Cuando la policía levantó el suelo del cobertizo y sus alrededores, encontró cuatro cadáveres. El enterrado en los cimientos era, según se dictaminó, un antiguo huésped de la pensión cuyos cheques previamente firmados estuvo cobrando Bronfen durante cinco meses. Los patólogos siguen sin determinar la identidad de los restantes, pero es casi seguro que uno es el de Sheila, la mujer de Bronfen. Irene se siente mejor ahora que sabe toda la verdad. Ha encontrado un buen especialista y con su ayuda está tratando de poner su cabeza en orden. Puede que le cueste años, pero por lo menos está en el buen camino.
Poco después de la muerte de Messinger, se detuvo en Carson City a un tercer (y último) asesino a sueldo. Ayer mismo estuve hablando con Lee Galishoff y me ha dicho que Tyrone Patty murió de un navajazo en el curso de una pelea con un recluso que abultaba la mitad que él.
En cuanto a Dietz, estuvo conmigo hasta el 29 de agosto, fecha en que recibió aviso de que se le esperaba en el trabajo del que me había hablado. Ahora está en Alemania, rodando simulacros de infiltración en bases militares. Me ha jurado que volverá. Me gustaría creerle, pero no sé si me atrevo. Aún tengo por delante mucho trabajo y sobre todo una vida que se ha enriquecido con su presencia.
Atentamente,
Kinsey Millhone