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En la cámara de observación, Cimon tenía un aspecto macilento.

—De acuerdo —dijo—. Vayamos al grano. Acepto la opinión de Rodríguez. Para mí es válida y supongo que nadie pondrá en duda su capacidad profesional.

«Más vale que así sea», murmuró Rodríguez para sí, con ojos llameantes de furia reprimida.

Cimon prosiguió:

—Y como no hay nada que temer por lo que se refiere a la infección, voy a decir al capitán Follenbee que los tripulantes pueden gozar de permiso en la superficie sin adoptar precauciones especiales ante la atmósfera. Por lo visto, la falta de estos permisos es mala para la moral. ¿Alguna objeción?

No hubo ninguna.

—Tampoco veo motivo alguno que nos impida pasar a la etapa siguiente de nuestra investigación —añadió Cimon—. Propongo que establezcamos nuestro campamento en el emplazamiento de la primera colonia, para cuya expedición escojo a los siguientes colegas: Fawkes, puesto que sabe pilotar la navecilla; Novee y Rodríguez, para recopilar datos biológicos; Vernadsky y yo para ocuparnos de los aspectos químicos y físicos… El resto de ustedes, naturalmente, recibirá los oportunos datos referentes a sus respectivas especialidades y esperamos que nos ayudarán para trazar un plan de ataque. Quizá terminaremos yendo todos allí, pero de momento sólo iremos nosotros cinco. Y hasta nueva orden, las comunicaciones entre nosotros y el grupo principal que quedará a bordo de la nave se realizarán sólo por radio, puesto que si la causa de la catástrofe, sea cual fuere, resultase localizada en el antiguo emplazamiento, las pérdidas quedarán limitadas a cinco hombres.

—Los colonos vivieron varios años en Júnior antes de perecer —observó Novee—. Más de un año, seguro. Esto quiere decir que tal vez transcurrirá mucho tiempo antes de que sepamos algo con certeza.

—Nosotros no somos una colonia —repuso Cimon— sino un grupo de especialistas que trata de descubrir la causa del desastre. Si es que ésta existe, la encontraremos, y cuando la encontremos, la combatiremos. Y tardaremos mucho menos de dos años en hacerlo. ¿Alguna objeción?

No la hubo, y la reunión concluyó.