VEINTINUEVE

La nota sigue las características habituales. Letras recortadas y pegadas con pegamento de barra. Ninguna huella.

SEVILLA. UNO POR CADA LETRA. UNO POR CADA REVUELTA. YA FALTA MENOS PARA QUE TODO SE CIERRE. NO SE PREOCUPEN, NO TENDRÁN QUE ESPERAR, LA MADRUGÁ YA ESTÁ AQUÍ.

El comisario no para de dar vueltas por su despacho. Villanueva y Jiménez están sentados mirando la carta. El comisario sigue caminando de un lado a otro del despacho hasta que por fin se detiene.

—Me dijeron que usted era el mejor, Villanueva. Me lo dijeron. ¿Sabe el trabajo que me costó desplazar a mis hombres de este caso y decirles que venía uno de Madrid a hacer el trabajo que ellos llevaban haciendo toda la vida?

—Imagino, comisario. Esto no está siendo fácil para nadie. Desgraciadamente, esclarecer un crimen no es algo matemático. Es más complicado.

—¿Algo más complicado? Le diré qué es algo complicado: dentro de una hora tengo que ir al Ayuntamiento a ver al alcalde y explicarle qué pasa. Tengo después una rueda de prensa delante de trescientos periodistas de aquí, de toda España y de todo el mundo, por el amor de Dios, me acaban de llamar de prensa para decirme que hay hasta medios ingleses y americanos acreditados. ¿Y por qué? Porque quieren que explique cuál es la razón por la que todos los que hacían algo moderno en esta ciudad, pintores, escultores, actores, músicos, están haciendo las maletas y se están yendo a vivir ¡a Huelva!, porque quieren que explique si me siento responsable de que los hoteles de la ciudad estén a 24 horas del Domingo de Ramos a un 15 por ciento de ocupación y, sobre todo, porque quieren saber si tenemos la más remota idea de qué trama ese hijo de puta al que no cogemos ni por equivocación.

—No es una cuestión ni de dinero, ni de imagen, ni de nada, comisario, el problema es que siete personas han perdido su vida.

—Me sudan la polla esos siete niños pijos a los que este se ha follado. ¿Lo entiende? Yo ya tengo que mirar por mi propio culo. He avisado al ejército, se encargará de la seguridad del Jueves Santo. Las hermandades no han querido ni hablar de suspender este año la Semana Santa. Para un año que no llueve, me dicen… Estoy desbordado, respecto a usted, está fuera del caso. No hay billetes para volver ya porque el AVE está completo, así que tómeselo de vacaciones si quiere, pero no interfiera en ninguna investigación, se lo pido por favor. Volverá el viernes a su casa y muchas gracias por todo, o por nada.

Jiménez y Villanueva están de pie. Jiménez parece no saber qué decir. Villanueva asiente y se marcha. Antes de salir del despacho, el comisario habla.

—Ah, esto es muy violento, Villanueva, tanto para usted como para mí, se lo aseguro, pero deje aquí su pistola.

—No pienso dejar mi arma aquí, comisario.

—Es una petición de su Comisaría. Nada personal.

Villanueva deja el arma en el escritorio. Sale del despacho sin dar portazo.