Agradecimientos

Desearía dar las gracias a las siguientes personas, de todas las cuales he recibido una ayuda inestimable para escribir este libro: Mark Fletcher, Sarah Shaper, Jackie Fletcher, Mark y Cal Pannone, Guy Martland, Dan, Phoebe y Guy Jones, Adele y Norman Geras, Ken y Sue Hind, Anne Grey, Hannah Pescod, Ian Daley, Paula Cuddy, Clova McCallum, Peter Bean, David Allen, Dan Oxtoby (que, sin proponérselo, me inspiró un giro de la trama) y Judith Gribble.

Para la exposición de los temas polémicos relacionados con la muerte súbita infantil conté con la ayuda de varios expertos en medicina, sobre todo del doctor Mike Green y otras dos personas que prefieren no ser mencionadas. Estos tres expertos y algunos otros me concedieron generosamente su tiempo y sus conocimientos. Todos cuentan con mi gratitud.

Gracias igualmente a Fiona Sampson, autora del brillante poema «Anchorage» («Fondeadero»), que se reproduce en el texto y del que se ha tomado el título de la novela, y a Carcanet Press por permitirme utilizarlo. Gracias también a The Estate of Hilaire Belloc y a PFD por permitirme utilizar «The microbe» («El microbio») en este libro.

Gracias a Val McDermid, que inventó el Síndrome Inverso de L’Oréal.

Infinitas gracias a mi inspirador agente Peter Strauss, a la maravillosa Jenny Hewson y a mis magníficos editores Hodder Stoughton, en particular a Carolyn Mays, Karen Geary y Francesca Best.

No habría podido escribir esta novela si no hubiera leído tres libros: Unexpected death in childhood, coordinado por Peter Sidebotham y Peter Fleming; Cherised, de Angela Cannings y Megan Lloyd Davies, y Stolen innocence: the Sally Clark story, de John Batt. La experiencia de mujeres como Sally Clark, Angela Cannings y Trupti Patel inspiraron en parte La cuna vacía, aunque ningún personaje de mi novela, ni ningún caso descrito, se basa en personas o casos reales.