Me alegro de tener esta oportunidad de expresar mi gratitud a los redactores que trabajaron conmigo en Dalamar el Oscuro, Patrick McGilligan cuyas excelentes sugerencias hace ya tiempo que acostumbro aceptar, y Mark Sehestedt, quien me ayudó a domesticar la salvaje palabrería.
Quisiera agradecer también a Miranda Horner su reconfortante paciencia a pesar de verse asaltada por mis innumerables preguntas. Allí donde encontréis rigor en la puesta en escena de esta novela y coherencia en los detalles, descubriréis la impronta de Miranda.