CAPÍTULO II

MÁXIMA PRIORIDAD

JEFATURA DE POLICÍA. CIUDAD REFUGIO. LOS ELEMENTOS DEL SUBSUELO

CUANDO Mantillo Mandíbulas pronunció el nombre de Artemis Fowl, el archivo informático que contenía el expediente del chico se transfirió automáticamente a la pila de asuntos de máxima prioridad en la Jefatura de Policía. Todos los cascos mágicos de los agentes de la Policía de los Elementos del Subsuelo iban equipados con un localizador por satélite y podían ser localizados en cualquier lugar del mundo. También disponían de micrófonos activados mediante voz, por lo que cualquier cosa que dijese Mantillo llegaba inmediatamente a oídos de un agente de vigilancia en prácticas. El caso desaparecía de inmediato del escritorio del agente en prácticas cuando se mencionaba el nombre de Artemis: Artemis Fowl era el enemigo número uno de los seres mágicos, y cualquier cosa relacionada con el chico irlandés era enviada al instante al asesor técnico de la PES, que no era otro que el centauro Potrillo.

Potrillo se conectó a la transmisión en vivo del casco de Mantillo y se dirigió a medio galope al despacho del comandante en jefe de la PES, el comandante Remo.

—Aquí hay algo, Julius. Y creo que podría ser importante.

El comandante Remo levantó la vista del habano de hongos que estaba recortando.

El elfo no parecía demasiado contento, pero la verdad es que casi nunca lo parecía. No tenía el rostro tan encendido como de costumbre, pero el centauro tenía la sensación de que eso estaba a punto de cambiar.

—Un par de consejos, cuadrúpedo —le espetó Remo, al tiempo que arrancaba la punta del habano—. Uno, no me llames Julius. Y dos, hay un protocolo en vigor para hablar conmigo: aquí yo soy el comandante, y no uno de tus compañeros del equipo de polo.

Se recostó en su silla y encendió el habano, aunque a Potrillo no le impresionó lo más mínimo toda aquella palabrería.

—Como digas. Pero esto es importante: el nombre de Artemis Fowl ha aparecido en un archivo de sonido.

Remo se incorporó de golpe, olvidándose del protocolo. Hacía menos de un año, Artemis Fowl había secuestrado a una de sus capitanas y se había agenciado media tonelada de oro del fondo de rescate de la PES. Sin embargo, aún más importante que el propio oro era la información que contenía la cabeza del chico irlandés: conocía la existencia de las Criaturas y podía decidir explotar aquella información de nuevo.

—Cuéntamelo deprisa, Potrillo. Y nada de jerga, háblame solo en gnómico.

Potrillo lanzó un suspiro, pues la mitad de la diversión de comunicar noticias de vital importancia consistía en explicar el modo en que la tecnología había hecho posible el conocimiento de dichas noticias.

—De acuerdo. Algunas piezas de los equipos de la PES desaparecen cada año.

—Y por eso las destruimos por control remoto.

—En la mayoría de los casos, sí.

Las mejillas del comandante se encendieron con furia.

—¿En la mayoría de los casos, Potrillo? Nunca dijiste nada de la «mayoría de los casos» durante la reunión presupuestaria…

Potrillo levantó las palmas de las manos.

—Oye, pues intenta destruirlas por control remoto si quieres. A ver qué pasa.

El comandante lo fulminó con la mirada, con gran suspicacia.

—¿Y por qué no debería pulsar el botón en este mismo instante?

—Porque alguien ha desactivado el dispositivo de autodestrucción, lo cual significa que ha caído en manos de alguien inteligente. Antes el casco estaba activo, lo que significa que lo llevaba alguien. No podíamos arriesgarnos a volarle la cabeza a un ser mágico, aunque fuese un criminal.

Remo masticó la punta del habano.

—Pues me dan ganas de hacerlo, no te creas. ¿De dónde ha salido ese casco? ¿Y quién lo lleva?

Potrillo consultó un archivo informático de la tarjeta de comunicación que llevaba en la palma de la mano.

—Es un modelo antiguo. Lo más seguro es que un perista de la superficie se lo vendiera a un enano delincuente.

Remo aplastó el habano en un cenicero.

—Enanos… Cuando no están minando en zonas protegidas están robando a los humanos. ¿Tenemos un nombre?

—No, hay demasiada distancia para realizar un análisis de patrón de voz. Además, aunque pudiéramos, y como tú bien sabes, debido a la anatomía de su laringe, todos los enanos varones tienen básicamente la misma voz.

—Lo que me faltaba —se lamentó el comandante—, otro enano en la superficie.

Creía que eso se había acabado cuando… —Hizo una pausa, entristecido por un recuerdo súbito: el enano Mantillo Mandíbulas había muerto, meses atrás, mientras excavaba un túnel para salir de la mansión Fowl. Mantillo había supuesto un auténtico quebradero de cabeza, pero lo cierto es que no le faltaba carisma—. Entonces, ¿qué sabemos?

Potrillo leyó una lista en su pantalla.

—Nuestro sujeto no identificado excava un túnel en un sótano de Manhattan, donde se reúne con Artemis Fowl, hijo. A continuación se marchan juntos, así que, decididamente, se traen algo entre manos.

—¿El qué, exactamente?

—No lo sabemos. Fowl sabía lo suficiente acerca del funcionamiento de nuestra tecnología para desconectar el micrófono y el dispositivo de autodestrucción, seguramente porque Mayordomo robó buena parte del equipo de Recuperación de la PES durante el asedio a la mansión Fowl.

—¿Y qué hay del sistema de posicionamiento global? ¿Sabía Artemis lo bastante para desconectar eso también?

Potrillo esbozó una sonrisa de suficiencia.

—Eso no puede desconectarse. Esos cascos viejos están rociados con una capa de aerosol localizador.

—Qué suerte para nosotros. ¿Dónde están ahora?

—En el jet privado de Fowl, camino de Irlanda. Es un Lear, lo más sofisticado de la gama. —Potrillo captó la mirada lacerante del comandante—. Pero seguramente no te interesan los detalles sobre el jet, así que pasemos a la acción, ¿de acuerdo?

—Sí, venga, buena idea —repuso Remo, mordaz—. ¿Tenemos a alguien arriba?

Potrillo activó una enorme pantalla de plasma en la pared y se movió rápidamente por varios archivos hasta dar con un mapamundi. Había iconos de seres mágicos parpadeando en distintos países.

—Tenemos tres equipos de Recuperación, pero a nadie en el país celta.

—Normal —exclamó Remo—, sería demasiado bueno para ser verdad. ¿Dónde está la capitana Canija?

—De vacaciones en la superficie. Y te recuerdo que está apartada del servicio sobre el terreno, pendiente de juicio.

Remo apartó desdeñosamente con la mano un reglamento imaginario.

—Eso son menudencias. Holly conoce a Fowl mejor que cualquier ser mágico vivo.

¿Dónde está exactamente?

Potrillo consultó su ordenador, como si no lo supiera. Como si no realizase una docena de llamadas diarias desde su lugar de trabajo para ver si Holly ya le había conseguido la crema hidratante para pezuñas que le había pedido.

—Está en el balneario Cominetto Spa. Esto no me da buena espina, comandante.

Holly es muy dura de pelar, pero Artemis Fowl la secuestró. Eso podría nublarle el juicio.

—No —contestó Remo—. Holly es una de mis mejores agentes, aunque ni ella misma se lo acabe de creer. Ponme en contacto con ese balneario: va a volver a la mansión Fowl.