DOS

A la luz de un cirio rojo alguien pega letras recortadas en un folio de El Galgo.

El incienso le da a la habitación entera un ambiente pesado. Todo está oscuro. Apenas entran unos cuantos rayos de luz por los agujeros de unas persianas que no están del todo cerradas. Si no fuera por esos haces concretos podría ser de madrugada. Es un bajo.

Él tiene manos grandes, dedos largos que pueden romper, fracturar, y que ahora sin embargo componen una frase con delicadeza, una pinza y un cutter rodeado por una guita.

E-S-T-O S-O-L-O

Un rosario descansa en su muslo. De una pequeña televisión de tubo, que lleva horas encendida, salen gritos de pánico. Se ve lo mismo una y otra vez: aquella madrugada en la que el terror recorrió la espina dorsal de la Semana Santa de Sevilla. Es una retransmisión grabada de Onda Giralda en VHS. Él sigue juntando letras.

A-C-A-B-A D-E C-O-M-E-N-Z-A-R. S-E-R-Á-N

Esas manos predestinadas a la destrucción están dentro de unos guantes blancos de algodón. Parecen de alguna hermandad. Con una delicadeza impropia, se asegura de que cada letra del mensaje quede bien pegada al papel. Acaba. Lo sostiene en alto. Sopla con cariño para secar el pegamento. Lo lee para sí mismo y lo mete en un sobre. No tiene remitente, pero sí destinatario: Jefatura para Andalucía Occidental de la Policía Nacional. Plaza del Duque 2, 41002, HISPALIS.

Al ruido de aquella noche de Semana Santa que sale del pequeño televisor se le añade de repente un crujido. Una regañá se parte. Él muerde con violencia un trozo. Se levanta y lleva unas ropas arrugadas hacia la lavadora, están llenas de sangre y de pequeños restos de regañá partida.