Sala de prensa de la Comisaría de Sevilla. El comisario habla a través de una sonrisa con su mejor traje planchado.
—Desde luego nos hemos enfrentado a uno de los criminales más despiadados e inteligentes que hemos conocido. Se llamaba Juan Arrima y tenía 32 años. Hasta el momento no sabemos cuál era su oficio actual, antes había estado vinculado al mundo de la comunicación. Lo que sí podemos asegurar es que había en marcha una operación conjunta de los mejores cuerpos de policía del mundo habida cuenta de que corría peligro la Semana Santa sevillana y que ha sido uno de nuestros equipos, el responsable de su solución.
Los periodistas apuntan cosas en cuadernos y cuchichean unos con otros. Los técnicos tienen las cámaras en los trípodes y charlan y ríen entre ellos sin prestar atención a lo que dice el comisario.
—Para el Programa de Ana Rosa, ¿podría confirmarnos si el asesino de la regañá era diputado de tramo en la Esperanza de Triana?
—No podemos darles más datos que los que les hemos dado.
—En directo para Tiene Arreglo, de Toñi Moreno. Comisario, ¿se sabe si era miembro de alguna hermandad de Semana Santa?
—De momento ya le digo que no podemos dar más información que la que hemos dado.
—En directo para Las Mañanas de Cuatro, de Marta Fernández. ¿Es cierto que era un fanático religioso que además era nazareno…?
Villanueva y Jiménez miran desde el final de la sala de prensa.
—¿Por qué siempre preguntan lo mismo?
—No lo sé, Jiménez, llevo 20 años resolviendo cosas y esa aún no la he entendido.
Salen de la sala. Llegan a los vestuarios. Villanueva coge su trolley gris. Salen a la calle y Villanueva mira el reloj.
—Mi taxi debe de estar al llegar. Ha sido un placer, Jiménez, espero que volvamos a vernos, tiene un nuevo amigo.
—Lo mismo le digo, si quiere volver algún año a la Semana Santa… Supongo que por mucho que llueva ya, peor que la de este año no la va a tener.
—Créame que ya me quedé satisfecho de Semana Santa.
—Bueno, pues a la Feria, que está a la vuelta de la esquina. Me da a mí que este año en la Feria se va a liar.
—¿Cómo dice?
—Pues que al final, con esta Semana Santa tan rara que hemos tenido, muchos se habrán quedado con las ganas de jarana, así que este año seguro que se coge la Feria con más ganas. Si quiere, está invitado a mi caseta.
—Me lo pensaré, muchas gracias, amigo. Aquí está mi taxi. Nos veremos.
—Cuente con ello.
El taxi se marcha con tranquilidad calle abajo. Dobla una esquina y desaparece.