muertos, no puede haber bacalao en una caseta.

—¿Cómo que no puede haber bacalao? ¿Ni con tomate?

—Bacalao de música, coño, chunda chunda de ese, el que quiera chunda chunda que se vaya a tomar por culo por ahí a Valencia, pero en la Feria de Sevilla, no. Nos la metieron poco a poco, ¿os acordáis cuando nos llamó el veleta del alcalde y nos dijo que le tenía que dar dos casetas a los hippies esos?

—Si, la Pecera y el Garbanzo Negro, ¿no?

—Esas.

—Hombre, las criaturas nada más que se legalizó el PC, lo primero que hicieron fue obligar a Carrillo a apuntarles en la lista de las casetas, antes que en el registro de partidos y todo, eso hay que valorarlo.

—Ni lista ni listo que me cago en tu puta madre y me quedo tan ancho. Bastante me has dado hace un rato en Matalascañas, no me vayas a dar la noche.

—No, no, perdón.

—El caso, recapitulamos de nuevo, a ver si puede ser, que ni chufa, ni gofre, ni coco, ni chunda chunda, que nada de eso tenía que haber llegado, pero el problema es que han sido conquistas silenciosas… hasta lo de la Mahou.

—En Cruzcampo están muy preocupados, hemos hablado con ellos y no pueden competir con los precios de esta gente ni con la obra.

—El alcalde se ha vendido. Si nos hubiera dicho desde el principio para qué eran esas obras no lo habríamos permitido. ¿Quién se iba a imaginar que estaban instalando una red de tuberías de Mahou para suministrar en cada caseta?

—Con lo bien que suena eso de tuberías de cerveza y qué fatiga al final…

—En cualquier caso, aquí nuestra arma secreta tiene grandes planes, ¿verdad? Madre mía, cómo te has abalanzado a este, parecías un lobo.

—Parecías un toro de la ganadería de Pablo Romero, qué bravura, niño.

La persona de la que hablan está en la esquina, en la parte más sombría de la mesa. Solo se le distingue un brillo especialmente intenso en los ojos y comienza a hablar.

—Esa tubería será importante, ya lo veréis. De todas maneras, antes hay mucho por andar, y creedme, yo ya he sacado el estoque a pasear y me va a costar guardarlo. A ver si vuelve el policía madrileño esta vez.