Resistencia: 1. Acción y efecto de resistir. 2. Cualquier cosa que se opone a la acción de una fuerza. 3. Dificultad que opone un conductor al paso de una corriente. 4. Renuencia en hacer alguna cosa.
Bajó las escaleras de la emisora convencido de que las pintadas y la brida tenían la misma finalidad: asustar al Rubio, obligarle a revelar el nombre de su compañero.
Al llegar al portal, se había propuesto localizar al chico e impedirle continuar adelante con un plan de venganza que sólo enfangaría su vida todavía más. Luego habría tiempo para dar con el asesino de su madre, para detenerlo y sentarlo ante un juez.
Desde la calle telefoneó al forense.
—¿Es posible que el marinero se golpeara en la nuca al saltar del barco? —le preguntó a bocajarro, sin siquiera saludar.
—¿Al saltar?
—Al tirarse al agua. Tal vez se dio con una barandilla o con alguna parte del barco.
—¿Cómo que al tirarse al agua, Leo? Tenía las manos atadas.
—Aun así —dijo Caldas—. Creo que pudo saltar.
—¿Para suicidarse?
—Para escapar.
—¿De quién?
—Es un poco largo de explicar, Guzmán —dijo Caldas—. ¿Pudo ser como yo te digo?
—¿Si pudo ser qué?
—El golpe de la nuca —aclaró—. ¿Es posible que se golpease con alguna pieza del barco?
—No —respondió tajante el forense.
—¿No?
—No, Leo. Le pegaron con la llave de tubo que me trajiste el otro día.
—¿Estás seguro?
—Completamente. La cotejé con las marcas del cadáver y no hay duda. Le dieron con ella.
Aquello tampoco cambiaba tanto las cosas. Tal vez el chico había golpeado al marinero con la llave de tubo para reducirlo y poder atarlo sin que opusiese resistencia.
—La llave pertenece a un coche grande —añadió Guzmán Barrio—, a un todoterreno. Utilizan tuercas más grandes que los coches convencionales.
—Ya.
Después de unos segundos de silencio, el forense preguntó:
—¿Has hablado con Clara Barcia? Te ha llamado hace un rato.
Leo había visto dos llamadas perdidas en su teléfono, pero no había tenido tiempo de comprobar su origen.
—No —dijo—. Salgo de la radio. ¿Sabes si ha podido ver la cinta de la cámara de vigilancia?
—Por eso quería localizarte.
—¿Ha encontrado algo?
La respuesta del forense fue otra pregunta:
—¿Puedes acercarte por aquí?
Caldas revisó las dos llamadas perdidas por si el inspector Quintáns hubiese telefoneado con alguna información que le permitiese identificar a Diego Neira, pero ambas provenían del teléfono de Clara Barcia.
Atravesó la Alameda y caminó por la calle Luis Taboada hasta la comisaría. En lugar de dirigirse a su despacho, acudió directamente a la mesa de su ayudante.
—¿Vamos?
Estévez se puso en pie.
—¿Adónde?
—A ver a los de la UIDC. Ya tienen la grabación de la casa de Monteferro.
—¿Hay algo?
—Eso parece.
Montaron en el coche y el inspector abrió apenas unos dedos la ventanilla antes de cerrar los ojos.
—Es posible que Diego Neira no matara al Rubio —dijo sin abrirlos.
—¿Qué?
—Lo ató para tirarle de la lengua, pero no lo lanzó al agua.
—¿Entonces quién lo hizo?
—Él mismo, Castelo.
—¿Cree que se suicidó?
—Creo que, cuando supo quién era el chico, prefirió saltar al agua que permanecer a bordo.
—¿Por lo que le pudiera hacer Neira?
—O por lo que le pudiera suceder si cantaba.
El coche ya ascendía la calle Colón cuando Estévez preguntó:
—¿Eso es lo que en realidad cree que sucedió o sólo lo que le gustaría que hubiese sucedido?
—¿No pueden ser las dos cosas?