Una de las cosas más sorprendentes que aprendí mientras estuve con Sarah fue que entre los vampiros existen jerarquías y clanes. En concreto, cuatro clanes y dos jerarquías, la de los superiores o jefes y la de los inferiores, nivel al que corresponden todos los demás. Las jerarquías se respetan escrupulosamente. Cada uno de los jefes encabeza uno de los clanes.
Debo detenerme a explicar esto. Algunos vampiros son, o se han creído ser, más vampiros que otros. Esas jerarquizaciones en jefe y no-jefe están directamente relacionadas con la edad del vampiro. Con su tempo y su épica.
La edad de un vampiro empieza a contar desde el día en que empezó a serlo. De hecho, un vampiro viejo es acreedor de más derechos y más poderes que un vampiro joven, pero, como los vampiros no envejecen —viven siempre en un tiempo presente—, se entiende por vampiro viejo a un vampiro que ha sido convertido hace más tiempo que los demás.
El mayor grado de un jefe vampiro procede de la supervivencia mediante la fuerza o la astucia y de la invulnerabilidad a los peligros a que está abocada la vida de todo vampiro, teniendo en cuenta que siempre se halla, por decir así, en la antesala de la muerte real, o lo que es lo mismo, de la desintegración.
¿Cómo se hizo Sarah con esta información? Nemus, siempre Nemus. Según él le explicó a ella en una de sus noches romanas, existen cuatro grandes grupos dentro del universo de los vampiros. Se les denomina exacta y simplemente así: los Cuatro Clanes.
Se conoce a los jefes de esos clanes, pero solo entre los vampiros. Por eso son algo misteriosos. Y terribles.
Ninguna persona ha visto jamás a un jefe vampiro y luego ha sido dejada viva para contarlo. Esta es su principal y más nefasta característica: sus acciones vampíricas son letales en el cien por cien de los casos.
Los jefes vampiros son muy fuertes físicamente. Pueden alzar en el aire a un hombre sujetándolo con un solo brazo mientras destrozan su cuello. Pueden demoler una pared con sus puños. Pueden remover la tierra como palas excavadoras. O caminar por los techos o las fachadas de los edificios. ¡Vaya si pueden hacer estos prodigios!
Debido a su grado superior, tienen derecho a beber más sangre que los otros vampiros, incluso pueden apartar a un vampiro del cuerpo de su víctima de ese momento para succionar en la herida que ese otro vampiro acaba de abrir. Para ello, en épocas o lugares de precariedad, han llegado a matar (léase siempre desintegrar) a los vampiros que estaban con ellos pugnando por la desgraciada víctima.
Conviene explicar que son los únicos vampiros que atacan a los miembros de su especie vampírica, ya que entre vampiros existe una inhibición (o una norma, no lo sé) que impide atacarse entre sí. En cambio, a la inversa, un jefe vampiro nunca es atacado.
La verdad es que los ataques de los jefes vampiros a otros vampiros son muy violentos, y por lo general se llevan a cabo cuando está cercano el amanecer, la hora inicial del letargo diurno. Entonces se lanzan a morder al vampiro inferior y a succionarle absolutamente toda la sangre que le quede en el pellejo de su cuerpo-depósito, lo vacían por entero, para luego dejarlo en una situación comprometida, de modo que no pueda regresar a su tumba o a su nido y explote en mil pedazos al llegar la luz solar.
Los jefes vampiros pueden expulsar a un vampiro de su territorio, en ocasiones solo por un capricho o un impulso destructivo, pero nunca compiten con otro vampiro por razones territoriales: un jefe es siempre respetado y temido, nadie le cuestiona su predominio.
Los jefes nunca se relacionan «sentimentalmente» con los humanos vivos. Nunca pueden, por consiguiente, amar ni ser amados. Nunca muestran debilidad. Tampoco recuerdan emociones, solo pulsiones.
Pueden utilizar a otros vampiros a su servicio.
En muy raras ocasiones, y según en qué lugares, los jefes vampiros pueden actuar a ciertas horas del día fronterizas con la noche.
Las esferas
Cuando lo creyó oportuno, Nemus reveló los nombres de los Cuatro Jefes de los Cuatro Clanes o esferas vampíricas: Gazar, Pasgán, Patel y Zabul.
Gazar vive en la Cuarta Esfera y tiene derecho a un formidable ejército. Arrasa en los extrarradios de ciudades como El Cairo, México DF, Tokio o Moscú. Los vampiros de su clan siempre actúan en grupos, forman familias vampíricas, y no tienen otro distintivo vampírico que el hedor fétido y los colmillos extremadamente agudos.
Pasgán domina la Tercera Esfera y es un vampiro, como todos los de su clan, violento y combativo, aunque más sutil. Su campo de acción es el mundo de los malvados y ambiciosos sin escrúpulos. Sus vampiros se mueven en el entorno de las grandes empresas y de las corporaciones financieras, de los ejércitos, de la política, del crimen. Son extraordinariamente seductores y muy activos sexualmente. Viven poco, debido a su temeridad, que les hace ser muy vulnerables a los cazavampiros.
Patel es el jefe de los vampiros solitarios. Son vampiros cuyo rasgo primordial es la individualidad a ultranza. No tienen otro objetivo que la supervivencia. Son cautos y precavidos; también recelosos, y poseen un aura de misterio en equilibrio inestable. Pueden ser muy agresivos, sobre todo cuando, al sentir la llamada del ruaj, se descontrolan y se someten a la necesidad de buscar sangre a toda costa. La mayoría de los vampiros existentes forman parte de esta esfera, la segunda. Nemus es uno de ellos. Viven más.
Finalmente Zabul es el jefe vampiro de la Primera Esfera, la esfera de los jueces vampíricos. También se les llama nosferatus. Determinan las normas y las hacen cumplir. Los vampiros jueces son pocos, en comparación con la población total de vampiros, pero nunca son cuestionados. Nadie sabe dónde duermen de día, y tienen muy acusado el don de la bilocalidad. Prolongan su mordedura hasta el éxtasis, propio y de la víctima.
Además de los Cuatro Jefes y sus esferas, existe un Centro que gobierna todo, correspondiente a un Gran Vampiro jamás visto por nadie, ni siquiera por los propios vampiros, sean estos jefes o no.
Un Centro inaccesible que las religiones del Libro han relacionado, ingenuamente, con Satán, y que en los informes del PYP del Pentágono han preferido denominar, más asépticamente, ISD (Inteligencia Superior Desconocida). Es la manera aproximativa de dar un nombre a la innombrable red de impulsos que vincula a todos los vampiros en una misma unidad de instintos y de acciones. Algo así como el Espíritu vampírico que une a todos los vampiros del planeta. Pero Espíritu en su condición de Sombra, como el negativo de una foto: Espíritu Negro.
En pocas palabras, el Centro/Dios de los vampiros es la negra Sombra de un Espíritu inasible y presentido. Una aspiración, una quimera, la proyección de la eternidad; llámese como se llame ese imposible, es igual, porque el único premio concedido al vampiro es la desolación.