33. PODERES Y LIMITACIONES

Descubriría más adelante que al PYP del Departamento de Defensa lo que más le interesó, desde su creación, fueron los poderes extra-psíquicos que dimanan de los vampiros. Con su habitual lenguaje eufemístico, los llaman «hechos susceptibles de profundización». El gobierno los considera armas en potencia. Los estudios gubernamentales de percepción extrasensorial o hiperextrasensorial son abundantes y reveladores, muy reveladores, y sobre todo insospechados.

Cuando me preparaba para escribir el reportaje de Factory, tuve acceso al PYP y me percaté de que la mayoría de los informes del Ejercito, en el PYP, tenían tamponada en una esquina la sigla ES (Extra Sensory).

¿Quién diría que el Departamento gasta al año millones de dólares en ellos? ¿Sabía usted, lector, que el Estado invierte en el «lado oscuro de las cosas»? ¿Sabía usted que sus impuestos ayudan a entender lo oculto? No es que el Estado haya aceptado la magia, sino que ha comprendido discretamente que la realidad es poliédrica. Por así decir, de puertas adentro ha reducido considerablemente la lista de las cosas imposibles.

Fue con Sarah con quien aprendí la amalgama de verdaderos poderes y limitaciones de los vampiros que interesaban al Pentágono. Si se pudieran manipular, revolucionarían el concepto de «arma convencional» y dejarían atrás la planificación militar tal cual la entendemos hoy. Tal vez sería bueno, o tal vez sería peor, nadie, por ahora, lo sabe.

1.– Capacidad de invertir la gravedad

Esta cualidad es la que hace posibles movimientos inverosímiles, como caminar por el techo, o levitar unos palmos del suelo a lo largo de unos metros. Seguro que la física puede explicarlo mediante las curvas de Hawkins y Taylor, pero quienes han visto a un vampiro gatear por las paredes, o han estado en contacto con uno, saben que los vampiros pueden moverse y trasladarse por el aire unos metros, igual que pueden levitar unos palmos del suelo, ya que dominan la suspensión temporal gravitatoria debido a la condición de inanidad de todas sus células y materia, incluida la ósea. En otras palabras, los vampiros son grandes masas de una sustancia cenicienta a las que la sangre les confiere otra forma, otro color y otro aspecto.

2.– Traslación aérea y celeridad

También, derivado de la anterior cualidad, los vampiros pueden trasladarse a una velocidad extremadamente rápida, tanto que no es captable por el ojo humano, lo que aumenta su potencial aterrador y subyugante. Los ves en un punto y un segundo más tarde están en el otro extremo; los ves cerca y en un parpadeo se han alejado decenas de metros. Ante esa celeridad de movimiento, la víctima tiene una clara sensación de que no existe escapatoria ante la presencia de un vampiro. Se mueva hacia donde se mueva, uno siempre será agarrado por él. El vampiro cierra el paso.

3.– Ubicuidad bilocal

Se trata de la capacidad de tener doble ubicación o bilocación, también conocida como desdoblamiento de presencia y simultaneidad de apariencia física en un mismo momento histórico-temporal.

A este respecto, Sarah me contó el caso de los vampiros magiares del sitio de Viena. Corrió por la Centroeuropa del XVII una leyenda que todo buen vampirólogo no debe despreciar ni pasar por alto. Un tiempo después de que Viena fuese sitiada por los turcos del visir Mustafá el Negro, se dijo que había habido multitud de chupasangres actuando de manera calculada y aterradora, diezmando de este modo la ya de por sí bastante diezmada población. El sitio duró siete semanas, desde julio a septiembre de 1683.

Aunque tienen para Sarah el grado de conjeturas, lo que parece ser muy probable es que la Gran Puerta (como se conocía al poder del sultanato turco) había empleado un ejército de vampiros para aterrar por las noches a los vieneses, haciendo ataques sorpresivos en diversos puntos de la ciudad, en especial en bosques y jardines. Se contabilizaron quince ataques organizados, con centenares de víctimas.

Era en realidad un microejército de unos centenares de vampiros turco-húngaros que utilizaban su poder de simultaneidad, traslación e inmediatez para infligir el mayor daño. En pocas palabras, se bilocaban de manera masiva al grito aterrador de «Kan! Kan! Kan![3]».

Los bosques que rodean Viena se llenaron de leyendas sobre esas bilocaciones. Y de sombras que levitaban y aparecían de pronto de las maneras más inauditas, boca abajo, súbitamente, en lúgubres grupos, sorprendiendo a los pocos infelices que se aventuraban por ellos de noche y antes de abatirse sobre las casas y palacios más próximos a las ominosas arboledas. Se decía que estaban por todas partes, hasta cinco testigos juraron haber visto al mismo otomano atacar y morder a la vez en cinco puntos distintos y distantes de la ciudad de Viena.

4.– Bilocación histórica e invisibilidad ocasional

Es la duplicidad de presencia en distintos momentos histórico-temporales.

Aquí cabría preguntarse si un vampiro de otro siglo puede actuar en los tiempos actuales, y si un vampiro de hoy puede retrotraerse a otro siglo. La verdad es que sí puede hacerlo, pero únicamente él sabe que está sucediendo, la gente normal lo verá siempre como un contemporáneo, sea cual sea su apariencia física o su ropa. Es una de las experiencias únicas que todo vampiro tiene, un efecto, digamos, propio de su fisiología.

Nemus contó en una ocasión que se trasladó a la batalla de Culloden (Escocia) del 16 de abril de 1746, deseoso de sangre y de orgía visceral, y allí encontró a otro vampiro con las mismas ansias devoradoras, un vampiro de San Diego convertido en el 2001. Se gruñeron entre sí, pero solo ellos sabían quiénes eran y lo que estaban haciendo.

Hay que añadir que cuando un vampiro viaja hacia atrás en el tiempo, se torna invisible. Por eso durante la batalla nadie los vio, salvo ellos mismos.

En cambio, no sucede así cuando viajan hacia adelante: un vampiro del XVII, como el propio Nemus, siempre será visible cuando ataque de noche en la Calle 49 de la Nueva York de 2006. Eso le aconteció al taxista Rufus Caldwell, atacado cerca del Bronx por un vampiro de otro siglo que tomó como cliente. Pese a las terribles mordeduras en cuello y costado, Caldwell pudo contarlo. Nunca olvidaría su cara.

5.– Telepatía

La telepatía de los vampiros es de las pocas cosas que han pasado a la mitología popular y es una cualidad real. Son telépatas, también conocidos como psíquicos. Leen la mente de manera aproximativa: reacciones, impulsos, sensaciones, sentimientos, miedos.

La telepatía la pueden orientar hacia la víctima, de ahí que la manipulen hasta aparentar un acto de seducción hipnótica. Responde a una manifestación hiperestésica e hipertrófica, es decir, un exceso de sensibilidad mental y sensorial. Hay múltiples casos de telepatía entre el vampiro y su víctima, y de vampiros entre sí.

6.– Fotofobia voltaico-molecular aguda

Limitación de su naturaleza saturnal que les lleva, como ya se ha visto en otras ocasiones, a huir de la luz solar, cuyo efecto ocasiona la muerte definitiva mediante la desintegración o la implosión. Estallan por dentro en millones de fragmentos pulverizados.

7.– Destructividad

Es una de sus más extrañas limitaciones, si entendemos como tales aquellos actos que llevan a los vampiros a una situación de riesgo o vulnerabilidad.

Tienen un furor destructivo. Les sobreviene una enajenación violenta. Además de chupar la sangre de toda una familia o de un círculo social, pueden llegar a destrozar cuantas pertenencias suyas encuentren a su paso. También lo hacen cuando los ataques son a víctimas individuales.

No siempre proceden así, claro, pero puede ocurrir de vez en cuando. En esos casos, están durante horas destruyendo los objetos personales de esas víctimas, hasta pulverizarlos. Es, según Sarah, la expresión de posesión absoluta, de anulación total, al simbolizar la suma del vaciado de la sangre (interior) más la eliminación de las pertenencias personales (exterior).

Esta destructividad tan arbitraria puede llamar la atención de los cazavampiros y situar al vampiro en franca inferioridad, al distraerlo y hacerle perder un precioso tiempo antes de llegar a su nido todavía de noche.

8.– Incapacidad de presciencia

Otra limitación que los debilita. No tienen presciencia. Esto quiere decir que no saben qué pasará con ellos al minuto siguiente. En esto comparten la incertidumbre de cualquier humano, ya que carecen de conocimiento e intuición acerca del futuro. Esta es su máxima limitación.

No son capaces de ir más allá del presente, por eso —salvo que les guíe el instinto— son imprudentes, impulsivos e incapaces de medir las consecuencias. Un vampiro no imagina el futuro y vive lastrado por escenas o fogonazos del pasado que cada vez se le hacen más tenues y desdibujados. Tiene un recuerdo también limitado, como hemos visto en otra parte. Pareciera que se les hubieran borrado bloques enteros de pasado, tal vez para dar cabida a tanta memoria colectiva de siglos, como la memoria de un computador.

* * *

Quizá por todas estas capacidades y limitaciones, incontroladas e incontrolables por poderes fácticos como las distintas iglesias o los gobiernos de todas las épocas, se les adscribió enseguida al campo satánico. Aplicaron la ley simplista de que todo lo que no es comprensible es maligno, todo lo que no es manipulable es condenable, en resumen: todo lo que no es santo de lo mío es satánico de lo de los demás.

También, por lo mismo, se ha tratado desde siempre de encontrar el modo de apropiarse de esas fuerzas y debilidades para emplearlas a beneficio de unos pocos. ¡Qué fuerzas de élite del Ejército se podrían crear con vampiros destructivos, ubicuos bilocalizables, sin ninguna capacidad crítica sobre las consecuencias de sus actos y capaces de recibir órdenes por telepatía!

¿Es posible imaginar que cualquiera de esas cualidades, fuerzas liberadas por la acción del vampirismo, cayeran en poder del crimen organizado de las mafias italiana o rusa; o en manos de los terroristas de cualquier cuño, islamistas o latinoamericanos; o en el ámbito de los grandes grupos financieros, industriales o narco-mercantiles, como pasó, en su día, con el sultán turco frente a la sitiada Viena?

Sin embargo, a tenor del devenir del mundo, muchas veces parece que ya hubieran pasado a ese lado de la línea roja y fuera en realidad un ejército de vampiros quienes gobernasen el crimen mundial. Un mundo, el nuestro, ya sitiado.